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El “milagro” de Ferrer

Tras un ejercicio de autocontrol, el alicantino remonta ante Almagro, que saca tres veces por el partido, y se cita en semifinales con Djokovic ● “Lo tuve perdido”, dice Ferru

Juan José Mateo
Almagro y Ferrer se saludan tras el partido.
Almagro y Ferrer se saludan tras el partido.Mast Irham (EFE)

“Ha sido un milagro”. Igual que si fuera Lázaro, un muerto resucitado, David Ferrer reacciona con sorpresa a su clasificación para las semifinales del Abierto de Australia, donde le espera el serbio Novak Djokovic, porque para levantar los brazos en los cuartos tiene que remontar 4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2 a Nicolás Almagro y coronar su victoria 500 en el circuito con una hombrada. Tres veces saca el murciano por la victoria y las tres se encuentra con las fauces y los largos restos del alicantino, que le niegan el triunfo. A un paso del cielo, el número 11 vive un infierno. Es Almagro rozando la primera semifinal grande de su carrera, poniéndole fin a su maldición sobre cemento, domando a un demonio. El resultado, sin embargo, le descubre derrotado por un muro hecho de resabios, veteranía y dominio de uno mismo. “Sabía que uno se pone nervioso en los momentos importantes, porque a mí también me pasa”, razona luego el alicantino. “Por eso intenté jugar con fuerza, estar centrado, no cometer errores y ser consistente. Me mantuvo la garra, las ganas de estar cinco horas más en la pista, de luchar, de perder bien si perdía. Lo tuve perdido durante muchas fases”.

 A los 31 años, Ferrer es un hombre en paz consigo mismo. Satisfecho con su carrera. A finales de 2012, el español ganó el masters 1.000 de París-Bercy. Fue su primer título de la categoría. La culminación, entendió el alicantino, de toda una vida deportiva. Eso le ha permitido afrontar 2013 con calma, sin hipotecas, compitiendo por la simple ambición de mejorar lo conseguido.

Resultados y cruces

Hombres. Cuartos. D. Ferrer-N. Almagro, 4-6, 4-6, 7-5, 7-6 y 6-2. N. Djokovic (Ser.)-T. Berdych (R. Ch.), 6-1, 4-6, 6-1, 6-4. A. Murray (R. U.)-J. Chardy (Fr.), 6-4, 6-1 y 6-2. J. W. Tsonga (Fr.)-R. Federer (Sui.). Semifinales. N. Djokovic (Ser.)-D. Ferrer. A. Murray (R. U.) contra el ganador del J. W. Tsonga (Fr.)-R. Federer (Sui.).

Mujeres. Cuartos. S. Stephens (EEUU)- S. Williams (EEUU.), 3-6, 7-5 y 6-4. V. Azarenka (Bie)-S. Kuznetsova (Rus.), 7-5 y 6-1. Semifinales. V. Azarenka (Bie.)-S. Stephens (EEUU) y M. Sharapova (Rus.)-N. Li (Ch.).

“El mensaje es de tranquilidad”, resume David Andrés, expsicólogo del Villarreal y hoy preparador físico del tenista alicantino. “Cuando las cosas vienen mal dadas es cuando se trata de cambiar la dinámica, pero ahora estamos viviendo un momento dulce”, prosigue. “David siempre ha sido muy trabajador y ahora se le suma la madurez, de forma que disfruta del tenis y de la competición más que nunca porque sabe que llegará el momento en que no pueda hacerlo”, añade. “Quizás también influya que se le está reconociendo el mérito de lo conseguido todos estos años, y él devuelve ese cariño con dedicación, como no puede ser de otra manera por su educación y su forma de ser”, dice. “(...) ¡Qué partido!”, comenta sobre su encuentro con Almagro. “Mira que lo tenemos visto y aún así nos sorprende con una vuelta de tuerca más”.

Almagro vive el encuentro desde el otro extremo. El murciano, que acaba con un adductor roto y con líquido en el tendón de un tobillo, arranca a un ritmo altísimo. La frecuencia de sus golpes tiene la cadencia de los elegidos. Es un ejercicio de convencimiento acompañado por las armas necesarias: Almagro no deja que Ferrer se acune en el fondo de pista horadando sus piernas con largos intercambios. No deja que el alicantino le ahogue los pulmones meneándole de una esquina a la otra, como si fuera un parabrisas desesperado por la lluvia que no cesa. Almagro pega, pega y pega un pelotazo tras otro para acortar los peloteos. El saque, supersónico hasta los tres juegos en los que sirve por el duelo (entonces vive casi sin primeros), le protege. Si los relámpagos de su revés paralelo rematan puntos para la videoteca, es su derecha la que apuntala su ventaja al no resquebrajarse bajo la presión de su contrario.

No quiero creer que haya sido un problema mental, opina el murciano

El número 11 solo tiembla en el momento decisivo. Muchos recuerdos deben agolparse entonces en su memoria: que nunca ha ganado a Ferrer (0-13 desde ayer); que a finales de 2012 cedió ante el checo Stepanek el punto decisivo de la final de la Copa Davis; que un día de 2009 en París-Bercy, también cuando ya el encuentro era suyo, dejó que Rafael Nadal se le escapara vivo pese a que tuvo cinco puntos de partido.

“No quiero creer que haya sido un problema mental. Si hubiera sido un problema mental creo que no hubiera ganado los dos primeros sets”, resume tras la derrota. “Estoy decepcionado sobre todo con el tie break, pero necesito trabajar más para estar preparado para jugar con los grandes jugadores”.

Ferrer, ayer durante varios tramos sin la agresividad que le caracteriza, ha competido las semifinales de tres de los últimos cuatro grandes, todos menos Wimbledon. El alicantino nunca ha disputado una final de un torneo del Grand Slam. Su momento es ahora. Ya es el día. Plantado en la treintena, Ferrer persigue uno de los últimos trenes capaces de dejarle más cerca que nunca de la gloria. Le espera Djokovic, al que ha ganado cinco veces en 14 partidos.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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