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Ferrer gana a Berdych, pero enciende la llama para nada

El alicantino arrolla 6-2, 6-3 y 7-5 a Berdych e iguala el cruce (2-2), pero Stepanek logra el punto decisivo

Juan José Mateo
David Ferrer celebra su victoria ante Tomas Berdych.
David Ferrer celebra su victoria ante Tomas Berdych.MICHAL CIZEK (AFP)

Eso no es un tenista, es un pitbull. En el cuarto partido de la 100ª final de la Copa Davis (República Checa, 2; España, 1) Tomas Berdych siente en seguida que David Ferrer juega con mucho más que una raqueta: el español sale mordiendo, rabioso como un perro de presa, y suma 13 de los 16 primeros puntos (3-0, gana sus dos primeros saques en blanco). El checo es la nada. Ferrer es el todo. El español abre las mandíbulas para enseñar sus fauces, son sus tiros como zarpazos, y la violencia de su golpeo es tanta que al checo no le da tiempo ni de decir que tiene miedo: en solo 2h 25m es 6-2, 6-3 y 7-5 para el número cinco del mundo, que firma un partido para el recuerdo. Quedará como una demostración de valentía: Ferrer, un tenista de 1,78m, tumba a otro de 1,98m y a domicilio para igualar la final de la Copa Davis (República Checa, 2; España, 2). La pena para él y el equipo español es que luego Almagro no resistiría el tenis de Stepanek, por lo que la Ensaladera cayó para la República Checa. Eso no lo sabía Ferrer, que jugó de maravilla para deshacerse de Berdych.

En el principio, es un partido entre el número cinco y el seis del mundo. El ránking indica que se verá un duelo apretadísimo, áspero y arisco, que la distancia entre los dos tenistas debe ser mínima. La pista desmiente esa lógica. Ferrer agranda a cada tiro lo que le separa de Berdych: el corazón, la cabeza y el conocimiento del juego. Donde el checo aporta golpes como puñetazos, él propone una cosa mucho más complicada. Análisis en vivo, reflexiones a 120 kilómetros por hora. Ferrer sabe que en el cuerpo a cuerpo continuado no está su partido. Decide abrir la pista. Explota la cancha a lo ancho, en lugar de a lo largo, para tener siempre a su contrario en movimiento. Sabe que su victoria pasa por plantear varias preguntas: ¿Tomas, cuántas fuerzas te quedan tras jugar dos días seguidos? ¿Tomas, cuántas carreras estás dispuesto a pegarte antes de intentar un tiro suicida? ¿Tomas, tienes el corazón fuerte, la mente clara, aguantas la presión de un país entero esperando tu victoria?

Ferrer agranda a cada tiro lo que le separa de Berdych: el corazón, la cabeza y el conocimiento del juego

Y no, Berdych no tiene las piernas frescas, ni puede aguantar ese ritmo endemoniado, y quizás juega con gorra un partido bajo techo porque no quiere que se le escape el humo que despide su cerebro. Frito por Ferrer, nunca pesa en el encuentro. El español sale en quinta marcha. Él, gripado. Cuando Ferrer suma el primer set, ya está firmada la condena del checo: el número cinco jamás ha perdido un partido a cinco sets en la Davis (13-0) tras ganar el primer set. Peor para Berdych: él, que pasa por un gigante de la competición, ha perdido cinco de los siete partidos que ha competido el primero con la eliminatoria viva el domingo.

Berdych golpea de derecha.
Berdych golpea de derecha.AFP

“¡Sí se puede, sí se puede!”, gritan los ruidosos españoles entre las trompetas de los checos, silenciados por la exhibición de piernas de Ferrer, capaz de cazar pelotas imposibles. “¡Sí se puede!”, animan los espectadores de rojo, espoleados por las derechas de Ferrer y sus restos, que se procuran once bolas de break y cinco roturas sobre el afamado saque de su contrario. “¡Sí!”, grita el alicantino cuando de gruñido en gruñido se adelanta en la tercera manga y ya siente que el partido es suyo, que ese Berdych paliducho y sin sustancia ya no le puede dar un susto. El checo, que consiguió su primer break cuando el duelo ya había consumido 2h 8m, ni siquiera dominó abrumadoramente en el saque (por sus 11 aces se apuntó ocho Ferru) y gastó más fuerzas en intentar organizar la charanga (el banquillo hizo de transmisor entre sus órdenes y el público) que en pelear el duelo a brazo partido.

La victoria del número cinco mundial dejó a España frente a la posibilidad de ganar su sexto título, segundo conquistado a domicilio tras el de Argentina 2008. Pero Stepanek tuvo la última palabra sobre Almagro.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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