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Un retorno con fundamento

El sevillano suma la tercera medalla para España en los Europeos de Gotemburgo tras las conquistadas por Isabel Macías (1.500) e Higuero (3.000)

Amaya Iríbar
Ruth Beitia celebra la victoria.
Ruth Beitia celebra la victoria.Ian Walton (Getty Images)

Campeona de Europa al aire libre, plata y bronce en Mundiales en pista, tres platas y un bronce europeos en pista cubierta, finalista olímpica y mundial al aire libre… Quizás el otoño pasado, cuando los días empezaban a acortarse y la lluvia la condenaba a la melancolía y al recuerdo, Ruth Beitia, de 33 años, joven jubilada, empezó a repasar sus logros en el salto de altura y se percató de que le faltaba algo que estaba a su alcance, algo que absolutamente había merecido y que le esperaba ahí, a la vuelta de la esquina, un campeonato de Europa en pista cubierta. Quizás por ello, o por aburrimiento, o por lo que fuera, la saltadora cántabra decidió volver a los entrenamientos, al trabajo con su Ramón Torralbo de toda la vida; y quizás por eso, porque lo merecía y también porque lo necesitaba, ganó la competición, el oro que faltaba en su colección. En un mundo como el del deporte en el que tantos retornos de la retirada se convierten en vía crucis imprevistos para los campeones, bien se puede decir que el de Beitia ha sido un retorno con fundamento.

Los Europeos en pista cubierta, y más en un año postolímpico, son una competición en la que más que las marcas (habitualmente de segundo nivel) o los nombres (sus ausencias, más bien) se trata de analizar a los jóvenes que saltan a la pista internacional por primera vez, su hambre, y las actitudes de los viejos, su respeto al atletismo, a la competición. Beitia, que solo hizo un nulo en su competición (hasta 1,96m, a la primera; el 1,99 que le daría el oro, a la segunda), tuvo una actuación impecable ante las escasas rivales que se le opusieron, las suecas joven, Jungmark, y ‘vieja’, Emma Green, que saltaban en casa y que se quedaron de plata y bronce, y la jovencísima italiana Alessia Trost, la sensación de la temporada, la única que había saltado 2m esta temporada invernal, pero que hoy en Gotemburgo se quedó clavada en 1,92m.

Mentiría si no dijera que estaba casi seguro de que le podía ganar” Kevin López

El mensaje de autoridad que envió ayer el sevillano Kevin López en la semifinal de 800m debió activar algo en la mente del polaco Kszczot o tal vez formaba parte de una estrategia del campeón: dejar hacer a sus rivales para demostrar quién manda aquí. Así que el polaco se volvió a colgar el oro (1m 48,69s) y Kevin López solo pudo ser segundo (1m 49,31s). El otro español, Luis Alberto Marco, terminó sexto (1m 51,69s).

Kevin López corrió como a él le gusta, poniéndose en cabeza a las primeras de cambio, frenando algo en las curvas y acelerando al salir. Kszczot se mantenía agazapado, cerrando el grupo de seis corredores. Hasta que decidió que era hora de atacar. Empezó a engullir corredores y se puso al frente al toque de la campana que anuncia la última vuelta. El español se concentró entonces en seguir su estela hasta cruzar la meta.

La mejor versión de Sarrapio

Después de que Carlota Castrejana dejara el atletismo, el triple español fue el reino de Patricia Sarrapio, dominadora de una prueba en la que no tenía rival. Hasta que llegó Ana Peleteiro, campeona del mundo junior, y le puso las pilas.

Tal vez de ese estímulo, de la motivación que supone tener alguien que en breve puede hacerte sombra, ha salido la mejor versión de Sarrapio, una que es capaz no solo de meterse en la final europea, sino de saltar mejor que nunca en ese momento de máxima presión.

La madrileña arriesgó, como siempre, y empezó su competición con dos nulos. Entre salto y salto, Ramón Cid, el seleccionador, se acercaba a darle instrucciones para corregirse. Y llegó el tercer salto de la serie y se elevó hasta los 14,07m, su mejor marca personal. El título se lo llevó la ucraniana Saladuha.

La otra finalista española en la mañana del domingo, Úrsula Ruiz, terminó octava en peso con un lanzamiento de 17,22m.

“Mentiría si no dijera que estaba casi seguro de que le podía ganar”, admitía el español al acabar la prueba; “pero cuando me ha pasado antes de la última vuelta ya iba fundido”. López fue bronce hace dos años en París, cuando Marco acabó por los suelos y solo pudo ser quinto. Su plata es la tercera del equipo español en los Europeos de pista cubierta de Gotemburgo y la 18ª de la historia del 800m español bajo techo. El último oro fue el de Roberto Parra en 1996.

La del sevillano supone la tercera medalla para el equipo español en la cita de Gotemburgo. Isabel Macías, en el 1.500m femenino, y Juan Carlos Higuero, en los 3.000m masculinos, alzaron los dos primeros metales.

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Sobre la firma

Amaya Iríbar
Redactora jefa de Fin de Semana desde 2017. Antes estuvo al frente de la sección de Deportes y fue redactora de Sociedad y de Negocios. Está especializada en gimnasia y ha cubierto para EL PAÍS dos Juegos Olímpicos y varios europeos y mundiales de atletismo. Es licenciada en Ciencias Políticas y tiene el Máster de periodismo de EL PAÍS.

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