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“Quería vivir la aventura de sentirme extranjero”

Joan Plaza, entrenador del Zalgiris y ex del Madrid, habla de su experiencia en Kaunas y del excéntrico presidente Romanov

Faustino Sáez
Plaza dirige un partido del Zalgiris en la Euroliga.
Plaza dirige un partido del Zalgiris en la Euroliga.Robertas Dackus (GETTY)

Hace seis meses, Joan Plaza (Barcelona, 1963) decidió emprender un viaje iniciático y cambiar los 35 grados de Sevilla por los 15 bajo cero de Kaunas. Después de tres años en el Cajasol, fichaba por el histórico Zalgiris en “una aventura” que, al margen de la amplitud térmica, encerraba numerosos obstáculos. Las extravagancias del dueño del club, Vladimir Romanov, las lesiones y los impagos perturban el meritorio trayecto del equipo lituano y el trabajo del técnico, que hoy regresa a Madrid (20.45, RMTV) en la Euroliga aún con la escarapela de ser el último en conquistar una Liga y una competición europea con los blancos hace ya más de un lustro.

Pregunta. ¿Cómo se gestó su marcha a Lituania?

Respuesta. A falta de dos meses para acabar la pasada temporada contactaron con mi representante, que directamente les dijo que no sin consultarme. Me extrañó porque el Zalgiris es un clásico asociado a leyendas como Sabonis, Homicius y Kurtinaitis, pero me habló de un presidente difícil y muy intervencionista. Después insistieron y me desplacé a Kaunas, donde comencé a descubrir a un personaje excéntrico. El dueño del club es un magnate ruso que ha invertido en varios equipos de la Premier League, posee más del 50% del Banco Nacional de Lituania, tiene negocios de petróleo, practica baile de salón y escribe poesía. Me reuní con él y pronto descubrí mil diferencias de criterio. Tenían el contrato redactado, pero había cosas que no veía claras y me marché sin cerrar ningún acuerdo. A los 15 días Romanov vino a Barcelona y finalmente firmé.

P. ¿Cómo se entendieron?

R. Para entonces ya me había informado y había pedido consejo. Todos me decían: ‘¡ni se te ocurra ir!’. Me hablaban de las locuras de este hombre que había hecho llorar a alguno de sus técnicos o que se había presentado disfrazado de escocés a una reunión de la Euroliga, y pensé: ‘¿dónde me voy a meter?’. Por muchas ganas que tuviera de vivir la experiencia y entrenar a un equipo de Euroliga había determinadas líneas rojas que tenía claro que no iba a tolerar nunca que se cruzaran. Le presenté un papel al margen del contrato. Un acuerdo personal donde especificaba claramente en lituano, inglés y castellano esos límites, y aceptó todas mis condiciones.

P. ¿Se puede superar totalmente ese recelo?

R. Cuando las cosas funcionan a nivel deportivo el resto se hace más llevadero, pero la sensación de que puede despertar la fiera la sigo teniendo. A la mínima echa fuego por la boca. Por aquí han pasado 10 entrenadores, cinco directores deportivos y decenas de jugadores en apenas cuatro años. El primer reto era llegar a Navidad. Ninguno de los cuatro técnicos que arrancaron las temporadas precedentes lo consiguió.

No es posible ser un gran entrenador sin haber cogido la maleta

P. ¿Convivir con Romanov es un reto dentro del reto?

R. Este puede ser el más excéntrico de los presidentes, pero los hay parecidos. No existe el club perfecto. Hay veces que tienes que aprender a perder algunas batallas para ganar tu guerra. Es parte del proceso formativo, como lo es salir al extranjero. Es como estar en el otro lado y sentir lo que sienten los entrenadores americanos, croatas o italianos que llegan a España. También te ayuda a comprender los problemas de adaptación que sufren algunos jugadores. No se puede ser un gran entrenador sin haber cogido la maleta y quería vivir la aventura de sentirme extranjero. Esto es todo un máster. La experiencia no se compra en la tienda de la esquina.

P. ¿Cómo gestiona al grupo?

R. Intentas extrapolar toda tu experiencia, tus conocimientos y tus vivencias adaptándote a las circunstancias y a las armas que te han dado. Pero llegas a otra dimensión. En las charlas de vestuario no te sirven los registros que traes de España. Las bromas, los gestos, las sonrisas, el tono, los silencios…no se bareman igual. Cambia el nivel de empatía. Gran parte del trabajo ha estado en reorganizar las pautas de trabajo, pero el principal ha sido incidir en la confianza. Alguno de los más veteranos me confesaron en verano que se sentían perdedores. Había que alimentar esa autoestima. ‘Sois el jodido Zalgiris, no un equipo de barrio’, les dije y estamos mejorando en la capacidad de orgullo.

Plaza, con el Madrid en 2009.
Plaza, con el Madrid en 2009.REUTERS

P. La composición de la plantilla tuvo aspectos políticos.

R. El presidente tiene un partido político y entendía que el hecho de tener a los dos Lavrinovic [Ksistov y Darjus] y a Kaukenas, que son ídolos nacionales, le iba a ayudar en las elecciones. Les incluyó en las listas electorales. Sin embargo, fueron los menos votados con el 0,25%.

P. La situación económica del club es complicada.

R. Hay retrasos de dos meses en los pagos y las deudas empiezan a asustar a los jugadores. Kalnietis fue traspasado al Lokomotiv poco después de arrancar la temporada por problemas de liquidez y no aparece el patrocinador que nos anunciaron. No se está valorando las dificultades añadidas que estamos teniendo. Darjus Lavrinovic no se entrena dos días seguidos desde octubre, Ksistov no completa ningún entrenamiento por sus problemas de rodilla. Cuando viajamos, los dos se pasan el trayecto de pie en el avión porque no pueden aguantar el dolor sentados. Tener apenas un pívot sano es una dificultad extrema. Estoy orgulloso de la muralla que hemos construido para que todo esto no nos afecte. Veremos cuánto podemos aguantar. Si continúan los impagos, la gente se lo pensará a la hora de meter la pierna, como se dice en fútbol. De momento la actitud es ejemplar. Intentaremos acabar la temporada y luego pelearemos por cobrarla.

En los lugares por los que paso ocurren cosas bonitas

P. A pesar de todo, la trayectoria del equipo es notable.

R. Vamos como un cohete. A la chita callando nos hemos hecho fuertes en casa y hemos aprendido a jugar con desfachatez fuera. Con sacrificio hemos ganado terreno a equipos que tienen mucho más talento que nosotros. Hacemos un baloncesto práctico y logramos acabar la primera fase siendo los cuartos mejores anotadores y la segunda mejor defensa detrás del Barcelona. Estamos jugando a ambos lados de la cancha. Buscábamos solvencia y gente que hiciera vestuario y se está consiguiendo. Además nos empuja la afición. Tenemos la mejor media de asistencia de público en la Liga y en la Euroliga. Aquí el baloncesto es una religión y vienen 16.000 fieles a vernos. Están entusiasmados, quizá en exceso.

P. ¿Se puede soñar con la Final Four?

R. CSKA, Real Madrid y Barcelona deberían estar; después la cuarta plaza está abierta y ahí se puede buscar la sorpresa. Tenemos alma y una buena idea de equipo, pero el CSKA tiene 44 millones de presupuesto y nosotros 8,5. Es una diferencia abismal en recursos, capacidad y talento. Pero los equipos turcos de momento no han respondido a las expectativas que levantó su inversión millonaria y otros como Maccabi también se están mostrando irregulares, así que todo es posible. Llegar a cuartos sería tocar el cielo. Sería la señal de que el Zalgiris ha vuelto.

P. ¿Qué le parece el Madrid de Laso?

R. Van a más en cada partido. Tienen un banquillo amplísimo con jugadores que serían titulares en cualquier equipo de Europa. Hay recursos y dependen solo de ellos. Si son capaces de mantener el rumbo y el deseo son una apuesta segura de Final Four. Contra ellos, no me planteo ganar o perder sino ser capaces de competir. Vamos a intentar jugar con alegría, pero siendo conscientes de que el Madrid es capaz de abrumarte con ataques de apenas cinco o seis segundos.

Esto es todo un máster y la experiencia no se compra en la tienda de la esquina

P. ¿Con qué jugador madridista se quedaría?

R. Con los tres jugadores que tuve yo: Llull, Mirotic y Felipe. Siguen siendo determinantes en la estructura del equipo y los siento un poco míos. Cuando vuelvo a Madrid me siento partícipe de haber contribuido en la formación y el crecimiento de esos jugadores. Pronto volverán a ganar la Liga que se les escapó la temporada pasada y yo pasaré a ser uno más, pero me enorgullece haber formado parte de esa historia.

P. ¿Se plantea una segunda oportunidad?

R. En mi última rueda de prensa en el Madrid dije que trabajaría para merecerla algún día. Vistalegre no se me olvidará en la vida. Que aún hoy siga habiendo reminiscencias de aquella etapa quiere decir que alguna cosa hicimos muy bien. Por todos los lugares por los que he pasado han ocurrido cosas bonitas y ojalá siga pasando.

P. ¿De qué entrenador aprendió más?

R. Miguel Nolis fue determinante en mi salto; Manel Comas me enseñó a tener carácter y confianza; Aíto me completó limando muchas aristas que tenía exacerbadas y con Boza (Maljkovic) aprendí la optimización inmediata de los resultados. Pero si por alguien estoy en el baloncesto es por mi hermano Lluis, que me metió el gusanillo de este deporte. También me han ayudado otros muchos como Ettore Messina, que hace un año estuvo una semana en Sevilla viendo mis entrenamientos y aprendí mucho más yo de él que él de mí. Soy una esponja para los aspectos tácticos y para los psicológicos, y los grandes enseñan mucho.

P. ¿Se puede contar algo de ese encuentro con Messina?

R. Guardo mails y sms de los que me siento muy orgulloso. Hace poco Dan Peterson había hecho referencia al buen baloncesto que estaba practicando el Zalgiris y para mí fue un subidón. Ettore vino con su esposa y el día que se marchaban me puso un mensaje donde me decía: ‘Mi mujer me ha confesado que disfruta más con tu baloncesto que con el mío’. Fue una forma simpática de elogiar nuestra metodología y después hemos seguido compartiendo opiniones aun a costa de que después tengamos que utilizar esas ideas el uno contra el otro.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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