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Solo ‘creíbles’ en el Tour

El equipo de Contador deberá acogerse al credo del Movimiento por un Ciclismo Creíble

Carlos Arribas
Contador y Armstrong, en el podio del Tour de 2009.
Contador y Armstrong, en el podio del Tour de 2009.patrick hertzog (AFP)

La revolución cultural era, finalmente, esto: el verdadero poder dentro del ciclismo no está en manos ya de los viejos actores, de la Unión Ciclista Internacional (UCI) o de los organizadores del Tour (ASO), sino de algo más etéreo e indefinible, de un digamos estado de ánimo (o sentimiento de culpa) impuesto en el colectivo tras el caso Armstrong y reforzado por las acciones de diversos grupos de presión unidos por la fe en el antidopaje y agrupados bajo etiquetas que incluyen casi siempre los conceptos creíble, nuevo, ética y cambio.

Esto, que lo intuye ya todo el mundillo ciclista, cuyo cotidiano es un sinvivir de sobresaltos continuos, lo sabe a ciencia cierta Alberto Contador, cuya participación en el próximo Tour no dependerá tanto de su valor deportivo ni de su condición de doble ganador, sino de la limpieza de fachada ética que lleve a cabo su equipo, el Saxo-Tinkoff.

Lo primero es incuestionable pero no está cuantificado en el ránking de la UCI, el único criterio deportivo que obliga a ASO a la hora de elegir sus participantes. La condición de viejo campeón del Tour es secundaria para ASO, que ha respondido a las exigencias del ciclista (“si no me dicen con tiempo si me invitan, no voy al Tour”, dijo) con un “habrá Tour, con o sin Contador”, eco de aquel “no son los campeones los que hacen al Tour, sino el Tour el que hace a los campeones” que le espetó Jean Marie Leblanc, exdirector del Tour, a José Miguel Echávarri cuando este mantuvo un pulso para conseguir beneficios para los equipos a cambio de la participación de su Banesto con Miguel Indurain.

Greg LeMond pide la dimisión de McQuaid y se postula para presidir interinamente la UCI

La tercera, la limpieza de fachada, solo la considerará cumplida el Tour si el equipo de Contador solicita la admisión, y es admitido, en el Movimiento por un Ciclismo Creíble (MCC), creado en Francia a comienzos del Tour de 2007, que agrupa a más de una docena de equipos, y en cuyo credo figura, entre otros mandamientos, el compromiso de no contratar corredores que hayan cumplido una sanción de dos años por dopaje en los dos años siguientes a su cumplimiento.

“Solo invitaremos a equipos que pertenezcan al MCC”, ha hecho saber el Tour. El Saxo-Tinkoff no solo no ha solicitado aún su admisión a la asociación sino que ha hecho movimientos en el mercado que le alejan de la prístina conducta pública reclamada, como la anunciada, aunque no oficializada, contratación del australiano Michael Rogers.

Si un gregario fue decisivo para que Bradley Wiggins ganara el Tour pasado ese fue Rogers, capitán de ruta del Sky, y así lo recalca sobre todos el propio Wiggins en My Time, su libro sobre el Tour 2012. Pese a ello, y pese a que Rogers tiene contrato con el Sky hasta diciembre de 2013, el conjunto inglés le ha liberado del compromiso, le ha abonado, según varias fuentes, el salario pendiente y le ha ayudado, incluso, a buscar nuevo equipo. Todo ello ha ocurrido justo después del estallido del caso Armstrong, un detonante que llevó al Sky a llevar a cabo un proceso de limpieza que pasaba porque corredores y personal firmaran una confesión en la que se sinceraran sobre sus relaciones con el dopaje. Aquellos que reconocieran haberse dopado en el pasado serían despedidos. No se sabe si Rogers confesó, pero sí que en su confesión-acusación a Armstrong, Levi Leipheimer le citó como adepto a la secta del doctor Ferrari, y que el propio Rogers reconoció públicamente que cometió “un error” al pagar a Ferrari para que le entrenara.

Otra muestra del nuevo aire ciclista se respiró ayer en Londres, donde, aupado por el movimiento Cambia el Ciclismo Ahora (CCA), el exciclista norteamericano Greg LeMond pidió la dimisión inmediata del presidente de la UCI, Pat McQuaid, y se dijo preparado para asumir interinamente su cargo hasta que se convocaran elecciones. El CCA, cuyo líder teórico es Michael Ashenden, sabio del dopaje sanguíneo (y acusador de Contador ente el TAS), y con apoyos mediáticos en periodistas del sector militante antidopaje (y antiArmstrong: el irlandés Paul Kimmage, el británico David Walsh), también presentó un plan de acción y regeneración para el ciclismo, que pasaría por privar a la UCI de la responsabilidad de los controles antidopaje y por la creación de una comisión para la verdad y la reconciliación. En ella, todos aquellos ciclistas que relataran su experiencia con el dopaje, y describieran las condiciones y con quién lo llevaron a cabo, serían beneficiarios del perdón, “pues”, aseguró Ashenden, “la tolerancia cero solo conduce al silencio”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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