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Messi sale en defensa del Barça

La Pulga metió en el partido con un golazo de falta a su equipo, vendido por los errores de los zagueros

Messi se abraza con Iker Casillas al acabar el partido.
Messi se abraza con Iker Casillas al acabar el partido.JUAN MEDINA (REUTERS)

A los diez minutos de partido la tocaba Xavi, aparecía Iniesta y corría Xabi Alonso. En esas, Pedro se la dio a Messi y el Barcelona perdió la pelota. El Madrid salió a degüello, falló Mascherano y se venció Valdés, reventado por Higuaín. A partir de ese momento, el Madrid decidió el partido en ocho minutos trepidantes. Llegaron tantas saetas blancas a Valdés que el de Gavà bastante hizo con dejar el marcador en dos goles encajados, después de que Cristiano Ronaldo aprovechara una pifia de Piqué y volviera a fusilar al portero azulgrana. Dos pérdidas de balón, dos zapatazos verticales, y dos goles.

Pudieron caer más. En un suspiro, el Madrid sentenció la Supercopa. Si el Barcelona llevaba 44 años sin levantar una copa en el Bernabéu, podía esperar un año más.

Puyol no compareció en escena por una fisura en el pómulo; y en el entrenamiento previo el Barcelona sufrió más calamidades. Alves se fue antes de que terminara, Montoya bajó del palco, Alba entró en el campo y Adriano cambió de banda. Duró 34 minutos sobre el césped. No se le da bien el Madrid, que le retrata cada vez que asoma. Al acoso a Adriano, por el que Rosell pagó 15 millones de euros al Sevilla, se le sumó Marcelo y ardió el rancho. Sin el balón, no hay defensa. Y cada vez que el Barcelona perdía la pelota, el Madrid tiraba un puñal. En una de esas, un agarrón sobre Cristiano Ronaldo, pura impotencia, dejó al Barcelona con diez jugadores sobre el campo y un mundo de partido a las espaldas de una zaga destrozada por el desorden táctico.

Llegaba la hora de Montoya, uno de los más prometedores jugadores de la cantera azulgrana. Campeón del Mundo Sub 21, se las tenía que ver con CR7 y le plantó cara al partido como si fuera un veterano. Tito Vilanova quitó del terreno de juego a Alexis y dejó a Pedro, pura esencia. A su chepa empezó a presionar el Barcelona a la desesperada y apagó el fuego.

A Adriano no se le da bien el Madrid, que le retrata cada vez que asoma

Fue entonces cuando Messi salió al rescate y dijo que la pelota era suya. Con el balón el Barcelona se ordena y terminan los sufrimientos. Como de costumbre, La Pulga volvió a marcarle un gol al Madrid. Lleva 15 desde el mes de marzo del 2007, cuando le metió tres a Iker Casillas en el Camp Nou. Le faltan otros tres para igualar los 18 que Alfredo Di Stefano marcó en los clásicos. El de ayer, de falta, metió a su equipo en el partido. Como siempre, Messi salió en defensa de los suyos. A su manera.

En la tórrida noche madrileña, el Madrid defendía con siete llaves, chiflaba la hinchada blanca el peloteo azulgrana y cómodos, buscaban los de Mourinho pelotazos antes que contras. A Mascherano no le tembló el pulso, Montoya se graduó, Piqué aguantó el tipo, y Alba creció por la banda izquierda. Cuando tienes la pelota, aunque juegues con diez y en el Bernabéu, todo parece más fácil para el Barcelona. Y en esas, tras una jugada infinita, Pedro tuvo el empate, se lo inventó dos veces, pero le ganó Iker.

Y ganó el Madrid, por mucho que el Barcelona se llevara la pelota y se fuera con la cabeza alta. A la octava intentona, el coliseo blanco vio ganar a su equipo. Llevaba el Barcelona cinco victorias y dos empates en sus últimas siete visitas. Al final del verano, a veces toca llorar. Y ayer le tocó al equipo de Vilanova.

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