_
_
_
_
_

El Celta empieza a pasar las de Caín

El equipo gallego, sin gol ni ritmo, se desploma ante un Rayo Vallecano atrevido que ofreció grandes momentos

Lass dispara ante Lago.
Lass dispara ante Lago.Salvador Sas (EFE)

Seis partidos después de la llegada de Abel Resino la matinal contra el Rayo Vallecano evidenció lo que era algo más que una sospecha, una realidad que va más allá de una afortunada victoria ante el Granada o un golpe de genio de Borja Oubiña para rescatar un empate ante el Barcelona: el Celta es un desastre, ha perdido todo lo bueno que había mostrado en su regreso a Primera, que no era poco. El equipo que combinaba, generaba ocasiones y penaba más por su escasa pegada que por su capacidad futbolística se ha convertido en un grupo vulnerable.

Abel ha enviado la zaga a presionar a la medular, ha conminado a hombres poco dotados para esa tarea a encimar y destaparse. Algunos de esos excelentes futbolistas no semejan dotados además de la dureza mental precisa para manejarse en la situación actual, que gira hacia lo depresivo, con un equipo despedido entre los pitos de unos pocos y el silencio resignado de la mayoría. El Celta se cae y lo hace con un entrenador al que se le requería una respuesta rápida y que, al menos en un mes y medio, no ha mejorado el legado de Paco Herrera. Un técnico al que además se le ha firmado un año más de contrato y que ya suscita un abierto recelo en la grada.

CELTA, 0 - RAYO VALLECANO, 2

Celta: Javi Varas; Jonny, Cabral, Demidov (Jonathan Vila, m. 45), Roberto Lago; Borja Oubiña. Álex López; Augusto, Orellana, Pranjic (Krohn-Dehli, m. 61); y Park (Bermejo, m. 54). No utilizados: Rubén Blanco, Bellvis, Insa y De Lucas.

Rayo Vallecano: Rubén; Tito, Gálvez, Jordi Figueras, Casado; Javi Fuego, Trashorras; Lass (José Carlos, m. 63), Domínguez (Adrián, m. 85), Piti; y Leo Baptistao (Delibasic, m. 79). No utilizados: Cobeño, Arbilla, Amat y Vázquez.

Árbitro: Pérez Montero. Amonestó a Augusto, Bermejo, Jonathan Vila, Orellana, Piti, Casado, Tito, Javi Fuego y Rubén.

Goles: 0-1, m. 17, Piti; 0-2, m. 82, Delibasic

Balaídos. 19.437 espectadores.

De todo este marasmo se aprovechó el Rayo Vallecano, que es una gozada de equipo, un ejemplo para tantos otros que buscan soluciones para sobrevivir con una economía de guerra. Quienes busquen paladear partidos amenos, fútbol aseado, honesto, respetuoso con el espectador y con la pelota, tienen una referencia en los hombres de Paco. Su primera parte en Balaídos fue impecable, con una lectura maravillosa de la situación por parte de Trashorras y Domínguez, que ejercieron de pasadores, con un estilete, Lass, y un estelar, Leo Baptistao, al que Javi Varas sacó dos mano a mano, que envió un remate al palo, pero dejó regusto de fenómeno, delantero estiloso con una plástica zancada y el manual del desmarque bien aprendido.

El Rayo disfrutó durante tres cuartos de hora, marcó de tacón por mediación de Piti y pudo golear sin que el rival apenas le hiciera cosquillas. El Celta sólo supo defenderse cuando tuvo el balón en sus pies, sólo ahí dejó de padecer, en las fugaces apariciones de Álex López, Orellana o Pranjic, siempre bajo el yugo de su debilidad defensiva, de un plan que los futbolistas ni entienden ni atinan a ejecutar. Con todo, el resultado, la mínima renta rayista, les mantuvo con vida. Llegó entonces, tras la arenga del descanso, el empuje, la excitación, la casta de Mario Bermejo, al que Abel rescató para recordar sus tiempos como delantero, para sacar los codos, partirse la ceja con quien se cruzara en su camino y ponerse la venda en la cabeza. Acodado en un palco, tras un cristal, Iago Aspas rumiaba su error en Riazor, aquel cabezazo a Marchena. En el ecuador de su sanción de cuatro partidos, el Celta de Aspas se ha convertido en el Celta de Bermejo. El valiente, meritorio y válido pretoriano ascendió al generalato de manera que el plan de Abel se redujo a enviar el balón al área y sacar réditos de la brega y el bullicio. En medio del marasmo, tras unos minutos de atasco en los que no encontró los caminos hacia Trashorras y Domínguez, el Rayo mostró cómo se ganan los partidos: pelota al suelo, si no hay salida cambio de orientación, apoyo en la banda, pared, llegada a la línea de fondo, centro al área y gol de Delibasic.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_