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OPINIÓN
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cuarenta años hacia atrás

Ye Shiwen parecer ser una gran figura. A este paso, estará mucho tiempo por encima del resto del mundo

Shiwen, durante la prueba de 200 metros estilos.
Shiwen, durante la prueba de 200 metros estilos.BARBARA WALTON (EFE)

Los países autocráticos han demostrado a lo largo del último siglo que sus regímenes ofrecen más resquicios que las democracias para encubrir los experimentos con dopaje. A veces, hemos descubierto con el tiempo que lo que ocultaban no eran casos aislados de uso de drogas prohibidas, sino programas dirigidos desde sus propios Gobiernos. Uno de esos países ha sido China, cuya Administración sigue caracterizándose por el ocultamiento de los asuntos públicos, entre ellos los relacionados con sus deportistas olímpicos. Las mujeres siempre han estado más expuestas que los hombres a su instrumentalización con sustancias prohibidas, como sucedió con el escándalo de las nadadoras chinas hace 15 años. Estos precedentes no ayudan a Ye Shiwen. La china ha hecho la mayor proeza en lo que va de campeonato durante sus carreras de 400 y 200 metros estilos. Sin embargo, sus actuaciones, además de provocar perplejidad, han inspirado especulaciones públicas, sobre todo por parte de los entrenadores estadounidenses.

Los últimos 100 metros y sobre todo los últimos 50 de la final de 400 estilos del pasado sábado fueron insultantes. No solo batió por un segundo el récord mundial, que se hizo con el bañador de goma. Mejoró su marca personal en siete segundos y, con 16 años, pudo cubrir los dos largos en 58,68s. Lisbeth Basel, una nadadora fabulosa, solo pudo ser segunda, tres segundos después y a dos cuerpos de distancia. La proeza fue de tal calibre que para recordar una superioridad tan aplastante no basta con remontarse a Phelps o Thorpe, los mejores nadadores de las últimas décadas. La última vez que contemplé a un nadador sacando más de un cuerpo de distancia a otro en una final olímpica fue hace 40 años. La china Ye Shiwen no me recordó a Phelps. Me recordó a Mark Spitz y Roland Matthes.

El alemán Matthes hacía los 100 espalda en 56 segundos. Los demás, en 58. Nadaba los 200 espalda en 2m 6s, tres segundos más rápido que el resto. En cuanto a Spitz, conozco la desproporción que había entre él y todos los demás porque nos entrenamos juntos en la Universidad de Indiana.

Ye Shiwen no me recuerda a Phelps y Thorpe, los mejores de las últimas décadas, sino a Spitz y Matthes

Recuerdo que un día de mayo de 1972, cuando estaban acabando las clases, Mark le dijo a nuestro entrenador, Doc Counsilman, que se quería ir unos meses a California a trabajar con Sherman Shauvoor, el preparador de su club. “Doc”, le dijo, “quiero ir con Sherman a Mision Viejo”. Pasó el tiempo y un día Doc llamó a Shauvoor: “¿Cómo anda Mark? ¿Qué está haciendo?”. Shauvoor se quedó de piedra y Counsilman descubrió la verdad: Mark nunca había ido a Mision Viejo. Faltaban dos meses para los Juegos de Múnich y Mark estaba haciendo cualquier cosa menos entrenarse. Era un poco vago. No le gustaba entrenarse y suplía su falta de trabajo con calidad. Pero ese año, en Múnich, ganó siete medallas de oro porque era notablemente superior al resto.

Ye Shiwen puede ser un caso parecido. Por lo que he visto, diría que nada francamente bien. No es el típico caso de nadadora que marca las diferencias solo con potencia. Su libre es estupendo, pero incluso su técnica de braza es muy buena y eso la ha ayudado especialmente. El largo de braza es clave para el cambio de ritmo al final. Ella llega un metro y medio antes a la pared para empezar el crol en el cambio más complicado de la carrera. Si lo empiezas antes que los demás, puedes hacer avances tremendos porque logras una distancia que te va a dar un estímulo psicológico al tiempo que va a deprimir a tus perseguidores.

Cuando vas líder, te sobra fuerza. Es una sensación fantástica. Esto es lo que hizo Ye Shiwen, que parece ser una gran figura. A este paso, estará cuatro años por encima del resto del mundo.

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