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El Arco y la Giralda

Que un caballo japonés no gane el ‘Arc de Triomphe’ en Longchamp cuando parece a punto de hacerlo es una tradición parisina: esta vez le ha tocado a Orfevre

Fernando Savater
Olivier Peslier, de azul, llega a la meta del Arco del Triunfo a lomos de Somelia por delante de Christophe Soumillon y Orfevre.
Olivier Peslier, de azul, llega a la meta del Arco del Triunfo a lomos de Somelia por delante de Christophe Soumillon y Orfevre.CHARLES PLATIAU (Reuters)

Borges decía que no concederle el Premio Nobel tras figurar entre los finalistas se había convertido en “una tradición escandinava”. Que un caballo japonés no gane el Arc de Triomphe en Longchamp cuando parece a punto de hacerlo y quede segundo o tercero también es ya una tradición parisina: fue el destino de El Cóndor Pasa, de Deep Impact, de Nakayama Festa… En la edición de este año de la gran carrera la familia Yoshida tomó todas las precauciones para evitar el cumplimiento de la maldición: su campeón Orfevre, un espléndido alazán de impresionante palmarés, se vino a Francia con tiempo suficiente para aclimatarse y se contrató para montarle a Christophe Soumillon, un jinete local con gran experiencia en Longchamp. Orfevre participó en el premio Foy, prueba preparatoria para el Arc, y la ganó con autoridad, de modo que todo parecía dispuesto esta vez para el anhelado triunfo. El único inconveniente es que en el sorteo le tocó el último cajón de salida, el más complicado de gestionar, aunque no parecía un inconveniente insuperable.

Una leyenda hípica asegura que nunca el ganador del StLeger logra vencer en el Arco de Longchamp. Orfevre la ha cumplido

Incluso jugaba a favor del japonés la retirada a última hora de varios competidores destacados, entre ellos Danedream, la yegua alemana ganadora el pasado año que no pudo viajar desde su país por una inoportuna fiebre equina que la puso en cuarentena. Quedaban desde luego rivales de categoría, como Shareta, la joya del Aga Khan que llegó segunda en el Arc el año pasado y que parecía mejor ahora que nunca, y sobre todo Camelot,vencedor en los derbys de Inglaterra y de Irlanda, que acababa de perder por poco la triple corona británica – Dos Mil Guineas, Derby y StLeger- en Doncaster. Pero eso era casi una recomendación para Camelot, porque otra leyenda hípica asegura que nunca el ganador del StLeger logra vencer en el Arco de Longchamp… Además, contaba con la monta de Lanfranco Dettori, el jinete de las grandes ocasiones. La afición popular francesa iba con Saonois, un caballo de origen modesto y propiedad de un panadero de Lyon, que se había convertido en cheval de coeur tras ganar por sorpresa el Jockey Club y el Niel: el pequeño David contra los Goliats millonarios de los jeques y demás grandes cuadras…

Soumillon y Peslier encabezan la carrera.
Soumillon y Peslier encabezan la carrera.Alan Crowhurst (Getty)

Pero lo que nadie podía prever de antemano era que la lluvia incesante iba a convertir la noble pista parisina en una trampa pegajosa y traicionera. En ella fracasaron los más aristocráticos corceles y también, ay, el héroe popular, el sastrecillo valiente. El poderoso Orfevre, sin embargo, a despecho de su mal cajón de salida, logró ponerse en cabeza a cien metros de la meta y parecía que por fin iba a dar la victoria a los japoneses pero… En los últimos trancos la yegua Solemia, brava especialista en ese terreno inhóspito, le alcanzó empujado de manera magistral por Olivier Peslier, un veterano fuera de serie de la fusta. El nipón ocupó la segunda plaza, como manda la tradición no escrita, y detrás llegaron no tanto los mejores corredores sino los mejores “nadadores” que participaban en la prueba…

En los últimos trancos la yegua Solemia, brava especialista en el terreno inhóspito, remontó

A la vencedora Solemia la entrena Carlos Laffón Parias, un sevillano afincado en Paris desde hace décadas que consolidaba así su puesto entre los mejores preparadores europeos. Carlos Laffon, sobrino de la gran pintora Carmen Laffon, proviene de una familia de raigambre turfística y fue jinete amateur en España antes de casarse con la hija de la entrenadora francesa Criquette Head e instalarse en Paris. Es uno de esos españoles que triunfa internacionalmente en un deporte que por desgracia no alcanza en nuestro país el reconocimiento público que merece, por tradición y por prestigio. En cuanto a Solemia, propiedad de los hermanos Wertheimer (una de las cuadras de mayor abolengo), es una descendiente por parte de padre de Northern Dancer y por su madre de Mill Reef,la fórmula genética perfecta. No está mal que una hembra de pedigrí tan inmaculado haya conquistado la mejor carrera europea gracias a la artística puesta a punto deparada por un hijo de la tierra de María Santísima…

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