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El Deportivo se instala en la nada

Los de Oltra empatan (0-0) ante un meritorio Valladolid en un duelo falto de ambición

Balenziaga despeja el balón ante Riki y Abel Aguilar
Balenziaga despeja el balón ante Riki y Abel AguilarCabalar (EFE)

Deportivo y Valladolid sumaron un punto y dan continuidad a su caminar en la Liga, una prórroga que duele a los locales, que tras 16 partidos solo han ganado dos y cierran la tabla sin ofrecer más síntoma de mejoría que el de, por tercera vez en el ejercicio, no haber encajado gol. Magro balance ante un rival que rentabiliza su valor como pocos, con el mérito del modesto que quiere jugar al fútbol y además obtiene resultados, pero al que seguramente le faltó en Riazor un punto de ambición para golpear aún más.

El Deportivo jugó como se le supone a un colista: mal. En el camino hacia sus miserias actuales se ha dejado jirones del ideario de un entrenador que llevaba meses pregonándolo más ante los micrófonos que sobre el campo. La presión al rival se ha convertido en repliegue intensivo, la osadía ofensiva en molicie. La manta era demasiado corta y la clasificación demanda nuevas obligaciones. Oltra quiere ahora, quizás más bien necesita, que el equipo se junte y no haga concesiones.

Deportivo, 0 - Valladolid, 0

Deportivo: Lux; Laure, Marchena, Aythami, Evaldo; Bergantiños, Abel Aguilar; Bruno Gama, Valerón (Salomão, m. 61), Pizzi (Nelson Oliveira, m. 76); y Riki (Javier Camuñas, m. 81). No utilizados: Aranzubia; Manuel Pablo, Zé Castro y André Santos.

Valladolid: Dani Hernández; Rukavina, Sereno, Valiente, Balenziaga; Álvaro Rubio (Sastre, m. 77), Víctor Pérez; Omar Ramos, Óscar, Bueno (Rubén Peña, m. 83); y Manucho (Javi Guerra, m. 67). No utilizados: Jaime; Peña, Sastre, Baraja, Jairo Neira.

Árbitro: Gil Manzano. Mostró tarjeta amarilla a Marchena y Salomao.

Unos 20.000 espectadores en Riazor.

El Valladolid se tomó el partido con la tranquilidad que otorga transitar por la zona templada de la tabla. Tiene buenas intenciones, dispone del sosiego preciso para ponerlas en práctica y dos mediocentros que saben tratar la pelota, factor que siempre ayuda. Partió prevenido, como si esperase que los apuros del rival le invitaran a desmelenarse de inicio. Algo de eso hubo, pero el Deportivo tampoco se desató, delicado como anda, sin más arquitecto por dentro que el apagado Valerón, encontró una cierta amplitud para hincarle el diente al partido desde los flancos. Pero casi nunca lo hizo en superioridad sino en ataques que morían en centros fácilmente defendibles. Apenas sintió cosquillas el Valladolid, que creció con los minutos, en cuanto Álvaro Rubio y Víctor Pérez contactaron con el balón. Acostado hacia su área en cuanto perdía la pelota, el Deportivo dejó en el último tramo antes del descanso que su oponente moviera la pelota, que mostrase que la paciencia le podía dar el premio. Pudo obtenerlo en el ecuador de la primera parte en un doble remate de Óscar que exigió lo mejor de Germán Lux, ayer sustituto de Aranzubia, en una pirueta de Oltra en la búsqueda de reactivos.

Los reflejos de Lux evitaron un sofocón al Deportivo, que lo último que necesitaba era remar contra corriente. Pasó la tormenta y el partido regreso a su trantrán, pero el Valladolid había oteado que había un camino, que sin excesivo riesgo podía llegar al gol. Comenzó a explorarlo con más resolución tras el descanso. Ahí, cuando el Deportivo amagó con volver a las andadas del todo o nada se abrió el partido, cuando alguno de los futbolistas de Oltra comenzaron a emitir señales de desesperación por llegar al gol. Lo hizo Pizzi, que operó tras el delantero cuando a Valerón vació su depósito, y que fiado en su magnífico golpeo quiso ganar el partido desde la media luna antes de que el entrenador lo enviara al banquillo para jugar con dos puntas y acercarse al triunfo en sendas ocasiones de Salomão y Oliveira. Se apuró el Deportivo, que necesita sumar de tres en tres no tanto por la clasificación, todavía apretada en la retaguardia, como por la sensación de saberse ganador. Y a día de hoy no lo es.

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