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Juanito, el estilete canario

Jugó de extremo con el Barcelona, Hércules y Tenerife y ganó la liga en 1974 con los azulganas

Juanito Díaz, 'Juanito El Vieja', en una de sus temporadas con el Barça.
Juanito Díaz, 'Juanito El Vieja', en una de sus temporadas con el Barça.DIARIO AS

La suya era una velocidad distinta. Que se lo pregunten a Eladio, aquel lateral zurdo del Barcelona, que le marcó (¿le marcó?) en aquel inolvidable mediodía carnavalero en el Rodríguez López, victoria del Tenerife (4-1) en un amistoso que sirvió para convencer a los técnicos del club catalán.

Juan Díaz, Juanito el Vieja, fallecido el miércoles pasado en Tenerife a los 64 años, hizo diabluras. Quebró la cintura del lateral, como se diría hoy. Y es que, dotado de un prodigioso sentido de la verticalidad, reveló, en ese partido y en muchos otros, su capacidad de desborde, su regate seco y desbaratador de todas las defensas. Semanas después, marzo de 1972, siendo Rinus Michels entrenador del Barcelona, debutaba en San Mamés, ocupando la plaza de Carles Rexach.

Juanito (Tenerife, 1948), sobresalía por su rapidez y por su habilidad. Era un estilete. Desde que se incorporó al primer equipo del Tenerife, su juego incisivo y veloz propició un estilo de contragolpe. Con García Verdugo como técnico, ascendió a Segunda División. Dotado de un excelente toque de balón, superaba la inevitable tendencia individualista de este perfil de jugadores.

Con el Barcelona se proclamó campeón de Liga en 1974. Después, se marchó al Hércules, todavía en Primera División. Allí no hizo buenas migas con Arsenio Iglesias, entrenador entonces del equipo alicantino. Fue traspasado a la UD Salamanca, donde reverdeció laureles y se ganó el aprecio de los aficionados, además de contar con la confianza de García Traíd y Felipe Mesones. Regresó al Tenerife a principios de los ochenta para retirarse en Segunda B.

No sintió entonces la tentación de entrenar. Mantuvo, en su oficio de conductor, su carácter campechano. Le agradaba rememorar su paso por los primerdivisionarios y su capacidad para adaptarse a climas tan diferentes como el de Salamanca y Alicante.

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