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“¿De dónde ha salido este tío?”

Los implicados en el frustrado fichaje en 1996 de Nowitzki, con 18 años, por el Barcelona rememoran su entrenamiento con el filial

R. Á.
Barcelona -
Nowitzki muestra la camiseta del Barcelona.
Nowitzki muestra la camiseta del Barcelona. fc barcelona

“¿De dónde ha salido este tío? ¡Es increíble!”. La exclamación le salió del alma a Agustín Cuesta, por entonces entrenador del Cornellà, el equipo filial del Barcelona, tras observar las evoluciones durante un entrenamiento del chaval rubio de 18 años que le había enviado, a modo de prueba, el recién nombrado secretario general del club, Antonio Maceiras. Aquel tipo espigado, alero de 2,08 metros, que luego creció cinco centímetros y evolucionó al puesto de ala-pívot, se llamaba Dirk Nowitzki y no le conocía casi nadie. A finales de diciembre de 1996 estuvo tres o cuatro días en un lujoso hotel, junto al Camp Nou, sopesando la posibilidad de incorporarse al Barcelona. En su alojamiento coincidió con el hombre que acaparaba la atención mediática, Sasha Djordjevic, el base serbio que, tras abandonar su aventura en la NBA con los Portland Trail Blazers, cerraba aquellos días su fichaje por el equipo azulgrana.

Nowitzki acudió al Palau Blaugrana para presenciar un Barça-Joventut y, en el túnel de vestuarios, saludó a los jugadores del equipo que dirigía Aíto García Reneses. Dieciocho años después, aquel chaval vuelve a Barcelona convertido en una de las grandes estrellas de la NBA, el líder de Dallas Mavericks que se enfrentan mañana (21.00, Canal+) al equipo azulgrana en el Palau Sant Jordi.

“Venía de una Liga secundaria [jugaba en la Segunda División alemana con el equipo de la ciudad en la que nació, el Wuzburgo]. Tenía una planta impresionante, pero es que, encima, solo ver cómo botaba la pelota, cómo tiraba y las metía… Me pareció tremendo. Me preguntaba a mí mismo: ‘¿Pero este monstruo de dónde ha salido?”, rememora Cuesta; “y, ojo, que por entonces yo tenía al equipo júnior posiblemente con mayor media de altura de España, con jugadores como Dueñas, Junyent, Moragas…, que, además, tenían un año y medio o dos más que él”.

Tenía una planta tremenda. ¡Cómo botaba la pelota, cómo tiraba y las metía!”

A Joan Montes, director de los equipos de base del Barcelona, le enviaron el verano de aquel año a un torneo en Galicia en el que estaba la selección alemana. Todos estaban pendientes de Femerling, pero Nowitzki destacó muchísimo. “Le recuerdo alto, desgarbado, en el túnel de vestuarios cuando bajó a saludar a los jugadores del primer equipo. Vino con su padre. Le dijimos que le fichábamos seguro, pero daban largas”, explica Ferran Márquez, responsable de Relaciones Externas del club.

Maceiras, ahora ojeador de los Lakers, intentó echar el lazo a Nowitzki cuando solo el Milan había reparado en él. “Y eso que fueron bastantes ojeadores de la NBA al Europeo júnior de Tarbes (Francia), pero no era como ahora, que se fijan en chavales de 15 o 16 años. Todos miraban a Turkoglu [alero turco ahora en Orlando Magic], que era el que parecía tener más potencial, y la selección alemana no era precisamente la que tenía más nivel”, cuenta. Allí contactó con el padre de Dirk, Jorg Werner, exjugador de balonmano y un industrial en una desahogada posición económica: “No estaban preocupados en absoluto por el dinero que pudiera ganar el chico. Me dijeron que deseaban que acabase su ciclo académico en Alemania y que iban a nombrarle un tutor”. Se trataba de Holger Geschwindner, el hombre que ha llevado su carrera.

“Empezamos a construir una relación con Geschwindner. Cuando le invitamos a venir a Barcelona, no era para que pasara una prueba, sino para que viera las instalaciones. Pero, al final de la temporada, nos decían que tenía que cumplir el servicio militar en Alemania. Igualmente insistimos, pero él compitió en el Hoop Summit [torneo entre una selección de promesas de Estados Unidos y una del resto del mundo]. Allí destacó, los ojeadores norteamericanos se despertaron, entró en la espiral del draft y, definitivamente, se nos escapó”, explica Maceiras.

Se esfumó entonces para el Barcelona la posibilidad de contratar a Nowitzki solo unos meses antes de que el club incorporase a su equipo júnior a otro chaval llamado Pau Gasol, dos años más joven que el alemán y, por entonces, uno más de los cientos que soñaban con llegar un día al primer equipo. Nowitzki ganó el anillo en 2011, fue mvp de las finales 2010-2011, 10 veces all star, el primer europeo que ganó el MVP y líder de la selección alemana, subcampeona europea en 2005 y bronce en el Mundial de 2002. El Barça-Dallas incluye otro guiño del destino: los ayudantes de Cuesta en aquel Cornellà, Xavi Pascual y Agustí Julbe, es la pareja que desde hace cuatro años y medio dirige al Barça Regal.

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Sobre la firma

R. Á.
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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