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Pifia ganadora del Celta

Un remate en semifallo de Bermejo da la victoria a los vigueses ante un Granada superior

Aspas marca ante Toño.
Aspas marca ante Toño. Lalo R. Villar (DIARIO AS)

Todos valen, todos suman, incluso la pifia de Bermejo que dio al Celta el gol de una victoria que no mereció, un remate fallido que vale oro en el estreno de Abel Resino en el banquillo, triunfo al fin porque desde la mañana del día de Reyes no ganaban los celestes, duro castigo para el Granada, superior, que firmó un excelente trabajo y encontró un rédito nulo, que impuso su ritmo porque al Celta no le circuló la pelota. El combo vigués ha perdido frescura, siempre ha tenido errores de juventud, una cierta laxitud a la hora de encimar al rival. Se supone que Abel llega para apretar la tuerca de la intensidad, pero el equipo sugirió una vez más un cierto relajo, seguramente más vecino al estilo y características de sus futbolistas que a las intenciones de éstos. No hace tanto era un grupo atrevido, audaz, sobre todo en Balaídos. Y el Granada mantuvo durante bastantes minutos la pelota lejos de su área, cerca de Ighalo, que siempre tuvo la mirilla preparada, marcó un golazo de volea y estrelló otra en el larguero.

Celta, 2; Granada, 1

Celta: Javi Varas; Jonny, Cabral, Demidov (Jonathan Vila, m. 74), Roberto Lago; Álex López, Borja Oubiña; Augusto, Orellana (Bermejo, m. 59), Krohn-Dehli (De Lucas, m. 64); y Iago Aspas. No utilizados: Sergio, Pranjic, Bellvis, Park.

Granada: Toño; Nyon (El Arabi, m. 86), Íñigo López, Mainz, Siqueira; Mikel Rico (Brahimi, m. 82), Recio; Torje (Buonanotte, m. 71), Aranda, Nolito; e Ighalo. No utilizados: Roberto, Borja, Ortiz e Iriney.

Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Jonny, Recio, Nyom

Goles: 1-0. M. 24. Iago Aspas. 1-1. M. 27. Ighalo. 2-1. M. 80. Bermejo

Balaídos. Unos 18.400 espectadores

Al Celta lo movió Aspas. Resulta indicativo de algún problema porque tampoco debe ser esa la labor de un delantero. Pero el zar de Moaña exhibió su habitual repertorio ubicuo. Le gusta estar al plato y a las tajadas, como un jefe. Pero la hiperactividad linda en ocasiones con la dispersión. Y la ansiedad con el error. Aspas erró algún pase, se trabó más de lo cotidiano, pero su brega siempre sirve para activar al Celta, baja a tocar, se desmarca o corre tras el rival en la presión. Y cuando encuentra socios que consiguen seguir su ritmo el equipo crece. Ayer lo fue Álex López más que el trío de mediapuntas, donde Orellana, en un partido en el que se le aguardaba especialmente, apenas se mostró.

Aspas enfiló al Celta hacia la victoria con un buen gol. Recogió en el área el rechace a un disparo de Álex López, lo encontró como llegan ese tipo de balones, sin avisar, pero tuvo la lucidez y el talento para orientar el control, ganar el espacio entre la línea zaguera y el portero y superar a éste. Fue un alarde de control, toque y colocación, su primer tanto después de seis jornadas de sequía. Pero el Granada dejó sello de equipo ajustado. El mérito se lo lleva Alcaraz, que ha subido la línea trasera y convierte cada disputa en un jeroglífico para el rival, pero seguramente algo hay detrás de todo lo que está mostrando que ya venía de antiguo. Y hay dinero, claro, incorporaciones que aportan, como las de Aranda, Nolito y Recio. Enjugó casi de inmediato el gol de Aspas con otra belleza, un monumental centro de Nyom que Ighalo empaló a la escuadra. Y tuvo el partido en su tramo final, cuando Aspas parecía difuminado y el Celta se enredaba, incapaz de llegar a los veinte metros finales, improductivo en un partido en el que necesitaba hacer granero porque los dos siguientes rivales que se anuncian en Balaídos son Real Madrid y Barcelona. Todo hasta que, en una acción episódica, Aspas tocó un centro con la coronilla y Toño se quedó de una pieza ante el remate de Bermejo.

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