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“¿Qué somos? ¡Guerreras!”

Con solo 570 waterpolistas federadas en España, el equipo femenino, con 22 años de media, llega a sus primeros Juegos

El equipo de waterpolo español posa con el nadador Michael Phelps.
El equipo de waterpolo español posa con el nadador Michael Phelps.

Grita Maica García en el vestuario: “¿Quiénes somos?”. Y responde el equipo femenino de waterpolo: “¡España!”. “¿Qué somos?”, insiste la componente del CN Sabadell. “¡Guerreras!”, braman todas. “¿Y qué vamos a hacer?”, termina preguntando Maiti, como la llaman. “¡Ganar, ganar y ganar!”, responden, unidas por el objetivo común. A partir de ahí, el partido puede empezar y que se prepare el que se cruce en el camino de las waterpolistas. Por primera vez España participa en unos Juegos en categoría femenina.

“El gran objetivo siempre es ganar. Cuando nos juntamos, en 2010, pensábamos en clasificarnos. Ya estamos aquí y vamos a luchar por las medallas”, afirma el seleccionador, Miki Oca, exjugador, plata en Barcelona 1992 y oro en Atlanta 1996. “Era cuestión de tiempo verlas por aquí”, asegura Joan Gené, el seleccionador de China, primera rival de las españolas (lunes, 16.30). “Tienen talento y han trabajado muy bien. ¡A ver quién las gana!”, vaticina.

Puede pensarse que lo de este equipo es un milagro. Son 570 jugadoras federadas y compiten de tú a tú con otros con la tradición de Grecia, Italia o Hungría, a los que pasaron por encima en el torneo preolímpico. “¿Milagro? ¡Qué va! Lo nuestro es mucho trabajo, mucho; talento también y... ovarios, los que hagan falta y más”, proclama la capitana, Jennifer Pareja, que añade: “Llevamos muchos años y aquí está la recompensa. Es un equipo muy compensado, con juventud, experiencia y talento”.

No ha habido milagro. Todo ha sido un proceso natural. Miki Oca, seleccionador

“No, no ha habido milagro”, insiste Oca, que resalta el gran trabajo de los clubes y las propias jugadoras. “Todo ha sido un proceso natural de crecimiento”, explica sobre sus chicas, que completan una media de edad que apenas alcanza los 22 años. “Mucho esfuerzo, mucho compañerismo y el talento para combatir el físico de las rivales con sus propias armas. Trabajan como he visto entrenarse a pocos”, tercia Pere Robert, hombre clave en la federación de waterpolo desde 1990 y que, como todos los que hablan de este equipo, no puede ignorar la contribución de Maica: “Es la mejor del mundo en su puesto, de largo”.

“Maica es una de nuestras referencias y la mejor boya del mundo o una de las mejores”, destaca Oca; “reúne una gran envergadura, mucha potencia, es muy hábil, inteligente, técnicamente muy buena y, además, posee una humildad y una sencillez ejemplares”. Pareja dice: “Es una de las mejores del mundo. Está trabajando mucho en el gimnasio y para la posición que ocupa es importante ser grande. Lo bueno es que es muy buena técnicamente. Y es muy rápida en el ataque. Yo, como juego con ella, no tengo problema, pero es una de las boyas más temidas por su dureza”, se ríe al tiempo que la reconoce como “una compañera genial”: “Muy divertida, alocada como todas. Se puede confiar en ella”.

El conjunto está liderado por Maica García, de las mejores boyas del mundo

“He crecido con Maica y es una gran persona”, declara Matilde Ortiz; “siempre está cuando tiene que estar. Y, como jugadora, solo hace falta verla: muy explosiva, muy fuerte. Es nuestra referencia en la piscina. Con ella en el centro, los equipos se cierran mucho y eso nos facilita el trabajo. Saca muchas expulsiones y nos favorece mucho”. “Es impresionante: fuerte y explosiva. Le pasas el balón y siempre saca algo: expulsión o gol”, le elogia Espar; “de pequeña, jugué contra ella y es tan dura como dicen, sí”.

“Yo, la verdad, nunca quise ser boya, pero la genética me obligó”, confiesa Maica (Barcelona, 1990), que, si por ella fuera, saldría al perímetro. “Es duro jugar ahí y si te toca la húngara ni te cuento”, advierte antes de aclarar que no soporta que le peguen “por la cara”. Estudiante de publicidad y relaciones públicas, se confiesa “un poco adicta” al juego Angry Bird y se resiste a ser considerada como la mejor del mundo: “¿Eso quién lo dice? Tengo mis cualidades. Trabajo mucho en el gimnasio y en la piscina y, sobre todo, me fijo mucho. Yo veo a Iván Pérez y digo: ‘Yo también quiero hacer eso’. Practico, insisto y... ¡a veces me sale!”. A Maica no es que la teman en la piscina sus rivales, sino también los chicos. Acostumbran a medirse a los júniors de la selección y contra ellos también puede.

Por supuesto, la boya se niega a ser la referencia. “Somos un equipo por encima de todo. Nuestra clave es la unión en la búsqueda de un objetivo común. Sabemos que valemos para esto. Somos jóvenes y tenemos espíritu competitivo. Nos hemos ganado el respeto de las adversarias, que ahora ya no piensan que ganarnos sea fácil. Somos guerreras”, dice. Y se ríe feliz de estar donde está: en la Villa Olímpica.

“No sabe cómo lloré viendo la inauguración de Pekín”, recuerda. Ahora se hace fotos con Michael Phelps.

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