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DESDE MI SILLÓN
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los trozos del pastel

El Sky busca la victoria en la general, así que no gusta en el pelotón que quieran comérselo todo

Un momento de la etapa de la 13ª etapa del Tour.
Un momento de la etapa de la 13ª etapa del Tour.STEPHANE MAHE (REUTERS)

El 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla y fiesta nacional en Francia solo tiene un significado en el Tour: ¡guerra! Si todos los días la hay, este día más aún, y si todos los días hay algún integrante francés en la escapada, este día más aún también; y más todavía cuando es una etapa en la que la fuga tiene mayor probabilidad de ser buena. Que de los ocho fugados cinco fuesen franceses, es un dato relevante para entender esto.

Pero para que la fuga fuese buena, ayer había dos fuertes condicionantes, el viento y el Mont Saint-Clair. Esta subida, era uno de los puntos de atención de la extinta Midi-Libre, y los corredores sabían bien que pese a que era una corta ascensión, la dificultad de sus rampas era suficiente para hacer añicos a lo que quedase del pelotón. Desde su cima además, solo faltaban 23 km para la llegada de Le Cap D´Agde. Y el viento era un factor muy importante a tener en cuenta, tanto antes como después de la ascensión, pues se sabía que tras coronar, la ruta transitaba por una lengua de tierra entre el Lago de Thau y el Mediterráneo; la probabilidad de que el viento soplase fuerte y se liasen abanicos era muy grande. Así fue, y gracias al trabajo del BMC, y posteriormente del Lotto —junto con la ayuda de la isleta central— pudimos apreciar en las imágenes el germen y el desarrollo de estas siempre impresionantes formaciones.

Nada más terminar la etapa, poco después de ver cómo Greipel superaba en el golpe de riñón a Sagan, un amigo me manda un mensaje: “Una pena lo de Luisle... no he entendido el gesto a Wiggins cuando les cogían…” Sí, una pena. Cuando Luis León Sánchez atacó faltando 2 km, yo pensé que ese era el momento para atacar, lo difícil era poder hacerlo. El Lotto había conseguido romper el mermado pelotón —50 unidades— faltando 4 km; faltando 3, los dos grupos se habían vuelto a unir y en esos momentos de indecisión en los que todos los corredores van con “todos los pilotos encendidos”, como se dice en argot, es cuando todos sabemos que hay que atacar. Otra cosa es poder.

Así transcurrió el 14 de julio; no ganó ningún francés pero bueno, ya saciaron su hambre con la victoria de Voeckler y la de Rolland

Luisle lo hizo, y por detrás durante un instante se instaló la duda. Solo Sprick, del Argos-Shimano reaccionó. Ni Lotto, con todas las balas quemadas, ni Liquigas, mermado de efectivos, podían reaccionar a tiempo. ¿Y quién lo hizo entonces? Pues el propio líder Wiggins, imponiendo su fortaleza y su imponente presencia —el maillot amarillo siempre lo hace— a favor de Boasson Hagen, que al final fue tercero en el sprint.

Luisle hizo un gesto recriminatorio con el brazo al ser superado en la última curva. ¿Qué significaba? Trataré de explicarlo con una anécdota propia. Cuando yo era joven, en una vuelta por etapas en la que portaba el maillot de la montaña, me preguntó mi director, Javier Minguez, si iba a luchar por defender ese liderato en la última etapa. Con un diálogo socrático, a través de preguntas de respuesta evidente, me hizo llegar a la siguiente conclusión: tú corres para un equipo grande, por lo que tus objetivos son grandes; tu rival corre para un equipo pequeño, sus objetivos son pequeños; la montaña es una victoria menor, así que deja a cada uno la porción de pastel que le corresponde. A pesar de que no me agradó en exceso la conclusión, entendí entonces el mensaje, y con los años le di aún más valor a aquella lección del maestro Mínguez.

El Sky busca la victoria en la general, esa es la parte del pastel que —no es ningún secreto— se quieren comer, así que no gusta en el pelotón que quieran comérselo todo. Liquigas ya ha ganado tres etapas con Sagan, Lotto ya había ganado 2 con Greipel —tres con la de ayer—, y las etapas que quedan son cada vez menos. El pastel por comer es cada vez más pequeño, y en el pelotón hay equipos que aún están pasando hambre. De ahí el gesto de Luisle.

El significado del gesto no era un “déjame ganar”, sino un “si tú ya has comido, te sientes satisfecho y encima vas a comer más aún, deja comer a los que aún no lo han hecho”. Así lo interpreté yo, espero no equivocarme y creo que Luisle estará de acuerdo con lo que digo. Así transcurrió el 14 de julio; no ganó ningún francés pero bueno, ya saciaron su hambre con la victoria de Voeckler y la de Rolland. Los españoles de momento, siguen pasando hambre y sueñan con encontrar algún resto del pastel escondido por los Pirineos. A ver si hay suerte.

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