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Ramos bajo la tormenta

El central, que se marcó en propia meta, sufrió más que nadie el acoso del Manchester

D. TORRES
Sergio Ramos, en el remate en propia puerta que supuso el gol del Manchester United.
Sergio Ramos, en el remate en propia puerta que supuso el gol del Manchester United.KERIM OKTEN (EFE)

El Sex Machine de James Brown amenizó el calentamiento de los equipos en Old Trafford, convertido en una gran caja de truenos del funk. El Madrid dedicó su último ejercicio a rematar desde el borde del área. Higuaín, Di María, Cristiano y Özil se alternaron pegándole después de llegar desde atrás. Entibiaron los pies para lo que venía: una noche fría en la que los porteros hicieron más golpeos que los atacantes. Prevalecieron los saques de De Gea y Diego López. Siempre en largo. Siempre a dividir, no sea que se les desorganizaran las defensas. Los acontecimientos acabaron por hacer de los defensas del Madrid los grandes protagonistas. Cuando el equipo tuvo el balón, nadie lo administró más que Ramos. Cuando lo perdió, el capitán, Varane y Diego López se multiplicaron para despejar la lluvia de centros y contragolpes. El gol en propia meta de Ramos fue consecuencia de esos momentos de angustia. Solo la expulsión de Nani alivió al Madrid.

El gol en propia meta de Ramos fue consecuencia de esos momentos de angustia. Solo la expulsión de Nani alivió al Madrid

El Madrid sufre para encontrar vías de acceso al remate. Ante la falta de recursos para generar situaciones que exhibe el equipo, José Mourinho, el mánager, hace hincapié en lo elemental: las faltas laterales y los disparos desde fuera del área. Esto es lo que practicó el ataque madridista antes de disputar el partido más importante de lo que va de temporada, ante la evidencia de lo que se encontraría. Pero los tiros de media distancia puede ser demasiado poco cuando se trata de enfrentar a una defensa cerrada con futbolistas más o menos expertos. Lo sabe media Europa y lo sabe Alex Ferguson, el estratega del Manchester, cuyo planteamiento inicial consistió en mantener a seis hombres constantemente por detrás de la línea del balón para no conceder espacios al rival. Sin metros para correr, al Madrid no le quedó más remedio que esforzarse por progresar entre las apretadas líneas que se formaron alrededor de Ferdinand, Vidic, Carrick y Cleverley para proteger los carriles centrales. En toda la primera parte solo Cristiano en una ocasión pudo conectar un disparo como los que había ensayado: se le fue alto. De Gea apenas gastó los guantes en ese periodo.

Mientras en el campo hubo 11 contra 11 el Madrid no fue superior. Más bien al contrario. Incapaz de producir una ocasión clara, estuvo expuesto al acoso del Manchester. Se sucedieron las carreras Nani, Van Persie y Welbeck, y los córners en contra. Diego López hizo dos paradas a Welbeck y Vidic remató al palo. Lo demás, lo anticiparon los centrales, con Varane al corte y Ramos moviendo la línea. Tapados Xabi por Welbeck y Özil por Carrick, al Madrid no le quedó más alternativa que el balón largo de Ramos a los delanteros. Un callejón sin salida.

El gol en propia meta de Ramos fue una fatalidad. Producto del agobio al que había sometido el Manchester a Diego López. El percance puso al Madrid al borde de la eliminación. Hasta que Cüneyt Çakir sentenció el partido con una roja directa a Nani por juego peligroso a falta de media hora para el final. Un exceso de castigo que dejó al United más expuesto a los tiros desde fuera del área: así llegó el gol de Modric. Así respiró Ramos. Así se salvó el Madrid.

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Sobre la firma

D. TORRES
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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