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Messi bien vale un millón

El delantero, idolatrado en Marruecos, firma un triplete para catapultar la goleada del equipo azulgrana en el amistoso ante el Rajá de Casablanca (0-8)

Jordi Quixano
Messi, rodeado de rivales del Raja de Casablanca.
Messi, rodeado de rivales del Raja de Casablanca.FERNANDO ZUERAS (DIARIO AS)

Habitual hervidero de gritos y negocios, trasiego de circulación con burros y carretas, donde apenas caben los tenderetes a pie de calle, la concurrida medina de Tánger desde hace una década tiene color claramente azulgrana, invasión de las camisetas falsas del Barça que se venden y compran en el país. Lo mismo ocurre en Tetuán, M’diq, Chefchaouen, Cabo Negro… y todas esas ciudades y pueblos que se extienden por las tierras cercanas a Ceuta. Casi todos los niños de allí tienen antes una elástica de Messi, Eto’o o Ronaldinho –los tres grandes hitos para el país africano- que unos buenos zapatos. Anoche, La Pulga les dio una razón más para que esos chicos vociferen su nombre cuando conocen a un español por las calles, para que cuando agarran una pelota traten de imitarle. Leo, en 63 minutos de un partido amistoso, dio todo un recital en Tánger, con un espléndido triplete, muesca de la goleada que le infligió el equipo ante el Rajá de Casablanca (8-0).

RAJA DE CASABLANCA, 0 – BARCELONA, 8

Raja Casablanca: El Had; Erbate, Kachani, Moutouali, Oumar Diop; Chedli, Mabidé, Chibi, Houbry; Ouhaki y Samir Malcuit.

FC Barcelona: Pinto; Alves, Bartra, Mascherano, Adriano; Dos Santos, Sergi Roberto, Rafinha; Alexis, Messi y Afellay. También jugaron Gustavo Ledes, Kiko Femenía, Espinosa, Planas, Deulofeu, Patric, Balliu, S.Gómez y Lombán.

Goles: 0-1. M. 13. Alexis Sánchez. 0-2. M. 34. Messi. 0-3. M. 38. Messi. 0-4. M. 40. Alexis. 0-5. M. 45. Messi. 0-6. M. 57. Alves. 0-7. M. 88. Sergi Gómez. 0-8. M. 90. Deufoleu.

Árbitro: Hassan Kamranifar. Mostró tarjeta amarilla a Rafinha.

Grand Stade. Unos 22.000 aficionados.

Ausente en el primer amistoso con Tito Vilanova al frente del Barça por un hematoma intramuscular en la pierna derecha, Messi apareció ayer en escena para aclarar que su voracidad no tiene fin, que lo mismo le da jugar en el recreo que en el Bernabéu, en una final que en un amistoso. Quizá por eso se justifique su presencia en la alineación inicial por un millón de euros. No tardó mucho en aclararlo: le alcanzaron con 10 minutos para recoger un pase en profundidad de Afellay y enviar el cuero a la red. Falso punta, posición en la que se atornillara con Guardiola, Leo fue más que nunca el punto final del equipo; recogió más tarde un pase de Alexis y luego otro de Alves para escenificar tres goles en 37 minutos, para convertirse en un santiamén en el pichichi de la pretemporada azulgrana. “Cuando tienes el mejor jugador del mundo, con esta capacidad goleadora, suele marcar la diferencia. Y una vez más se ha demostrado”, le elogió sin reparos Vilanova. Una relación que les funcionaba de cadetes y que, a imagen y semejanza que con Guardiola, en el segundo partido de la pretemporada evidenció que no hay otro como Messi. Entonces, en 2008, antes de que se marchara a los Juegos de Pekín, La Pulga le hizo tres dianas al Dundee, escocés; ayer, cuatro años más tarde y cedido el relevo en el banquillo, hizo lo propio con el Rajá de Casablanca y pudo ser mejor porque una vaselina se estrelló en el palo y porque le cedió el lanzamiento de un penalti a su amigo Alves. “He sentido el cansancio…”, señaló para sorpresa de muchos el 10, que anoche portó el brazalete de capitán, al tiempo que destacaba la buena conexión con Alexis –“el año pasado tuvo mala suerte con las lesiones, pero será un jugador importante”, convino- y firmaba autógrafos.

La Pulga les dio una razón más a esos chicos que vociferan su nombre cuando conocen a un español por las calles, para que cuando agarren una pelota traten de imitarle

Si bien el rival fue menor, el Barça fue el equipo reconocible de los últimos tiempos, agresivo, generoso en el esfuerzo, con buen movimiento del balón y la posesión habitual, una extensión de lo visto en el último lustro. Hubo tiempo también para que Sergi Gómez y Deulofeu pusieran la guindilla con sus goles en los compases finales, pero el duelo supuso más una reivindicación del central Bartra –aunque Vilanova se encargó de recordar que quiere reforzar esa línea- y de Sergio Roberto, empecinados en cobrarse un puesto en el primer equipo.

Cumplidos 63 minutos del partido, sin embargo, atronó el Gran Stade, repleto por uno 20.000 espectadores; Messi abandonó el campo. Pero no Marruecos, donde seguirá por mucho tiempo en las camisetas de los niños.

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