_
_
_
_
_

Un ‘All-Star’ rumbo a China

McGrady, una de las grandes figuras del baloncesto durante la década pasada, jugará con los Quingdao Eagles después de ser rechazado por los Knicks y los Spurs

McGrady lanza a canasta ante Childress, de los Nets
McGrady lanza a canasta ante Childress, de los NetsAFP

No dispuso de la plataforma que supone el paso por la universidad, pero su carrera y su currículum definen una trayectoria extraordinaria. Disputó siete veces el All Star, anotó 19,6 puntos y capturó 5,6 rebotes de media en sus 15 años en la NBA. Percibió 23 millones de dólares por temporada, más que nadie entonces, y una conocida firma de calzado deportivo puso en el mercado unas zapatillas inspiradas en él, las T-Mac. Sin embargo, tan espectacular hoja de servicios no le ha permitido a Tracy McGrady (Florida, 1979) continuar en la mejor liga del mundo, de la que fue una de las estrellas más brillantes antes de ser machacado por las lesiones. Por eso busca ahora en Oriente el contrato que le niegan en Estados Unidos. “Adiós NBA, hola China”, dice el escolta en su página personal, tras haber firmado por los Quingdao Eagles.

Pocos casos hay como el suyo. McGrady es, posiblemente, la estrella estadounidense más rutilante en jugar en el extranjero; al menos, desde que Dominque Wilkins aterrizase en Europa a mediados de la década de los noventa, primero en Atenas (1995) para ayudar al Panathinaikos a conquistar aquella Euroliga, la del ilegal tapón de Vrankovic a Montero, y luego en Bolonia (1997), para dar lustre al duelo de la ciudad entre el Fortitudo y el Virtus de Predrag Danilovic. Wilkins fue el jugador más valioso de aquella final a cuatro. Lo que ocurre es que la estrella de McGrady se ha ido apagando en los últimos cinco años, y ahora el jugador no parece buscar el prestigio perdido en China porque la liga asiática no puede compararse con los campeonatos griego e italiano de los años 90. Busca seguir jugando al baloncesto a un precio que él entienda adecuado, lo que ni los New York Knicks ni los San Antonio Spurs, con quienes ha probado esta pretemporada, le han garantizado.

McGrady promedió 26,1 puntos por partido de 2000 a 2008

La duda es legítima. ¿Acaso McGrady no es apto para completar la plantilla de algún equipo de la NBA? Tiene 33 años, pero eso no parece demasiado. Precisamente los New York Knicks acaban de convertirse en el equipo más viejo nunca visto en el baloncesto de Estados Unidos, después de incorporar a Rasheed Wallace, de 39 años, e incrementar así su media hasta los 32 años y 204 días. Así que no es la edad; o no es solo la edad. Son también las lesiones, que han lastrado el rendimiento de McGrady hasta convertirlo en un jugador prescindible para los Hawks de Atlanta (su último equipo) y para los Pistons de Detroit, donde solo duró una temporada. También para los Knicks de Nueva York, en los que aguantó solo un semestre en 2010 y que ahora le han dado con la puerta en las narices. Estos años ha cobrado el mínimo no garantizado para un veterano, 1,3 millones de dólares. No ha trascendido lo que cobrará en China.

Antes no fue así. Antes McGrady promedió 26,1 puntos en las ocho temporadas que van desde la 2000-2001 a la 2007-2008, con un espectacular pico de 32,1 en la 2002-2003. No pasó por la universidad, un caso atípico, debutó con Toronto Raptors en el curso 1997-1998 y los mejores años de su carrera los pasó en los Orlando Magic (2000-2004) y en los Houston Rockets (2004-2010). Antes, firmó un contrato para que Adidas le patrocinara de por vida. Antes, McGrady se convirtió en el jugador mejor pagado de la NBA: cobró 23 millones de dólares de Houston durante la temporada 2009-2010. Pero después de 2008 sus lesiones, recurrentes desde 2005, se convirtieron en un martirio (solo disputó 30 partidos durante aquel curso). Se extendió su fama de perezoso. Y los Rockets prescindieron de malas maneras y a mitad de año de quien fue su buque insignia durante seis cursos. Durante ese tiempo coincidió con Yao Ming, bajo la batuta de Jeff Van Gundy y su espina es que, a pesar de las apabullantes estadísticas, solo en la temporada 2008-2009 consiguió pasar de primera ronda de los playoff.

De esos años se ha acordado T-Mac en su carta pública de despedida: “Lesiones y todo lo demás, no cambiaría nada. Estoy orgulloso de la huella que dejo en este juego y agradecido de haber formado parte de la NBA”, a la que define como su particular universidad. También se acuerda de Kobe Bryant porque entiende que fue “un honor” haber competido contra él, y de Yao Ming. Recuerda que ha experimentado “los mejores momentos que un jugador puede experimentar” y que ha tenido “algunos oscuros también”. Todos igualmente importantes para ayudarle, dice, a dar forma al hombre que es hoy. Uno que ahora busca otras motivaciones lejos de la cumbre desde donde un día contempló el baloncesto.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_