_
_
_
_
_

El Lute del pelotón

Javier Aramendia ha estado en todas las fugas, tan románticas como inútiles, de la carrera

Aramendia (derecha), Ignatyev y Javier Chacón durante una escapada en la segunda etapa.
Aramendia (derecha), Ignatyev y Javier Chacón durante una escapada en la segunda etapa.dani sánchez (DIARIO AS)

Entre el trabajo y el éxito media un abismo, que se llama publicidad, protagonismo, muestra de carácter, exhibición racional, ley de la oferta. En ese terreno se mueve como pez en el agua Javier Aramendia (Funes, Navarra; 1986), un fuguista profesional, escapado en todas las etapas permisibles. Poco le importa el trámite de la condena. Sabe que generalmente, los grandiosos de la carrera le van a cazar, cuando la etapa es importante, y si no lo es están los voraces esprínters, que no le van a permitir la osadía de comerles el postre. A Aramendia le da igual. Tiene un espíritu libre, no le gusta ir en grupo, con la grey, prefiere las andaduras en solitario o poco acompañado, aunque sepa que el final es siempre letal, ingrato. Ese momento en el que te pasan los coches de carrera que anuncian que tienes a la tropa a un minuto. Y ese momento en el que miras hacia atrás y ves al que tira del pelotón con la mandíbula desencajada, como si te quisiera arrollar, como si te dijera: “¡Adónde ibas, torpedo!”.

El pelotón sabe que cuando el director dé el banderazo de salida les faltará al menos uno

A él le da igual. Su misión es fugarse, mantener el espíritu de El Lute, que le vean por la tele, que vean su maillot, que le vean los otros directores de equipo más potentes y piensen que quizás sería un buen asistente y eso le elevaría el contrato del próximo año. Aramendia salió de Euskaltel y recaló en el Caja Rural, en el piso interior del edificio del ciclismo, pero no renuncia a coger el ascensor, si llega el caso. El pelotón sabe que cuando el director dé el banderazo de salida les faltará al menos uno, esta vez dos con Palomares, otro fuguista del otro equipo experto en fugas, el Andalucía. Es su juego. Nunca llegarán a su destino. Bueno, llegarán, pero nunca el primero. Generalmente, llegarán de los últimos cuando la caravana de la Vuelta los eche a la cuneta, los aparte para que pasen los torpedos de verdad, los supersónicos. Pero Aramendia y sus compinches piensan: “Que nos quiten lo bailao. Con lo bien que se va solo o con unos amigos…”.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_