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El Barça corona su marca

El equipo azulgrana iguala los 23 títulos del Madrid con un despliegue colectivo que desfonda al Valencia y relativiza el mal partido de Navarro

Robert Álvarez
Los jugadores del Barcelona celebran la victoria
Los jugadores del Barcelona celebran la victoriaDavid Aguilar (EFE)

Una exaltación de la marca Barça, un despliegue colectivo incontestable, poderoso más que demoledor, abrumador más que espectacular, tan coral que destiñó los estrellatos individuales. En ese paisaje desembocó la final de la Copa del Rey entre el Barcelona Regal y el Valencia, decantada tan pronto que careció de las emociones de los partidos que el propio Barcelona había disputado el día anterior frente al Caja Laboral y, por supuesto el del jueves ante el Madrid. Visto lo visto, la auténtica final, sin perjuicio de los méritos y merecimientos de un encomiable Valencia.

El Buesa Arena se pasó más de media final preguntándose quién iba a ser elegido el Mejor Jugador (MVP) de la Copa más que por el campeón. No hubo la menor duda sobre esta última cuestión. El Barcelona Regal dominó con relativa maestría los acontecimientos, pese a que el Valencia batalló lo suyo. Pero muchísimo antes del final empezó a perder la fe. Perdía por 13 puntos. Quedaba mucho, un mundo, más de 15 minutos. Pero la dinámica avanzaba implacable, en el sentido preestablecido. El Barcelona tomaba velocidad y el Valencia iba perdiendo altura.

BARÇA REGAL 85 – VALENCIA, 69

Barcelona Regal: Sada (7), Navarro(0), Mickeal (14), Wallace (6) y Tomic (13) —quinteto inicial—; Huertas (13), Todorovic (0), Rabaseda(0), Oleson (12), Lorbek (10) y Jawai (10).

Valencia Basket: San Miguel (0), Pau Ribas (8), Kelati (0), Doellman (14) y Lishchuk (2) —quinteto inicial—; Markovic (14), Dubljevic (5), Rafa Martínez (10), Pietrus (4) y Faverani (12).

Parciales: 17-18; 19-15; 25-20 y 24-16.

Árbitros: Arteaga, Conde y Jiménez. Eliminados Lishchuk (m. 28) y Tomic (m. 40).

14.120 espectadores en el pabellón Buesa Arena de Vitoria

Las rachas de Markovic en el tiro exterior, las de Faverani bajo el aro, los alardes de Doellman, con su juego versátil, tan capaz de anotar desde dentro como desde fuera, o las arrancadas de Rafa Martínez, siempre tuvieron respuesta, corregida y aumentada, del Barcelona, que se comportó con la exactitud implacable de un equipo de relevos.

La excepción no fue menor y no hace sino delatar la trascendencia del colectivo en el rendimiento del Barcelona Regal. Navarro se quedó a cero. Un dato raro, casi histórico. Jugó algo más de 20 minutos y falló ocho tiros. El escolta de Sant Feliu iba para MVP dadas sus buenas actuaciones de los días precedentes. Pero en la final la defensa del Valencia, la de Pau Ribas y la de Rafa Martínez, le frenó. También paralizó a Lorbek durante medio partido. Fue el tiempo que resistió el Valencia.

El equipo de Perasovic se fue al descanso perdiendo por tres puntos, pero reconfortado por la sensación de haber logrado encoger la estampa siempre intimidante del Barcelona. Perdía el Valencia, pero mantenía a su rival a tiro de piedra y había sembrado algunas dudas entre sus filas. Navarro se había quedado seco, tras errar seis tiros. Lorbek estaba igualmente a cero y solo había podido lanzar un par de veces.

Los méritos defensivos del Valencia germinaron hacia el final del primer cuarto, con transiciones a defensa tan rápidas que abrumaron el ataque del Barcelona con cuatro tapones casi consecutivos. El Barça dependió en ataque de dos jugadores poco habituales a llevar la voz cantante en anotación: sus dos bases, Sada al principio, Marcelinho a continuación, y su colosal pívot Jawai, más adelante.

El Barcelona consiguió meter en el partido Lorbek, a Olesson también, soberbio otra vez el reciente fichaje azulgrana, a Mickeal. Marcelinho continuó en su buena línea y Tomic tuvo suficiente con 16 minutos para anotar 13 puntos. El Valencia reaccionó ligeramente mediado el tercer cuarto, cuando redujo a seis puntos su desventaja (54-48). Pero a partir de ese momento, con siete puntos casi consecutivos de Mickeal, el Barça voló hacia su 23º título de Copa, con lo que iguala el récord absoluto del Real Madrid.

De esta forma, el Barcelona cerró de la mejor manera posible un primer tercio de temporada que no pudo empezar de peor manera, con ocho derrotas en la Liga que le llevaron a sufrir lo indecible para lograr el billete que le permitió competir en la Copa. Su esfuerzo le valió la pena. Y por cierto, el MVP fue para Pete Mickeal.

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Sobre la firma

Robert Álvarez
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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