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El último desmán de Delonte West

El base de los Mavericks, que sufre trastorno bipolar y en febrero se quedó sin casa, es sancionado por conducta inapropiada en el vestuario

Robert Álvarez
West, ante Jasikevicius, durante el amistoso Dallas-Barcelona del 9 de octubre.
West, ante Jasikevicius, durante el amistoso Dallas-Barcelona del 9 de octubre. Alberto Estévez (EFE)

Delonte West, 29 años, Washington DC, encarna la cara B de la NBA. El lunes, tras un partido amistoso entre su equipo, los Mavericks, y los Rockets de Houston, la armó en el vestuario del American Airlines Center de Dallas. Todavía se desconocen los detalles de lo sucedido, pero sí se sabe que no se trata de un acto de indisciplina menor. Rick Carlisle, el entrenador del equipo, decidió suspenderlo de forma indefinida. Llueve sobre mojado. West es uno de los personajes más peculiares e imprevisibles de la NBA.

Sufre un trastorno bipolar que altera su estado de ánimo. Ha tenido que lidiar con la enfermedad, aunque durante los últimos tiempos su comportamiento había resultado muy satisfactorio. Por eso, los Mavericks, el pasado 26 de julio, decidieron renovarle el contrato, aunque pagándole el mínimo salarial, algo más de 900.000 euros, para jugadores en sus circunstancias, con ocho años de experiencia en la Liga.

En la temporada 2009-2010 llegó a cobrar 3,2 millones de euros. Por entonces jugaba en los Cavaliers, junto a Lebron James. Pero durante la pretemporada, en septiembre, cometió una infracción de tráfico en Maryland y fue detenido por la policía. Cuando registraron sus pertenencias encontraron la funda de una guitarra en la que escondía dos revólveres y un fusil. Un año después, fue condenado a arresto domiciliario y a 40 horas de servicio a la comunidad. La NBA, además, le sancionó con 10 partidos.

Por tantos problemas, cobra el mínimo salarial, algo más de 900.000 euros

Solo le faltó a West que, durante los playoffs, mientras su equipo perdía las semifinales de la Conferencia Este ante los Celtics, se rumoreara con insistencia que se había acostado con la madre de LeBron James. Por supuesto, concluida la temporada, West fue traspasado a los Celtics, aunque con uno de los contratos más bajos del equipo: poco más de 800.000 euros. Solo jugó 24 partidos. La pasada temporada recaló en Dallas. Su rendimiento mejoró y este verano renovó su contrato. El pasado mes de febrero West se convirtió posiblemente en el primer jugador de la NBA sin hogar. Él mismo explicó que no pudo pagar el precio de un apartamento en Dallas y durmió varias noches en el vestuario de los Mavericks y también en su coche.

Las ganancias estimadas de West durante su carrera en la NBA ascienden a unos 11 millones de euros. Pero los honorarios de sus abogados, los gastos de su divorcio y otros dispendios le dejaron sin blanca. Para colmo de males, la NBA sufrió un cierre patronal y los jugadores empezaron la temporada, y por lo tanto a cobrar, dos meses más tarde de lo previsto. West tuvo que trabajar en una tienda de muebles en Maryland y vender sus coches y sus joyas. “Todo los que poseía, excepto mi casa y mi ropa”, explicó él mismo al Dallas Morning News. Disputó 48 partidos y tanto su rendimiento como su comportamiento fueron aceptables. Ahora, vuelve a las andadas.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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