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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Columna
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Mike Brown no era el problema

El lío en los Lakers es el enfoque mercenario que adoptaron para construir el equipo

Mike Brown, durante un partido con los Lakers.
Mike Brown, durante un partido con los Lakers.R. B. (AP)

Mi última novia estaba en un grupo de cierto éxito que publicó tres álbumes sonados antes de romper conmigo, seis meses después de que empezásemos a salir (llámenme Paul Ono). Cuando la fortuna dejó de sonreírle al grupo, le pregunté inocentemente cuál era el problema: ¿No podía unirse a otro grupo, o crear uno completamente nuevo?

Su mirada lo dijo todo. Los grupos de rock no son modelos de Lego; no puedes construir uno con cualquier pieza tirada por el suelo. Son más parecidos a los matrimonios, o a las familias; crecen a lo largo del tiempo, poco a poco, y esa evolución es mucho más fácil cuando todo el mundo empieza en el mismo punto: con la misma edad o en la misma etapa de la vida.

La versión de este año de los Lakers se parece al grupo de rock de Lego menospreciado por mi exnovia. Más Velvet Revolver, y menos Guns ‘N’ Roses. Y esa es la razón por la cual todo el jaleo que ha rodeado al despido de Mike Brown – aunque es comprensible – seguramente no capte la idea. Mike Brown no era el problema; el problema es el enfoque mercenario que los Lakers adoptaron a la hora de construir el equipo.

Está de moda comparar a los actuales Lakers con los Heat de Miami de hace dos años. Por ejemplo, ese equipo de los Heat empezó la temporada 2010-11 con un 9-8. Por lo tanto, es posible que los problemas de los Lakers tengan un precedente, y todo el mundo debería dejar de jugar a los Mitch Kupchak de salón y dejar el análisis a los profesionales. Pero los Heat tenían la ventaja de contar con jugadores de baloncesto en su mayoría jóvenes que, por lo menos, parecían entusiasmados por compartir un vestuario. No se puede decir lo mismo de esta encarnación de los Lakers.

Es verdad que Steve Nash ha sido mvp dos veces, pero sus vértebras parecen una torre Jenga en plena caída. Y sí, Dwight Howard estuvo una vez de moda como uno de los cinco mejores jugadores de la NBA, pero esa clasificación parece anterior a Linneo por la relevancia que tiene actualmente. Kobe Bryant sigue enfadado con todo el mundo, y Pau Gasol, bueno, pues el pobre Pau está atrapado en medio de todo esto, preguntándose cómo demonios se ha metido en este lío y con ganas de ponerse a estudiar medicina, que no es algo que cualquier otro ser humano del mundo diría.

Los Lakers no encontrarán la salida al laberinto con contrataciones y despidos, ni con más gasto. Lo harán con algo pequeño y matizado

Por supuesto, es posible que los Lakers encuentren la forma de salir del laberinto en el que se han metido ellos mismos. Al fin y al cabo, estamos hablando de los Lakers.

Pero no encontrarán la salida con contrataciones y despidos, ni con más intercambios y más gasto. Lo harán con algo pequeño y matizado, como una escapada del equipo o si Steve Nash impone su voluntad sobre la de Kobe Bryant, o si Kobe Bryant impone su voluntad sobre toda la humanidad como Gozer, el villano casi todopoderoso de Cazafantasmas, solo que de una manera extrañamente bondadosa que no le haga acabar destruido por una mochila de protones. O quizá los Lakers no encuentren nunca la salida. Porque bien podría ser que el mejor resultado posible para este grupo sea un álbum mediocre, una gira mundial desastrosa, un montón de dedos señalándoles, y, algún día, un documental ligeramente interesante sobre su vida más allá de la música en el que aparezcan un Steve Nash ajado, Pau Gasol con una bata de laboratorio y Mike Brown riéndose y diciendo: “¿Se acuerdan de cuando todo el mundo pensaba que yo era el problema?”.

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