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CICLISMO | VUELTA A ESPAÑA

Bennati reina en el desconcierto

El italiano se impone al británico Ben Swift en el único sprint no ganado por Degenkolb

Bennati se impone a Swift en el sprint en Valladolid
Bennati se impone a Swift en el sprint en ValladolidJosé Manuel Vidal (EFE)

Llegó el pelotón a la recta final y todos se preguntaron dónde estaba el muchacho alemán. John Degenkolb, que así se llama quien hasta ahora contaba sus sprints por victorias, estaba descolocado por una caída que se produjo cuando el grupo enfilaba la meta. El caso es que no estaba, aunque todos lo esperaban cruzando el primero la línea de meta, y de su ausencia se aprovechó el italiano Daniele Bennati, que por cómo se las ha gastado el alemán durante la Vuelta ya debía saber que como oportunidades como la de Valladolid se presentan pocas veces. Se impuso por un pelo al británico Ben Swift, otro que no había tenido una ocasión de ganar como la que hoy le brindó el despiste del alemán, quinto en la etapa.

Fue el día de los sprinters que no son Degenkolb. Cuatro victorias lleva el alemán, en todas aquellas etapas que finalizaron al sprint. Ya se sabía, pero viene bien recordarlo: en las llegadas masivas, el alemán no tenía quien le tosiera. Es cierto que de la carrera faltan los otros iluminados del sprint. Ya sea de los consagrados, como Cavendish, Boasson-Hagen o Greipel, o de la nueva ola, como el heterodoxo Sagan, la representación de llegadores en la Vuelta ha sido escasa. El australiano Allan Davis, Ben Swift y los italianos Elia Viviani y Daniele Bennatti, si acaso, como delegación destacada. También es cierto que alguno que pudo salir respondón (Nacer Bouhanni) no llegará a Madrid. Pero quizá, ocurre porque se dieron cuenta demasiado pronto cómo se las gastaba Degenkolb. Porque más cierto aún es que el muchacho alemán no había perdonado ni una.

Hasta hoy, cuando no apareció, desnortado por una caída que, quizás, le pilló demasiado cerca. Descolocado, en cualquier caso, a la puerta de un baile en el que no se perdona ni una. Fue un final raro, porque de tanto ganar, el chico había acabado por generar cierta sensación de impotencia en el resto de llegadores, como si cada victoria provocara un dejà vu: primero a rebufo, desaparecido; luego a la par de la víctima de turno; y finalmente, un avión propulsado por sus riñones, por la última pedalada ganadora. Así que cuando no se le vio en cabeza, quedó una sensación extraña, como si hubiese faltado a la cita aquel que siempre llega a la hora. Por allí apareció Bennati, listo para recoger el regalo y llevárselo en la cara de Swift. Mal asunto para Swift y malo también para Sky. Al equipo británico, colmado de éxitos en el Tour, no le ha quedado una buena Vuelta, con Froome prácticamente descabalgado del podio y, por el momento, sin victorias de etapa.

La carrera se rodó en un suspiro, bordeando a ratos los 60 kilómetros por hora

Fue un final sorpresa de una etapa llevada a toda velocidad. Un suplicio añadido para todos y, especialmente, para los favoritos, que hoy se dieron tregua. Llevan tanta tralla, tanto sufrimiento sobre el sillín, tan molidos marchan, que algún día tenían que parar. Los que aspiran a ganar la Vuelta a España se tomaron un respiro porque la etapa, más de doscientos kilómetros prácticamente llanos entre Aguilar de Campoo (Palencia) y Valladolid, invitaba a la tregua. Tampoco va a haber pelea todos los días. Así que para Purito, para Contador y para Valverde era un día para asimilar lo ocurrido ayer, para acostumbrarse a ver al madrileño con el jersey rojo de líder. Pero ocurre que los días de transición para unos son las llamadas a la gloria para otros. Para los equipos sin victorias de etapa, hasta hoy 14 de 22; para el equipo Andalucía, ese que a cada fuga mete un aventurero que luzca dorsal (hoy, Luis Ángel Maté); para Degenkolb y su equipo, Argos, porque el muchacho alemán de la sonrisa ancha nació para ganar cada sprint. Y, al final, para los sprinters que no son Degenkolb, porque, aunque pocos lo esperaron, alguna victoria debía perdonar el alemán.

Así que, con tanta llamada a la gloria, la carrera se rodó en un suspiro. Más de 200 kilómetros rodados a velocidad de contrarreloj, bordeando a ratos los 60 kilómetros por hora. Una barbaridad. Y ya se sabe que a más velocidad, más riesgo. De los abanicos se libró el pelotón porque el viento, que tanto complica a veces rodar por los campos de Castilla, no existió. Con el suelo, sin embargo, se topó entre otros Nairo Quintana, como si quisiera emular a su líder, Alejandro Valverde, que ya se dejó el maillot rojo de líder sobre el asfalto camino de Valdezcaray. Con el suelo, en ese final loco y desconcertante, se toparon muchos corredores. Y entre tanta prisa y tanto suelo, Degenkolb, aquel al que todos esperaban, se despistó. Bennati aceptó un regalo extraño y, visto lo visto hasta ahora, único.

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