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Márquez, un piloto de videojuego

El campeón de Moto2 firma otra remontada mágica en Cheste y gana una carrera en la que salía último tras adelantar a 32 rivales

N. Tronchoni
Marc Márquez pilota en Cheste.
Marc Márquez pilota en Cheste.MANUEL BRUQUE (EFE)

Las lágrimas asomaron al muro. El curso ha terminado. El niño se ha hecho mayor. Y las carreras ya no serán lo mismo. El equipo de Marc Márquez, ese que le acompaña en cada vuelo o cada tarde de domingo mientras recogen pieza a pieza en el taller donde se construyen los sueños, llora la pérdida de un piloto mayúsculo, que ha crecido ante sus ojos como corredor y como chico, que el año que viene ofrecerá su repertorio de adelantamientos en otro escenario con más luces, MotoGP. Antes, claro, el niño quería dejar su huella. ¡Y cómo lo hizo en el circuito valenciano de Cheste! Desde la última posición de la parrilla hasta la primera. Otra vez. Como ya hizo en Japón hace solo unas semanas. Como también consiguió hacer en su penúltima carrera en 125cc, en Portugal. Solo que esta vez batió a 32 pilotos, más que nunca. Sus remontadas ya forman parte de la historia de un deportista al que le quedan muchas hojas de su biografía por escribir. Mientras tanto se encarga de que ninguna sea insulsa.

Tras ocho vueltas el futuro piloto de Honda ya rodaba en la sexta posición, separado de la cabeza, eso sí, por más de ocho segundos

No le faltaba una pizca de sal a la de este domingo, la última de un año en el que ha dominado la categoría intermedia con maestría, superioridad y también polémica. Márquez había sido sancionado por la dirección de carrera con salir desde la última plaza por un adelantamiento demasiado agresivo en un simple entrenamiento y por considerarle reincidente. Quieren educarle antes de que dé el salto a la categoría reina. Pero él va moldeándose a su manera: escucha, pero sigue atendiendo a su instinto. Ese que le dice de lo que es capaz: de casi todo. Por eso también lo intenta todo. Como ganar en Valencia una carrera sobre el asfalto todavía mojado tras la lluvia matutina, en la que salió más retrasado que nunca; y hacerlo, tal y como explicó él un día antes, en un trazado estrecho como pocos, en el que los adelantamientos se complican a partir de la segunda curva, y cuando ya no tiene nada que ganar, pues el título se lo trajo desde Australia. “Es casi imposible llegar a la cabeza de la carrera aquí; y es imposible ganar, no pienso en ello”, decía el sábado. Mentía.

Lo que hizo Márquez en la salida, nada más observar cómo se apagaban las luces rojas del semáforo, es propio de los videojuegos. Pues esa arrancada loca –sorteando rivales a diestro y siniestro, en la que se inclinó primero hacia la izquierda, buscó el centro después, tomó el interior de la primera curva y siguió rebasando pilotos por el centro después–, sin saciar su sed de venganza por una imagen que cree no merecerse más que otros pilotos tan agresivos como él, solo existía hasta ahora en la imaginación. O en los videojuegos, solo que para bordar un inicio de carrera como el suyo, un aficionado, por cierto, a ese tipo de simulaciones, es necesario hacerlo en modo arcade, donde uno no puede caer y destrozar la moto, ni hacerse daño, ni tirar a los rivales a discreción. Solo si tomas los mandos de la consola y no los de la moto en un circuito son factibles esos adelantamientos, esas apuradas de frenada. Salvo que seas Marc Márquez. Entonces, todo es posible. En el primer parcial del circuito de aquella primera vuelta el chico de Cervera ya rodaba 13º. Y concluyó aquel primer giro en 11ª posición.

Tomó el primer viraje en primera posición a falta de dos giros. Fueron las únicas vueltas tranquilas de una carrera histórica

Tras ocho vueltas el futuro piloto de Honda ya rodaba en la sexta posición, separado de la cabeza, eso sí, por más de ocho segundos. Las caídas, además de la de Espargaró en aquellas vueltas iniciales, de Simeón y Zarco, le evitaron algún adelantamiento marca de la casa, como el que protagonizaría con Aegerter justo llegados al ecuador de la prueba. Fue una frenada al límite, muy al límite, y desplazó a su rival ligeramente hacia fuera de la pista, tan abierta es su trazada habitual: antes de seguir se giró y pidió disculpas, que fueron aceptadas. Y se colocó tercero, a la caza y captura de Nico Terol, quien también sufriría su irreverencia: le encontró a siete vueltas del final, se pegó tanto a su colín que tuvo que frenarse, y firmó un cambio de dirección tan brusco que el valenciano se vio obligado a dejarle algo más de hueco para evitar un toque que ni uno ni otro deseaban.

Fue entonces cuando Márquez empezó a marcar una vuelta rápida tras otra, con sus pulsaciones buscando también los límites (199 por minuto): rodaba solo y casi dos segundos por vuelta más veloz que Terol, un segundo más rápido que Julián Simón, que corría en cabeza desde el octavo giro. También a él lo cazó. Y lo estudió durante una vuelta: como tenía tiempo suficiente y ritmo de sobra lo hizo fácil por vez primera en toda la prueba: le ganó la partida en la recta y tomó el primer viraje en primera posición a falta de dos giros. Fueron las únicas vueltas tranquilas de una carrera para la historia.

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Sobre la firma

N. Tronchoni
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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