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Ni Sagan ni Purito ni Valverde, Kreuziger

El checo, que no tiene ni velocidad ni instinto ni ardor clásico, se adjudica una Amstel corrida con la calculadora por los favoritos

Carlos Arribas
Kreuziger celebra su triunfo en la Amstel Gold Race.
Kreuziger celebra su triunfo en la Amstel Gold Race.JERRY LAMPEN (AFP)

Hay etapas intranscendentes del Tour o de la Vuelta o del Giro que se corren como si fueran clásicas, como un derroche, como si no hubiera día siguiente, como si el destino se acabara cruzada la línea de meta: son las que apasionan. Y hay también clásicas que se disputan como si fueran etapas, con calculadora y ordenador de a bordo, atentos a los pinganillos, al mínimo gasto, al ahorro y la eficiencia. Eso pasó en la Amstel, la que tiene nombre de cerveza y pedigrí escaso, que los favoritos corrieron mirando de reojo a los rivales, como si cobardes temieran pesar en su desarrollo, y, perezosos, prefirieran dejarse llevar. Se corrió así la Amstel y encima se corrió mal: no son, los laberintos y feraces colinas (34, nada menos) del Limburgo holandés, terreno que se amolde a los consabidos fuga, control, aceleración y sprint en el último repecho tan habituales en las etapas; no eran, tampoco, ni los corredores ni su espíritu primaveral (espíritu, por fin, esta primavera acompañado de sol y no de lluvia) los más adecuados para someterse.

Quizás por eso ganó uno como Roman Kreuziger, un checo de 26 años que no tiene ni velocidad ni instinto ni ardor clásico (un cuarto puesto en la Lieja de hace dos años era toda su cosecha hasta ahora, la de un corredor de vueltas con dotes para la montaña: y para eso lo ha fichado este año el Saxo, para ser el hombre de Contador en Alpes y Pirineos); y quizás por eso a los favoritos les pasó lo que les pasó. A Purito, que acabó segundo en 2011, le atropelló un compañero en una caída y le dio un golpe por la espalda que le produjo, según el parte médico, una fuerte contusión en el bíceps femoral, ese músculo que les duele tanto a los futbolistas y los velocistas y lo llaman isquiotibiales. Mañana decidirá el Katusha si lo alinea el miércoles en la Flecha Valona, donde defiende título, y el domingo en la Lieja, la reina de las Ardenas. Al gran favorito Sagan, el casi imbatible de los días de frío y nieve, el calor súbito de Holanda le dejó para el arrastre, confesó, y le produjo unos calambres que le impidieron luchar por la victoria.

A Purito, que acabó segundo en 2011, le atropelló un compañero en una caída y le dio un fuerte golpe

A Gilbert y Valverde, la Amstel les permitió al menos repetir los movimientos que decidieron, al inicio del Cauberg, el Mundial de septiembre pasado. Entonces, el belga logró irse fuerte, mientras Valverde, también atento a Freire, perdía su rueda. En esta ocasión, a idéntico movimiento de Gilbert, tan guapo con el arcoíris ciñéndole el pecho, respondió el murciano rápido, atándole corto. A su alrededor se formó un grupo al que, paciente por una vez, Valverde sometió en el sprint final. El problema es que con el golpe de riñones no buscaba la victoria sino el honor: por error de cálculo y de maniobras de los equipos de los favoritos, del BMC, demasiado impaciente, y del Cannondale, que lo dejó cuando Sagan dijo basta, Kreuziger, en fuga desde hacía una veintena de kilómetros, se les había ido para siempre.

“El final ha sido muy parecido al Mundial porque Gilbert ha arrancado con la misma potencia y ahí es donde se ha hecho la diferencia. Esta vez sí que he podido aguantarle y ganarle al final. Lástima que Kreuziger iba por delante, pero ha hecho un gran trabajo y se ha merecido la victoria”, dijo Valverde, cuyo segundo puesto, conseguido en la primera carrera que disputa desde su caída en la Volta a Catalunya, hace tres semanas, le permitió al menos sacar la cabeza entre los grandes en la temporada del cambio generacional del ciclismo mundial. “Yo me voy muy contento por hacer segundo. No estoy decepcionado porque hemos estado delante y con buenas sensaciones. Noto que ahora tengo más fondo y que llego más fresco al final”, añadió. “Está claro que esto me da confianza para las dos clásicas que quedan. Más que Flecha, que me la tomaré con más calma, la Lieja es la que mejor se me adapta y hoy hemos visto que estoy bien de forma. Espero que haya suerte y que podamos pelear por ese gran objetivo”.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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