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El Este hace feliz a la UEFA

La Eurocopa, entre luces y sombras, ha superado el reto organizativo y social y ahora se plantea un giro económico

R. BESA
Ceremonia celebrada antes de la final de la Euro 2012.
Ceremonia celebrada antes de la final de la Euro 2012.MICHAEL DALDER (REUTERS)

Desde Yugoslavia en 1976, la Eurocopa no había vuelto al Este, una vieja deuda que el fútbol tenía con una serie de países que había dedicado momentos célebres. La Hungría de Kubala en los 50, la Checoslovaquia de Panenka en los 70, la Polonia de Lato en los 80 y compañía, la Bulgaria de Stoichkov en los 90 y sobre todo la selección de la URSS (más ucraniana que nunca) que argumentó Lobanovski con los futbolistas del Dinamo de Kiev en los 70, reclamaban en silencio un guiño a la nueva organización de la Europa del este. Existía el miedo de la novedad, más política y sociológica que deportiva, y por la proliferación de los grupos ultras en los países del Este.

Más sedes. La organización está más que satisfecha. Asegura Michel Platini que el torneo “vivirá mucho tiempo” en la memoria. La UEFA, sin embargo, estudia un nuevo formato, señal de que precisa corregir errores, mantener y expandir el negocio, así como mejorar la repercusión mediática, y sobre todo reducir costes: los estadios no se han llenado, a pesar de la voluntad de la afición polaca que ha cubierto las ausencias del resto por razones de movilidad, el precio de los hoteles ha sido abusivo y la logística resultó muy complicada, tanto que ha habido agravios comparativos respecto al descanso de las distintas selecciones, la mayoría ubicadas en Polonia, incluso cuando muchos de sus partidos se jugaban en Ucrania.

La UEFA estudia un nuevo formato para corregir errores, mantener y expandir el negocio, así como mejorar la repercusión mediática

Asignada la próxima edición de 2016 a Francia, la UEFA y su presidente se plantean celebrar el 60 cumpleaños del torneo en 2020 con una competición de 24 equipos repartida en 12 sedes. Un estadio por país podría resultar más simple y menos caro. La UEFA, de momento, intenta ganarse a los clubes con dinero: repartirá 100 millones entre los que han prestado jugadores: 40 para los de la fase previa y 60 para los que han competido hasta la fase final.

Una buena inversión. Los anfitriones se felicitan igualmente porque se ha cumplido el eslogan de “Haciendo historia juntos”. La Eurocopa ha tenido un impacto beneficioso para Polonia y Ucrania en términos de infraestructura, desarrollo económico y proyección mundial, y a cambio solo se han registrado tres situaciones de tensión: la denominada batalla del Vístula, por el enfrentamiento de los seguidores polacos y rusos, saldado con unos 200 detenidos y 20 heridos; el boicot político de algunos países a Ucrania por la situación en prisión de la exprimera ministra Yulia Timoshenko; y algunos actos racistas protagonizados por seguidores de distintos países, también España. Las distintas sedes, por lo demás, han vivido el campeonato con civismo, sin euforia ni movilizaciones populares, ni tampoco en el anonimato. Acaso ha habido quejas sobre algunas traducciones en las conferencias de prensa y, por otra parte, reclamaciones para mejorar el estado del césped.

El temor estaba extendido por la UEFA en cuanto a los posibles incidentes. Rusia se ha llevado la peor imagen, aunque en realidad, el conflicto habitó por igual entre los seguidores rusos y los polacos, enemistados desde hace tantos años que lo hacían previsible. La eliminación de ambos en la fase de grupos aclaró el camino de dos aficiones condenadas a enfrentarse.

La Eurocopa ha tenido un impacto beneficioso para Polonia y Ucrania

La política y el boicot. El otro asunto que ha planeado por la Eurocopa tenía que ver con la diplomacia europea ante la situación de Ucrania, por sus actitudes dictatoriales contra la oposición. El boicot ha sido casi absoluto hasta alcanzar la final. La política, finalmente, se ha plegado a la foto del éxito (o el fracaso). Cada responsable político ha preferido estar presente en el acontecimiento de la final, entendiendo que el boicot a Ucrania ya se había hecho en las jornadas precedentes, y que no convenía extenderlo al último duelo.

Audiencias. Ciertamente, los estadios no han presentado un aspecto espectacular. La ausencia de los dos anfitriones, tras la fase de grupos, ha influido en la atención popular, más desvaída sin Polonia y Ucrania en los partidos decisivos. Aún así Polonia, he demostrado un inusitado apasionamiento que iba más allá del apoyo a su selección. Sin embargo, la audiencia televisiva ha funcionado a la perfección. El director de comunicación de la UEFA, Alexandre Fourtoy, aseguraba que había 206 empresas con derechos “la misma cantidad que federaciones adscritas”. Los partidos han ido batiendo récords de audiencia. El Inglaterra-Italia, de cuartos de final, fue reguido en el Reino Unido por 20,3 millones de espectadores, superando a dos acontecimientos singulares: la boda del príncipe Guillermo y el Jubileo de Diamante de la Reina de Inglaterra. El partido entre España y Portugal, de semifinales, fue el acontecimiento más visto en la historia de la televisión española, con un pico de 19 millones de telespectadores durante los penaltis.

La tecnología no llega. Las incidencias deportivas han sido leves. La lluvia obligó a suspender durante una hora el Francia-Ucrania, pero la meteorología es ingobernable. También hubo quejas, al principio, por el estado de los terrenos de juego (España protestó en su partido con Italia por la sequedad del césped) y el debate sobre la necesidad de la tecnología sigue siendo una asignatura pendiente. Pese al gol no concedido a Ucrania, ante Inglaterra en cuartos, Platini se ha mostrado contrario al uso de ayudas tecnológicas para los árbitros.

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Sobre la firma

R. BESA
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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