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“Me trató el ciclista de montaña muerto”

Hamilton, excampeón olímpico, dice que Alberto León, sin titulación ni médico presente, le realizaba reinfusiones de sangre en habitaciones de hotel

Juan José Mateo
Hamilton comparece por videoconferencia en el juicio.
Hamilton comparece por videoconferencia en el juicio.Juan Carlos Hidalgo (EFE)

La descripción llega como un fantasma a la sala en la que se juzga la Operación Puerto. “El ciclista de montaña muerto”, dice el estadounidense Tayler Hamilton, excampeón olímpico y excliente del médico Eufemiano Fuentes, para señalar a quien le dopaba con reinfusiones de sangre. Entonces, rompen los murmullos. Como en 2006, cuando estalló el caso, el dopaje no era delito en España, Fuentes y otras cuatro personas están acusadas de un delito contra la salud pública. En consecuencia, los cinco subrayan la profesionalidad de sus métodos; la seguridad de sus servicios; y que jamás se puso en riesgo a los deportistas que eran sus clientes. En esas, hoy llega Hamilton para pintar un cuadro muy distinto. “El ciclista de montaña muerto me reinfusionaba sangre”, dice, hablando de Alberto León, que se suicidó en el curso de la investigación de la Operación Galgo. Un hombre que no tenía titulación para manipular sangre. Uno que, según el estadounidense, se la ponía en una habitación de hotel, sin profilaxis alguna. Uno que ya no está vivo para dar su versión.

Antes de hablar de León, que según la Guardia Civil almacenaba parte del material dopante en la Casa de la Juventud de El Escorial cuando fue descubierto en la Operación Galgo (2010), Hamilton dedica horas a hablar de su relación con Fuentes. Su mención al especialista de ciclismo de montaña no es lo único que emborrona el relato del tratamiento profesional, sin riesgos para la salud, que han construido los acusados. Con su larga melena rozándole los hombros, conectado en videoconferencia desde la Embajada española de Washington (EEUU), Hamilton deja esa imagen en espejismo con su versión. “Orinaba pis negro”, dice sobre lo mal que le sentaron las transfusiones de sangre. “Me dijeron que tenía en mi organismo sangre de otra persona”, sobre la razón por la que había dado positivo por transfusión homóloga en 2004. “La insulina me provocó sudor, me disparó el ritmo cardíaco y me hizo sentir extraño. En julio de 2004 [sería durante el Tour y antes de los JJOO] me hizo una transfusión que me dio fiebre”, añade. “Solo me miraron el nivel de hematocrito, no sé si alguna vez me hicieron una analítica completa", cierra sobre los cuidados de los médicos.

Me dijeron que tenía en mi organismo sangre de otra persona” Hamilton, sobre la razón por la que había dado positivo por transfusión homóloga en 2004

Pero Hamilton, cuyo testimonio fue fundamental en la acusación construida por la Agencia Antidopaje Estadounidense contra Lance Armstrong, no habla solo de los efectos del dopaje. Bien guarnecido en su traje claro y acompañado por una traductora, descifra los símbolos del calendario dopante presuntamente elaborado por Fuentes, auténticos jeroglíficos, y reconstruye la historia de su relación, incluido un viaje en 2004 para encontrarse con Eufemiano acompañado por el exciclista y director del Phonak, Álvaro Pino, además de por los ciclistas Santi Pérez, Óscar Sevilla y Gutiérrez.

Todo empezó, según cuenta Hamilton, en un viaje por carretera entre Girona y Valencia, allá por enero de 2002. Entre las dos ciudades, en medio de la autopista, queda en una zona de descanso con Fuentes, al que acabaría viendo “unas 15 veces”, siempre para sacarse o reinfusionarse sangre. “Lo más importante que hablamos aquel día fue de transfusiones. Sabía que me podía proporcionar EPO, testosterona y otros productos dopantes”, resume Hamilton sobre aquella primera reunión camino de Valencia. “Él me ofreció esos productos: EPO, testosterona, hormona del crecimiento, insulina”. No fue un servicio barato: “Pagaba entre 25.000 y 30.000 euros por año. Los productos dopantes se pagaban por separado. En 2004, el precio subió a 50.000, por el congelador Siberia”.

Fuentes cobraba más porque usaba mejor maquinaria para tratar la sangre, más segura, más limpia, con menos riesgos para la salud, le explicaron en su día a Hamilton, que luego fue sancionado dos años por su positivo. Él, sin embargo, también vio la otra parte de ese cuadro, según declara durante más de tres horas este martes: a León, un ciclista de montaña que nunca pisó la facultad de medicina, realizándole reinfusiones de sangre sin un médico que le acompañara en el procedimiento.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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