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ATLÉTICO, 1 - CELTA, 0

Adrián desatasca al Atlético

Los rojiblancos completan un pleno de nueve victorias ligueras en su estadio ante un sólido Celta que anuló a Falcao

Falcao y Miranda intentan rematar ante Cabral, del Celta.
Falcao y Miranda intentan rematar ante Cabral, del Celta. Alberto Martin (EFE)

Nueve de nueve lleva el Atlético en casa en esta Liga, donde también ha ganado todos sus partidos esta temporada en Copa y Liga Europa, donde no ha recibido a los grandes, pero sí muestra solvencia para superar a los pequeños, incluso a los más peleones y trabajados como el meritorio Celta que hizo pasar un calvario al segundo de la Liga, largos minutos neutralizado, dominador, pero sin lucidez para ganar posiciones de remate. No pasó una buena noche el equipo de Simeone, que además acabó con diez hombres por expulsión de Miranda y abocado a defender su exigüa ventaja con tan sólo dos zagueros porque ya había quemado sus naves en las sustituciones.

Atlético, 1 - Celta, 0

Atlético: Courtois; Juanfra, Godín, Miranda, Cisma (Raúl García, m. 75); Koke, Tiago, Gabi (Cebolla Rodríguez, m. 58), Arda Turan; Diego Costa (Adrián, m. 71) y Falcao. No utilizados: Asenjo, Cata Díaz, Mario Suárez, Emre.

Celta: Javi Varas; Hugo Mallo, Cabral, Túñez, Bellvís; Oubiña, Insa (Jonathan Vila, m. 74); Augusto (De Lucas, m. 84), Álex López (Bermejo, m. 64), Krohn-Dehli; y Iago Aspas. No utilizados: Sergio, Bustos, Toni y Park.

Árbitro: Pérez Montero. Expulsó a Miranda (m. 85) y amonestó a Arda, Falcao, Túñez, Javi Varas, Jonathan Vila

Gol: 1-0. M. 77. Adrián

Vicente Calderón. Unos 35.000 espectadores

El Atlético ganó por insistencia más que por fútbol. Arda lo metió de inicio en el partido cuando el Celta amagaba con llevar la liza a su terreno, manejar la pelota y desposeer a los rojiblancos de una de sus señas de identidad, ese ritmo elevado de juego que le convierte en una suerte de martillo pilón que percute e incide hasta que golpea. Se rebeló el Atlético contra ese plan, pero durante la primera parte echó de menos a su pegador. No todos los días es fiesta y ni mucho menos se marcan cinco goles como hizo en su anterior comparecencia liguera en el Calderón, pero tampoco entra en lo cotidiano ver a Falcao, que además vio una amonestación que le impedirá jugar en Son Moix, tan opacado como lo estuvo durante bastantes minutos del partido. Cabe darle mérito también al Celta, equipo bisoño que da pasos hacia la madurez, que en los últimos años ha perdido por el desagüe de las desatenciones defensivas parte de su capacidad en la delantera. Pero todo se trabaja y ayer lo mostró ante uno de los mejores definidores del planeta, al que logró negar.

El Atlético ganó por insistencia más que por fútbol

El trabajo celeste sobre Falcao destapó otros flancos. El de Arda duró mientras al turco le acompañó el aliento. Irregular como casi todos los talentosos se mostró sobre todo cuando expuso además intensidad. Un robo de balón suyo generó un disparo al palo de Koke, latigazo a los diez minutos de juego que marcó durante bastante tiempo un punto de no retorno: el Celta se abocó a mirar más hacia atrás que hacia delante. Perdió la pelota y empezó a padecer porque además el Atlético no solo subió varios puntos su esfuerzo y acierto en la presión sino que encontró profundidad por los dos costados, por el acostumbrado de Juanfran, pero también por el de Domingo Cisma, que estuvo atrevido e incisivo en su debut liguero. Se agitó con Diego Costa, pero siempre echó de menos el camino hacia el goleador colombiano, así que en cuanto el Celta consiguió dar un paso adelante y mostrar algo más que los destellos de Iago Aspas, el banquillo local percibió que algo había que tocar. Simeone llamó al Cebolla para que partiera desde la izquierda, volcó a Arda hacia la derecha y centró a Koke. Buscó caminos hacia el área, hacia su principal fortaleza. En sus inmediaciones apareció por primera vez Falcao pasada la hora de partido, un leve aviso que azuzó al Celta para recuperar el plan de minutos atrás: la linea trasera bien atrás, los apoyos, la firmeza en las marcas y para el cuarto de hora final diseñó una defensa con tres centrales.

Pero el fútbol se escribe con renglones imprevistos. Cuando más pertrechado estaba el rival encontró el Atlético una rendija. Fue Adrián, que apenas llevaba unos minutos sobre el césped y trató de tejer una pared con Koke en la frontal, su pase tropezó en Oubiña y regresó a su zurda, la pierna con la que tiene menos confianza. En esas situaciones mejor no pensar: soltó el latigazo y la pelota se coló hasta la red por la escuadra porque, para imprevistos, pocos como Adrián.

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