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La esencia del Euskaltel

Jubilado el fundador Madariaga, Igor González de Galdeano asume la guía del cambio en un equipo que afronta su primera temporada con ciclistas no formados en el País Vasco

Carlos Arribas
La Vila Joiosa -
El fisiólogo Iñigo Mujika y el director Álvaro González de Galdeano instruyen a los corredores antes de un entrenamiento en La Vila Joiosa.
El fisiólogo Iñigo Mujika y el director Álvaro González de Galdeano instruyen a los corredores antes de un entrenamiento en La Vila Joiosa.

En el vestíbulo del hotel, abierto a la playa, a la arena barrida, al mar azul y tranquilo al mediodía, hay un tipo de naranja con la bandera de Marruecos en el pecho y otro que habla en griego y que como es de Salónica se declara en favor de la independencia de Euskadi, un alemán melenudo y veterano y muchos vascos que buscan su bicicleta entre las que están alineadas en la fachada. “Y también tienen a un andaluz cerrado de Trebujena, y un esloveno y ...”, se oye entre el barullo.

En el vestíbulo del hotel de La Vila Joiosa en el que está concentrado el Euskaltel están todos esos y más, el campeón de Marruecos, un pistard griego, un todoterreno ruso que quiere correr la París-Roubaix, esprínters alemanes, un vasco del norte llamado Romain Sicard que fue campeón del mundo y cree que ya ha superado una lesión en una pierna y va a demostrar que es el futuro, un fisiólogo que les dice a sus ciclistas que coman bien y se pongan medias de compresión cuando se tumban en la cama, y los de siempre, Samuel, Anton, pero no se ve, ni se le espera, a Miguel Madariaga, el fundador del clan, el creador de la idea de un equipo ciclista con socios, como un club de fútbol, ya jubilado.

En el Euskaltel 2013 manda Igor González de Galdeano, que debutó allí como ciclista hace 20 años y que, tras educarse como corredor en las escuelas de Javier Mínguez y Manolo Saiz, cierra el ciclo regresando a casa como mánager general, como maestro del cambio, la búsqueda del equilibrio no tan imposible entre lo que se fue y lo que se puede ser.

Somos empresa, pero no se pierden ni el sentimentalismo ni las raíces Igor González de Galdeano

“Ha cambiado, principalmente, la profesionalización en el funcionamiento del proyecto. La empresa Euskaltel gestiona lo económico, lo jurídico, lo logístico, lo administrativo, todo, y yo debo regirme por los procesos que decida Euskaltel, que controla. Eso me da más seguridad porque este equipo necesitaba profesionalizarse”, dice Galdeano. “No se pierde el sentimentalismo ni las raíces, pero en este mundo todos los equipos se rigen por una estructura y nosotros debíamos adaptarnos”.

El sentimentalismo y las raíces, el equipo de un pueblo, es lo que hacía diferente al Euskaltel, que nunca hasta ahora había tenido corredores no formados en el País Vasco y en el que sus aficionados se sienten con el derecho a participar en la toma de decisiones. “El ciclismo en el País Vasco se vive de una forma muy intensa y en este equipo en especial. Desde fichajes hasta bajas, la repercusión es casi como cuando Mourinho deja a Casillas en el banquillo. Le das la baja a Txurruka y supone una discusión y primera página en un periódico donde se discute si se ha acertado. Es el Real Madrid pero en Euskadi”, dice Galdeano. “Yo lo conozco de siempre. Fui de los primeros que estuve ahí y sé que esa filosofía es la que nos da la fuerza”.

Cuando llegue el Tour, pensaré solo en brillar en la montaña Igor Anton

Entre la hojarasca de los ciclistas exóticos (necesarios por sus puntos para el WorldTour, la liga de los mejores) y las polémicas, late la esencia del Euskaltel, que tan bien conoce Galdeano, un pragmático sin pájaros en la cabeza: lo que enamora a la afición son los ciclistas guerreros, escaladores a poder ser, amantes de la épica de un día y alérgicos a la lucha por las clasificaciones generales, el ciclismo vasco tal como lo fundó Loroño y lo multiplicó el Kas de Dalmacio.

En el siglo XXI eso lo cuenta así Galdeano: “No puedes plantearte la general del Tour. Vamos a ir con un equipo muy competitivo, con jóvenes como Sicard y Ion Izagirre, que quiero que cojan experiencia a largo plazo, y con Nieve y Anton, que tienen calidad para ganar una etapa. Es nuestra forma de correr y ahí tenemos ventaja. Y a Samuel lo llevo al Giro. Ha sido una decisión consensuada. Él tiene el objetivo muy alto allí, y tiene el ejemplo de Purito, que quedó segundo en 2012”.

Y así lo ve Igor Anton, quizás la encarnación pura de la esencia Euskaltel, el mejor escalador del grupo, uno al que asustó la posibilidad de ganar la Vuelta en 2010, pero no la de doblar el brazo de Contador en la etapa del Zoncolan del Giro 2011 —“el mejor día de mi vida”, recuerda—, uno que tras sufrir malamente en sus dos primeras aventuras del Tour juró no volver, pero que finalmente, tras un 2012 frustrante, regresará en el 13: “Por eso no lo voy a enfocar como lo único, no me quiero obsesionar. Cuando llegue, pensaré solo en brillar en la montaña. Es la Champions del ciclismo, y por eso tengo que ir, y por la exigencia del equipo, pero me da mucha pena no ir a la Vuelta”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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