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El fútbol como único referéndum

El Barça bate registros con un discurso futbolero y el liderazgo silencioso de Vilanova En el Madrid, pese a su extraordinario potencial deportivo, su técnico desvía el debate hacia su figura

José Sámano
Messi sonríe durante el duelo ante el Athletic.
Messi sonríe durante el duelo ante el Athletic.LLUIS GENE (AFP)

“Quitar a Messi es como si estuviera jugando en la plaza del pueblo y su madre le enviase a buscar el pan. Iría, ¡pero de mal humor!” La respuesta, dicha por Tito Vilanova en tiempos de auxiliar de Pep Guardiola, en una entrevista en EL PAÍS en diciembre de 2009, aún tiene sentido con La Pulga en la cúspide. Paradójico: al niño que llegó a Barcelona para engordar hoy le devora su hambre futbolístico, para bien del club que le acogió, para gozo del fútbol español que le disfruta y para suerte de las buenas hinchadas. Si Rijkaard le dio la alternativa y Guardiola le cambió el molde, Messi ha vuelto al recreo con Vilanova, el mismo que le meció la cuna en su etapa de cadete, hace ya una década. Con su exmonitor infantil, es como si el argentino hubiera regresado al patio, alimentado, además, por la propia naturaleza del técnico, un entrenador de fútbol, sin más. Con Tito, el Barça ha perdido eco en la portavocía. No es ni más ni menos que un club en cuya caseta prima lo futbolero.

En el campo, Messi riñe con Villa, fuera con nadie, siquiera con Cristiano y sus balones de oro, debate que le espanta tanto como mal le sienta el frac en las galas

Messi juega como nunca y calla como siempre. Lo mismo que Tito bate registros con aire de secundario, sin gravedad. De Vilanova no se demandan banderas, solo se espera a un entrenador de fútbol y él cumple a la perfección con ese papel, lo que no es poco, con tanto apego por el espejo como hay. Vilanova dirige y el equipo juega y punto. De maravilla, por cierto, y con una voracidad conmovedora, nada habitual en un equipo con la mochila repleta de éxitos. Este Barça disfruta como nunca y se nota: el mejor arranque en la historia de la Liga.

En el campo, Messi riñe con Villa, fuera con nadie, siquiera con Cristiano y sus balones de oro, debate que le espanta tanto como mal le sienta el frac que luce en esas galas. Messi es fútbol, nada más. Los partidos de su vida empiezan y acaban en el campo. Luego no hay ruido que valga. Messi solo es su monumental obra.

Lo ajeno a la pelota distrae; esa es una de las ventajas de los azulgrana

La poética de Messi y su pandilla, en nada debiera rebajar a otro elegido, Cristiano Ronaldo, futbolista de época, sublime. Como Messi, de origen humilde, pero al contrario que aquel, que no tiene más entorno que messilandia, el portugués tiene un coro alrededor que no siempre refuerza como debiera su autoestima. A Ronaldo no le basta con su descomunal ejercicio sobre el césped, necesita el permanente reconocimiento exterior. En nada le favorece la constante comparación con Messi que fomentan él mismo y, sobre todo, su interesada periferia. Ser el uno o el dos en un deporte colectivo poco o nada afectaría a su carrera, muy por encima de lo que voten los técnicos o capitanes de Tahití o las Islas Salomon. Cristiano, por sí mismo, es un jugador grandioso, como demostró de nuevo el sábado ante el Atlético. Como gran técnico es José Mourinho, cuyo historial obedece a su trabajo de campo, no a sus broncas. Con su intento de convocar un referéndum sobre su persona antes del derbi solo subraya el culto a sí mismo. Mourinho solo es un entrenador, y de los más grandes, y con eso debiera servirle. Si quiere una consulta popular, a su obra, no a su ego. Parece que los títulos no calman su vanidad y de ahí que en sus discursos no abunde el futbolero, la faceta que se supone mejor domina. Mourinho precisa de algo más que trofeos. Un mal ejemplo para CR, que, aunque no lo crea su técnico, es sobre el tapete donde uno y otro construirán su leyenda. A veces por delante de Messi y otras por detrás, cosas del juego.

Lo ajeno a la pelota solo distrae. Esa es una de las ventajas que hoy le lleva el Barça al Madrid: el fútbol como único debate. Cuando lo imponga el Madrid sobre sus personalismos habrá otro partido mayúsculo. Y bien que lo disfrutará CR, un genio amparado por una institución gloriosa, mitológica.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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