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La guarida del titán

Nadal busca en Montecarlo su noveno título seguido, récord en cualquier torneo ● Es su cita fetiche por el bote alto y las malas rachas rotas: ganó a Djokovic tras siete derrotas

Juan José Mateo
Rafael Nadal y Novak Djokovic se cruzan en las pistas de Montecarlo.
Rafael Nadal y Novak Djokovic se cruzan en las pistas de Montecarlo. Lionel Cironneau (AP)

—Haz cosas que le hagan sentirse ridículo—.

Rafael Nadal escucha esa frase mucho antes de debutar hoy contra el australiano Matosevic en el Masters 1000 de Montecarlo, donde defiende con la rodilla izquierda vendada una racha impresionante: ocho títulos en ocho años, a uno de lograr el récord absoluto en cualquier cita en la Era Abierta (desde 1968). Esas palabras llegan a sus oídos en 2003, cuando tiene 16 años y pisa por primera vez la arcilla del Principado. Es su primer Masters 1000. Le espera Albert Costa, el número siete, que es el campeón de Roland Garros. Un hueso.

“Métele dos bolas raras, una dejada, un globo, y no responderá bien. Quizá se líe él solo y no vuelva al partido. Para él es un palo jugar contra ti, un joven que juega sin nada que perder. Es él quien tiene poco que ganar y mucho que perder”, escucha Nadal de boca de una persona que le conoce bien. Es un partido de los que hacen titulares. La primera gran victoria del mallorquín. El inicio de una historia de amor: nadie, nunca, ha dominado tanto un torneo de alto nivel como Nadal domina el de Montecarlo. Desde hoy, el titán de la arcilla compite con un gran objetivo: Roland Garros (desde el 26 de mayo).

“Desde el primer día que llegué, en 2003, hubo un poco de idilio, me sentí muy cómodo”, explica el número cinco, y sus palabras le ponen sentimientos a los números de una dictadura. No son solo los ocho títulos consecutivos, comparables a los sumados en París (siete) o Roma (seis). Son las formas, las maneras. Nadal solo ha cedido seis sets en esas ocho participaciones y de media apenas ha concedido cinco juegos por partido a sus rivales. En 2003, consiguió aquí su primera gran victoria (Costa). En 2005, sumó su primer Masters 1000 (Coria). En 2010, rompió una racha de casi un año sin celebrar un trofeo. Y en 2012, tumbó aquí a Novak Djokovic tras siete finales seguidas perdidas con el serbio. Entre 2005 y 2012, Nadal ha ganado a quien se le pusiera por delante: al mejor Federer (tres finales); a Nole (dos finales); a Murray…

Es el año que lo tengo más difícil por venir de donde vengo Nadal, sobre su rodilla izquierda

“Rafael tiene una adaptación más fácil a la tierra que los rivales que son más especialistas en pistas rápidas”, explica por teléfono Toni Nadal, su tío y entrenador, sobre la primera gran cita sobre arcilla del calendario. “La pista, la situación, le van muy bien”, continúa el técnico sobre la central de Montecarlo. “Como es el primer torneo de tierra y los mejores llegan después de casi un año sin jugar en la superficie”, coincide Jordi Arrese, plata olímpica y verdugo en esa pista de Bjorn Borg, otro mito de la arcilla; “tiene la ventaja de no necesitar adaptación, de no tener que tirar de golpes, como los demás, sino de movimientos naturales. Por eso mete palizas”. “Montecarlo”, continúa Arrese; “siempre fue un sitio de bote alto, pese a estar al nivel del mar, y eso es ideal para Rafa, porque las condiciones ahí nunca son exageradas en velocidad”.

Rafael tiene una adaptación más fácil a la tierra que los rivales que son más especialistas en pistas rápidas Toni Nadal, sobre el primer torneo en arcilla del curso

“Después, está la presión de que sabes que un día vas a perder”, añade Toni. “Pierdes y dicen que no eres el de antes”.

¿Y es Nadal el de antes? ¿Qué queda en su cuerpo de los siete meses sin competir por una lesión de rodilla? ¿Cuánto alimenta su mente su brillante vuelta al circuito, con una final y tres títulos, incluido el del Masters 1000 de Indian Wells, en cemento?

“Lo prioritario para mí es poder hacer una temporada de tierra completa”, contesta el campeón de 11 grandes en una rueda de prensa. “Soy consciente de que es el año que lo tengo más difícil por venir de donde vengo”. Pasada la euforia del triunfo en Indian Wells, en la retina perdura su viaje relámpago a una clínica de Vitoria nada más celebrar el título, hace casi un mes: se revisó la rodilla, y, a la salida, penó para subirse al coche que le esperaba, sin casi poder doblar la articulación.

“No tiene sentido seguir hablando de la rodilla”, dijo en Montecarlo; “Estoy compitiendo y quiero centrarme en el tenis”. “Nos hemos entrenado más o menos bien”, asegura Toni, que ha dispuesto de un mes para preparar la gira porque su sobrino renunció a Miami. “Si no ha tenido ningún hándicap desde Indian Wells, que no tiene por qué, su temporada de tierra será espectacular”, avisa Arrese, que sabe lo que dice. Nadal están en su templo, ahí donde siempre curó sus heridas; el titán está en su guarida, allí donde él sueña y sus contrarios sufren pesadillas.

Ocho finales, ocho títulos

  • 2012. Nadal-Djokovic (6-3 y 6-1).
  • 2011. Nadal-Ferrer (6-4 y 7-5).
  • 2010. Nadal-Verdasco (6-0 y 6-1).
  • 2009. Nadal-Djokovic (6-3, 2-6 y 6-1).
  • 2008. Federer-Nadal (5-7 y 5-7).
  • 2007. Federer-Nadal (4-6 y 4-6).
  • 2006. Nadal-Federer (6-2, 6-7 (2), 6-3 y 7-6(5))
  • 2005. Nadal-Coria (6-3, 6-1, 0-6 y 7-5)

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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