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El maestro de los errores

Djokovic, el número uno, busca ser el primero que gana tres Abiertos seguidos gracias a su capacidad de contraataque y a sus grandes condiciones físicas para defenderse

Juan José Mateo
Djokovic, en un entrenamiento en Melbourne.
Djokovic, en un entrenamiento en Melbourne.JOE CASTRO (EFE)

Esta es una raqueta afilada para un reto mayúsculo. Cuando el serbio Novak Djokovic habla en Melbourne del grafeno, “el material más fuerte y ligero que hay en el planeta”, está describiendo los componentes del arma con la que ataca desde hoy la conquista de su tercer Abierto de Australia consecutivo (televisado por Eurosport). Nadie ha conseguido eso en la Era Abierta (desde 1968). El número uno empieza el asalto con una nueva herramienta de trabajo, contra el francés Mathieu y protegido por una virtud única en el circuito. Su cobertura de pista fuerza a sus rivales a buscar lo imposible. Muchos pasan de la desesperación a la asfixia. Se ahogan en errores. Pasó en el último partido que ha disputado el serbio hasta la fecha, mientras levantaba un impenetrable muro defensivo camino de celebrar la Copa de Maestros de 2012. El suizo Roger Federer, derrotado en la final del torneo que cierra la temporada, firmó ¡42! errores no forzados en 2h 14m, por los 28 de Nole.

“Djokovic tiene una lectura de las jugadas excepcional, que le permite prever con mucha antelación las siguientes opciones de golpeo en cada secuencia de la jugada”, explica desde Melbourne José Perlas, ahora en el rincón del italiano Fognini, quien aprovecha la completísima base de datos de uno de los primeros entrenadores que apostó por el análisis en vídeo de los contrarios. “Tiene las cualidades físicas y técnicas necesarias para convertir lo que piensa en realidad”.

El serbio, viene a decir Perlas, tiene la rara habilidad de transformar los sueños en certezas. A lo ancho de la pista, se contorsiona en un baile diabólico que tortura sus articulaciones hasta insuflarle vida a peloteos que habían muerto. Sus 80 kilos repartidos a lo largo de su 1,88m impulsan los zarpazos que hieren a sus rivales.

Su excepcional lectura de las jugadas le permite prever las siguientes opciones de golpeo en cada secuencia” José Perlas, preparador

“Hay muchos tíos que se están moviendo bien en el circuito”, reflexionó Federer. “Lo que hace Novak tan bien es que estando a la defensiva consigue de alguna forma estar al ataque. Eso es lo que le separa un poco del resto. Otros simplemente consiguen devolver una bola extra, hacerte dudar. Él se mantiene de alguna manera al ataque, realmente te roba el tiempo [para preparar el siguiente tiro]”, cerró el campeón de 17 torneos del Grand Slam.

Un día le preguntaron a Nadal —baja por un virus estomacal que le impidió culminar el proceso de recuperación de la lesión que sufre en la rodilla izquierda— si no le incomodaba carecer de la estética de Federer en el golpeo. Le hablaron de la diferencia entre el talento natural y el talento moldeado por el entrenamiento. “¿Talento?”, contestó levantando una ceja el mallorquín, que no podrá defender la final alcanzada en 2012. “¿No es talento natural devolver una pelota en posiciones forzadas, pero larga, profunda, haciendo daño, no simplemente poniéndola al otro lado de la pista?”, dijo en referencia a una de sus cualidades más destacadas. Y sí, eso es talento, y muy pocos pueden compararse al español en ese arte. Pero Djokovic llega en sus mejores momentos a superarle.

“Federer juega muy agresivo, quiere acabar pronto los puntos”, dijo el serbio después de ganar aquel partido en la Copa de Maestros. “Busco conseguir que muchos de sus tiros sigan en juego. Conseguir pasar de una posición pasiva, un par de metros por detrás de la línea de fondo, a otra agresiva. Meterle en intercambios largos”.

Djokovic busca su sexto grande bajo el calor extremo de Melbourne, uno de sus peores enemigos. De entre los tenistas en activo, solo Federer ha ganado más títulos que él sobre pista rápida. En Melbourne, la mejor bala de Nole es la que falla el contrario.

Nadal, en manos de Del Potro y Berdych

Rafael Nadal trabaja en Manacor, Mallorca, con vistas a su reincorporación al circuito. Si esta se produce donde él quiere, sobre tierra batida, en el torneo de Acapulco y a finales de febrero, su baja por una rotura parcial de ligamento en la rodilla izquierda y una hoffitis se habrá alargado ocho meses. Es imposible que eso no tenga efectos en el ránking, incluso si el español logra adelantar el proceso de recuperación y reaparece en la cita chilena de Viña del Mar, que ambiciona y negocia su presencia (desde el 4 de febrero).

Cuando acabe el Abierto de Australia, el mallorquín perderá los puntos que le corresponden como finalista de la edición de 2012 y se verá desplazado al número cinco mundial por David Ferrer, que ocupará el cuatro. Eso es ya matemático. Sin embargo, según los resultados que se den en el primer grande del curso, el campeón de 11 torneos del Grand Slam podría dejar de ser uno de los cinco mejores tenistas del planeta por primera vez desde mayo de 2005.

Así, si el checo Tomas Berdych alcanza la final del Abierto de Australia o el argentino Juan Martín del Potro se hace ahí con el segundo título del Grand Slam de su carrera, Nadal dejará de pertenecer a esa elite de los cinco mejores y encarará su vuelta a las pistas con sorteos más complicados y cuadros más duros.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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