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“Hay que aceptar la paliza”

Ferrer, arrollado por Djokovic, vuelve a encontrar su techo ante los mejores: solo se impone en el 23% de sus duelos y acumula nueve derrotas consecutivas contra el top-3

Juan José Mateo
Ferrer muerde la toalla durante su partido contra Djokovic.
Ferrer muerde la toalla durante su partido contra Djokovic. MAST IRHAM (EFE)

“Una paliza”. “Una tunda”. “No había forma”. Así, sin anestesia y según la agencia dpa, describe David Ferrer su derrota por 2-6, 2-6 y 1-6 ante el serbio Novak Djokovic en semifinales del Abierto de Australia. “No he tenido ni una sola oportunidad de ganar, no hay nada más que decir”, añade el número cinco, que será el cuatro desde el lunes, tras ver cómo el mejor tenista del planeta acelera hacia la final con la velocidad de un Ferrari. “Ha sido mejor que yo en cada faceta del juego”, se despide Ferrer, derrotado por quinta vez en unas semifinales grandes. Fue una noche de las que escuecen al siguiente día: el número uno tardó solo 1h 29m en clasificarse para luchar por el título contra el ganador del Roger Federer-Andy Murray (9.30, Eurosport).

No creo que pueda jugar mejor. Estuve increíble Novak Djokovic

Los cuatro últimos grandes han subrayado el techo competitivo de Ferrer. El español alcanzó las semifinales en todos menos en Wimbledon, donde se inclinó en cuartos. Los nombres de sus verdugos son bien conocidos: Rafael Nadal (Roland Garros), Andy Murray (Wimbledon) y Novak Djokovic (Abiertos de Australia y Estados Unidos). El paréntesis que concentra esos cuatro duelos se hace con el mismo resultado: 2-6, 2-6 y 1-6 sobre la arcilla de París; 2-6, 2-6 y 1-6 sobre el cemento de Melbourne. En su carrera, el alicantino ha celebrado 14 victorias en los 60 partidos que le han cruzado contra Nadal, Djokovic, Murray y el suizo Roger Federer, al que no ha ganado nunca. Eso es un 23% de victorias. Eso es la base de una racha que le ha visto perder nueve duelos seguidos contra los tres mejores del mundo, a los que no gana desde 2011. Esos datos dicen mucho: el español, hombre aguerrido, humilde y perseverante, difícilmente pierde ante los que tienen peor ránking que él y difícilmente gana a los que le aventajan en la clasificación. “Son mejores que yo, ¿qué puedo hacer?”, se pregunta.

El partido radiografió lo que separa al español del serbio. Ferrer intenta acogotar a Djokovic desde el ritmo. Quiere marearle a preguntas: ¿Qué tal tus piernas? ¿Bien? ¿Y los pulmones? ¿Cómo andas de fuerzas? ¿Te imaginas aquí, conmigo, bailando durante cinco horas? Nole, que empezó su carrera sin respuesta para esas dudas, vuelve a demostrar que ya contesta a todo, que no hay argumento que no maneje ni debate en el que no pueda ser protagonista. El serbio iguala las piernas de Ferrer, tiene también sus infinitos pulmones, y le supera siempre sin permitir que el sufrimiento de los peloteos alcance su clímax: ahí, cuando ya al cerebro debería penar le falta de oxígeno, cuando tendrían que gobernar los impulsos antes que las ideas, Nole impone su mayor talento natural, su capacidad innata para disparar un tiro al corazón de Ferrer y desbordarle como si nada.

El español, restador de prestigio, solo suma siete puntos en ese apartado

El español, que pasa por ser uno de los mejores restadores del planeta, suma solo siete puntos en ese apartado. Djokovic celebra el 91% de los que disputa con su primer servicio. Rompe siete veces el saque del español, jamás se enfrenta a una pelota que ponga en peligro el suyo. Es un Djokovic imperial, fuerte, brillante, tan libre de ataduras, tan relajado y divertido, que después del encuentro, como solo ha gastado 1h 29m en las semifinales, se disfraza de enfermero, la cruz roja reluciente en el pecho, para protagonizar una aparición sorpresa en un partido de dobles entre veteranos.

“No creo que pueda jugar mejor”, dice el serbio, porque su encuentro es perfecto: gana 41 puntos por los 85 de su contrario. “Era muy consciente de las cualidades de David. Quería ser agresivo y acabé jugando uno de los mejores partidos de mi carrera. David es uno de los tíos más respetados del circuito, un gran competidor que lleva muchos años en esto y está en uno de los mejores momentos de su carrera… simplemente jugué increíble”.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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