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La revolución de los anónimos

Manolo Jiménez, técnico y jefe del área deportiva del Zaragoza, ha formado un equipo competitivo con jugadores de categorías inferiores

Jordi Quixano
Víctor Rodríguez se cae ante varios jugadores del Sevilla
Víctor Rodríguez se cae ante varios jugadores del SevillaJavier Cebollada (EFE)

Está en todos los saraos porque fue una de las condiciones para renovar el contrato, después de que salvara al equipo de la quema en el curso pasado cuando se daba por descontado su descenso, a la cola de la Liga hasta el último estirón. Manolo Jiménez es el técnico del Zaragoza, pero también estudia vídeos de los posibles fichajes, descuelga el teléfono para convencerles, los presenta en sociedad y maneja el área deportiva porque no existe el director deportivo (Antonio Prieto) y el secretario técnico (Pedro Herrera), ambos despedidos por el propietario y presidente, Agapito Iglesias. “A Manolo no le gusta eso de mánager general”, se sisea por el club. Pero lo es. Y el Zaragoza funciona –suma tres triunfos seguidos antes de visitar el Bernabéu-, con un sosiego deportivo que anestesia las penurias económicas e institucionales.

“Las cosas han ido mal hasta ahora, pero con Manolo cambiarán”, les dijeron a varios de los 13 futbolistas que han recompuesto el equipo esta temporada. La realidad es que el club perdió poder de persuasión, coyuntura dada por los vaivenes deportivos y por su crisis de capital. Por lo que se rebajaron las pretensiones. “La economía manda; hemos salido de una ley concursal y hay que ajustarse. Nuestro mercado son jóvenes con proyección, apostar por lo que se les intuye y no por lo que se les ve”, expone el exjugador Chucho Solana, integrante del área deportiva junto al hijo de Jiménez, Dani, Lalo Arantegui y Javier Suárez. “No podemos ir al mercado internacional ni a las grandes ligas como la inglesa, italiana o alemana”; interviene Suárez; “buscamos jóvenes que acaben contrato y sean desconocidos para no entrar a subasta con otros clubes”. Se fichó a jugadores de Segunda B como José Mari (Jaén) y Víctor Rodríguez (Badalona), de Segunda como Montañés (Alcorcón) y Javi Álamo (Recreativo), y anónimos para el gran público como Loovens (Celtic), Sapunaru (Rapid de Bucarest)… Todos ellos futbolistas influyentes en el equipo. “Asumes que con ellos podías acertar o no, y parece que se acertó”, apostilla Solana. Aunque entre la afición otros - Babovic (Partizán de Belgrado), Wilchez (Colo Colo) y Romaric (Espanyol)- generan dudas.

Nada más aterrizar en el club, los nuevos pasaron por el psicólogo Miguel Morilla

“Me llamó Ander Garitano [coordinador de la Ciudad Deportiva] para que jugara en el filial, pero me ofreció hacer la pretemporada con el primer equipo, lo que fue clave para fichar”, admite Víctor Rodríguez, toda una sensación en Primera. “A mí me telefoneó Carlos Cuartero –exjugador del club que echa un mano en el área deportiva- y luego Manolo. Dejé mis vacaciones de inmediato en Formentera”, cuenta Paco Montañés, otra sorpresa del equipo como José Mari, Sapunaru, Loovens… El rendimiento, sin embargo, no es casual.

Nada más aterrizar en el club, los nuevos pasaron por el despacho de Miguel Morilla, psicólogo a distancia del Zaragoza porque vive en Sevilla. “Una charla para quitarnos miedos y para contarle nuestra vida e inquietudes”, explican desde el vestuario. “Aunque a veces lo vemos, nos comunicamos por móvil”, explica Montañés. “Envía un mensaje antes y otro después de cada partido”, amplía Rodríguez. La psicología, en cualquier caso, es algo que tampoco desatiende Manolo Jiménez. “Un día, sin más, me dijo que ya me tocaba cambiarme siempre con el primer equipo”, explica todavía emocionado Rodríguez; “se me pusieron los ojos como platos porque me ofrecía ser uno más. Y, como tal, siempre me repite que debo ser constante y exigente. Sabe exprimirme con sencillez e intensidad”, analiza Rodríguez. “Desde el primer día me dio confianza al decirme que me conocía, y me pidió que me dejara la vida y quedara exhausto. Y como muchos estamos viviendo un sueño, lo hacemos en cada partido”, añade Montañés. Porque son jugadores por formar.

Jiménez, durante un entrenamiento
Jiménez, durante un entrenamientoA. REYES (DIARIO AS)

“Intentamos ser descubridores de talento”, explica Javier Suárez; “vamos los fines de semana a destripar las inferiores de España”. Por lo que los ojeadores se han repartido el país en cuatro zonas (“Valencia, Cataluña, Madrid y Andalucía, porque Galicia y Castilla León nos pillan lejos, y País Vasco está copado por el Athletic y la Real”, apuntan desde el área deportiva) e infinitos informes. “Pero Víctor y José Mari nos han animado a pensar que hay más que pueden jugar en Primera”, subraya Solana. “Esto es un sueño”, admite Montañés, que por si las moscas estudia CAFD (antiguo INEF) en la Universidad. “Jugar aquí quizá lo apreciamos más que otros porque cualquier detalle nos alucina”, añade Rodríguez. Incluso disfrutan de los toallazos de Sapunaru en las duchas –“nos deja marcados a todos”, explica uno; “un domador de leones”, le define otro-, de que Movilla no se deje llamar abuelo, del grito del vestuario antes de los partidos –“Uno, dos y tres, ¡Zaragoza!”- que resume la idea original de Manolo Jiménez al renovar la plantilla: una suma, una consecuencia, un crescendo desde el principio, un equipo.

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