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Excelentísima sangre

El primer día se dedica a cuestiones previas y el doctor y el resto de implicados declararán mañana

De izquierda a derecha, Eufemiano Fuentes, José Ignacio Labarta, Vicente Belda, Manolo Saiz y Yolanda Fuentes, los cinco acusados, esta mañana.Foto: atlas | Vídeo: LUIS SEVILLANO

De los cerca de 50 millones de litros de sangre que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se almacenan anualmente en el mundo, un juzgado de Madrid, concretamente el penal número 21, dedicará más de un mes para discutir de apenas unas docenas. Pero qué docenas, sangre excelente, excelentísima, y, sobre todo, carísima, a más de mil euros el litro de glóbulos congelados. Sangre de deportistas magníficos, de los mejores del mundo en ciclismo, sangre que les hacía ser mejores aún. Son las más de 200 bolsas que, entre congeladas o meramente refrigeradas, Eufemiano Fuentes y sus colaboradores conservaba en neveras y arcones congeladores de dos pisos de Madrid, la sangre de la Operación Puerto.

A las órdenes de la jueza Julia Patricia Santamaría, el juicio, que ha despertado inusitada atención internacional -decenas de medios atraídos por el volcánico carácter del tema que como un río subterráneo discurrirá imparable bajo la discusión aparente, el dopaje, y por la promesa de supuestas jugosas y morbosas revelaciones que deberían dejar desnudos los éxitos del deporte español-, ha comenzado este lunes con la presencia del protagonista entre los acusados, Fuentes. El día, sin embargo, se ha dedicado más a cuestiones preliminares y el médico hablará este martes.

La pregunta que debe responder la jueza es más simple: ¿es eso delito? ¿Es la sangre un medicamento?

Los otros cuatro del banquillo, también como Fuentes, acusados de un delito contra la salud pública castigado con dos años de cárcel, también declararán este martes. Son los secundarios de la trama: Ignacio Labarta, director del Comunidad Valenciana (exKelme) y también socio, bajo el nombre de Macario, según la Guardia Civil, en la sociedad congeladora de glóbulos rojos; Vicente Belda, el jefe del Comunidad Valenciana, equipo ciclista en el que ejercía como médica Yolanda Fuentes, la hermana del protagonista -según los investigadores, entre los hermanos y Belda organizaban la logística sanguínea del equipo-; y Manolo Saiz, el mánager del equipo ciclista Liberty, algunos de cuyos corredores eran clientes de Fuentes. La Guardia Civil le detuvo el 23 de mayo de 2006 tras reunirse en una cafetería con Fuentes (quien supuestamente le entregó un paquete con productos dopantes en aquella reunión).

El doctor Eufemiano Fuentes.
El doctor Eufemiano Fuentes.EFE

Las prácticas con sangre del médico canario, de las que tenía ya experiencia en los años 80 (y de ello escribió en los periódicos como experto), comenzaron, a gran escala, según las acusaciones, a partir de 2001, cuando se autorizó un método de detección de la EPO, el otro gran método dopante para aumentar la capacidad de transporte de oxígeno en la sangre (el leitmotiv de los deportes de resistencia), pues las transfusiones autólogas, con la propia sangre del deportista, son indetectables (de hecho, gran parte de los positivos que se han producido desde entonces son los llamados positivos durmientes: unos meses antes de usar la sangre, y antes de extraerla, para aumentar el número de glóbulos rojos, los deportistas toman unas dosis de EPO. Si se la extraen sin haberla eliminado totalmente del organismo, la EPO permanece en la bolsa y reaparece al reinfundirla).

Pero aunque se hable de dopaje, en el juicio se juzgará la sangre, su consideración como medicamento, su protección legal, las exigencias normativas para su tratamiento y conservación. Ahí reside el quid del presunto delito contra la salud, incluso de la pertinencia de la propia investigación policial, puesta en duda por las defensas que argumentan que al no ser un medicamento la sangre, y practicarse las transfusiones con la aceptación voluntaria de los deportistas, la Guardia Civil no debería haber metido ahí las narices, pues, en todo caso, el dopaje, que es lo que se descubrió, no era delito por entonces.

En el banquillo de acusados, además de Eufemiano, declarán Labarta, Belda, Yolanda y Manolo Saiz

La Guardia Civil metió las narices en la sangre de rebote, siguiendo la pista de una importación y falsificación de viales de Igf-1 (factor de crecimiento) desde Australia. El hilo les llevó hasta el barrio madrileño en el que José Luis Merino Batres, el socio científico de Fuentes, un hematólogo que no será juzgado por padecer Alzheimer, tiene un laboratorio de análisis clínicos y en el que el propio Fuentes disponía de un piso. Entre la basura que observaron depositaba Fuentes al salir de su apartamento por la noche, los investigadores descubrieron útiles para extracción, conservación y transfusión de sangre. En vigilancias sucesivas, los policías también observaron a gran número de deportistas acudiendo al lugar. Meses después procedieron a la redada. El botín fue único: por primera vez en el mundo, una operación policial obtenía pruebas de tal calibre, tan sólidas como bloques de hielo, de unas prácticas de dopaje que se intuían pero no se podían probar.

Pero la pregunta que debe responder la jueza es más simple: ¿es eso delito? ¿Es la sangre un medicamento?

Un artículo recién publicado en el New England Journal of Medicine (NEJM), quizás la publicación médica más prestigiosa del mundo, podría servir para iluminar la cuestión. En él, el autor, Harvey Klein, del departamento de transfusión de Bethesda (Maryland, EE UU), no solo la considera un medicamento, sino “medicamento esencial”, de esos que todos los países tienen la obligación de poner a disposición de sus ciudadanos. “El desarrollo de soluciones conservantes y anticoagulantes, de envases estériles y de bolsas de plástico para sangre permitieron que la sangre pudiera ser almacenada”, explica, “lo cual en la práctica obliga a distinguir el producto, que debe cumplir una serie de estrictas medidas, de la práctica médica de la transfusión. Una distinción básica para entender porque se consideran y se regula a los componentes de la sangre como medicamentos”.

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Sobre la firma

C. ARRIBAS
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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