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Pedrosa elige tarde pero bien

El piloto español gana una carrera que empezó desde el ‘pit lane’, donde cambió los neumáticos de agua por unos lisos justo antes de la salida Lorenzo se cae cuando rodaba primero

N. TRONCHONI
Dani Pedrosa celebra su victoria.
Dani Pedrosa celebra su victoria.JAVIER SORIANO (AFP)

Fue una carrera extraña, atípica. Porque no había ya nada en juego. Porque cuando el día amanece nublado los planes sirven de bien poco. Y porque la estrategia, que tan pocas veces asoma a las carreras de dos ruedas, fue clave en una prueba que empezó con el asfalto menos mojado de lo que los pilotos preveían. El momento álgido se vivió justo antes de que se apagara el semáforo. Pues la elección de neumáticos fue decisiva como en pocas ocasiones. Solo cinco pilotos calzaron en parrilla el neumático liso habitual para una pista seca: fueron Lorenzo, Bradl, Silva, Petrucci y, en el último instante, también Nakasuga, sustituto de Spies en el equipo oficial de Yamaha. Si bien, hubo otros tantos que, comprobado el estado del asfalto en la vuelta de formación se largaron directamente de vuelta a su taller para cambiar las gomas rayadas, utilizadas cuando llueve, por las lisas. Entre estos pilotos estaban Pedrosa, Hayden, Bautista y Crutchlow.

Hubo unos pilotos osados que se largaron directamente de vuelta a su taller para cambiar las gomas rayadas, utilizadas cuando llueve, por las lisas

La osadía les obligó a salir desde el pasillo de los garajes. “Nunca antes había salido desde el pit lane. Además, no sabía si me daría tiempo. Pero cambié la moto. Y tuve muy malas sensaciones durante la espera”, confesó el piloto de Honda. Pero su estrategia se desveló acertada poco después. La pista empezaba a mostrar un carril prácticamente seco y seguía secándose todavía más a medida que rodaban. De modo que hubo dos salidas: una, la tradicional, en la que se vio danzar sobre su moto a Lorenzo, que vio cómo patinaba la Yamaha y perdía alguna posición; y otra, la del pit lane, en la que los cuatro atrevidos arrancaban desde la misma línea de salida y en la que se vio a Pedrosa salvar el mismo baile con su Honda que había experimentado su colega poco antes: “Ha sido el momento más crítico, las motos de los cuatro no paraban de patinar, nos íbamos dando goles y nos mirábamos unos a otros sin saber muy bien qué hacer”, explicaría después.

Y así, mientras pilotos poco habituales como Aleix Espargaró o Barberà se situaban a la cabeza del pelotón, Lorenzo se perdía tras poco menos de una decena de rivales y Pedrosa se lo pasaba pipa adelantando a unos y a otros al tiempo que trataba de recuperar las sensaciones sobre un asfalto delicado. Tras el segundo paso por meta Pedrosa era decimoquinto; Lorenzo, séptimo. Tras cuatro giros, Lorenzo ya era primero y el catalán había remontado hasta la sexta posición, lo que demostró –además de su excelente estado de forma y la enorme confianza en sí mismo ganada este curso– que la elección del neumático para seco pese a que la carrera había sido declarada en mojado era la elección correcta. Lo comprobaron también a medida que pasaba el tiempo el resto de pilotos. Y empezaron a dejarse caer por sus talleres uno detrás de otro, a partir de ese cuarto giro al trazado Ricardo Tormo de Cheste. Cambiaron su moto pilotos como Stoner, Dovizioso o Rossi. Era necesario. Si no, aquellas gomas rayadas no resistirían un par de vueltas más.

Pedrosa inalcanzable, disfrutó en soledad de su séptima victoria de la temporada, una más que Lorenzo, el campeón del mundo

Y mientras Lorenzo se abría paso, Pedrosa le acechaba recortando cada vez más la distancia que les separaba y, por el camino, fueron sucumbiendo a un asfalto delicado un buen puñado de pilotos: Hayden, Silva, Rolfo o Brdl (que iba tercero) en los primeros compases de la prueba. Poco después también lo hicieron Barberà o Corti y, entre los primeros: Lorenzo y Crutchlow, que sufrieron, primero uno y después otro, dos caídas espeluznantes. El mallorquín se fue al suelo cuando lideraba un pelotón desmembrado por tanto contratiempo, tan desmembrado que, al ecuador de la prueba, el de Yamaha ya se disponía a doblar a otros pilotos. Perseguía a Ellison, pero murió en el intento: “He arriesgado mucho porque los doblados no se apartaban. Él me ha visto, pero no me ha dejado sitio y, tras unas curvas siguiéndolo, he tenido que salir de la trazada para adelantarlo, pero solo había un carril muy estrecho seco”, explicó. Su moto le hizo un extraño, trató de salvar el susto y la sacudida final fue todavía peor que la primera: voló por los aires. No lo hizo Crutchlow (que cayó cuando era segundo, a mucha distancia de Pedrosa), que amagó con hacerlo; en cambio terminó arrastrándose por los suelos y salvó un atropello de su propia moto.

Los compases finales mostraron a un Pedrosa inalcanzable, con un ritmo excelente, disfrutando en soledad de su séptima victoria de la temporada, una más que Lorenzo, el campeón del mundo, y de un triunfo nunca antes visto, pues jamás había salido desde el garaje para ganar una prueba: “Después del error de Jorge la carrera se me hizo muy larga”, confesó. No en vano nadie le hacía sombra por delante ni tampoco le incomodaba nadie por detrás, pues llegó a tener una ventaja superior a los 38 segundos. Solo Stoner parecía estar a la altura de su compañero y brindó finalmente una buena carrera en la que se quitó rápido de encima a Bautista y subió al podio, el último de su carrera. Entre las dos Honda, la Yamaha de Nakasuga, invitado de honor a la fiesta de fin de curso y que ofreció una carrera más que digna.

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Sobre la firma

N. TRONCHONI
Redactora jefa de la sección de Deportes y experta en motociclismo. Ha estado en cinco Rally Dakar y le apasionan el fútbol y la política. Se inició en la radio y empezó a escribir en el diario La Razón. Es Licenciada en Periodismo por la Universidad de Valencia, Máster en Fútbol en la UV y Executive Master en Marketing Digital por el IEBS.

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