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Nadal dispara primero

El español debuta arrollando a Matosevic y persevera en su apuesta por la agresividad

Juan José Mateo
Nadal devuelve un golpe ante Matosevic.
Nadal devuelve un golpe ante Matosevic.ERIC GAILLARD (REUTERS)

Al cuarto de hora, Marinko Matosevic levanta los brazos como si hubiera ganado el título. Aplaude la grada, que celebra que el australiano acabe de ganar un juego (4-1). Antes y después de ese gesto rebosante de ironía, Rafael Nadal, que debuta en el masters 1000 de Montecarlo con la rodilla izquierda vendada, abre una brecha tras otra en el marcador. El español gana 16 de los 18 primeros puntos (4-0) e instala el encuentro en la dinámica de lo inevitable: por mucho que su contrario se adelante 2-0 y doble bola de break en la segunda manga, es victoria para él o victoria para él, porque persevera en el agresivo plan que le ha llevado a ganar tres títulos desde febrero, cuando volvió a jugar tras siete meses lesionado. La victoria (6-1 y 6-2; 43ª seguida en el Principado) le cita hoy (12.30 aproximadamente, Teledeporte) en octavos con Kohlschreiber.

“Llevaba demasiado poco tiempo seguido jugando como para recordarlo todo”

“Haber parado este mes [no disputó Miami], habiendo parado antes siete meses, no es lo mismo que si va todo normal”, dice luego en los micrófonos de Teledeporte. “Me han costado un pelín los días de entrenamiento. Llevaba demasiado poco tiempo seguido jugando como para recordarlo todo. Juegas un mes y lo dejas otro y tienes que recordarlo todo otra vez y recuperar la intensidad, que es lo que cuesta más”, sigue. “He ido cambiando con mi drive hacia el paralelo, que es el camino. Al principio no me he atrevido, luego sí”, cierra.

Al principio del segundo set, Matosevic se dispara hasta el 2-0 con su magnífico revés, y la derecha de Nadal se descontrola, yéndose larga, más cerca de la valla que de la línea, en busca de ese golpe definitivo. Suma ocho errores no forzados en un partido en el que solo cede tres juegos.

Otros resultados

Segunda ronda. A. Murray (R.U.)-E. Roger (Fr.), 6-1 y 6-4. J. Melzer (Aus.) -N. Almagro, 6-4 y 6-2. S. Wawrinka (Sui.)-A. Montanes, 6-1 y 6-1. F. Fognini (It.)-A. Ramos, 6-3 y 7-5. F. Mayer (Al.)-R. Bautista, 5-7, 6-4 y 6-4. T. Berdych (R. Ch.)-M. Granollers,7-5 y 6-4.

“Cuando le vi jugar en Indian Wells”, explica ayer Jordi Arrese, plata olímpica y ganador en la pista de Montecarlo del mítico Bjorn Borg; “me gustó verle fallar de largo”. “Es una variación de concepto, porque Rafa a veces abusa de no fallar”, continúa. “Cuando falla de largo, en lugar de cuando falla dejando la pelota en la red, consigue un doble efecto. Primero, no darle confianza al contrario, que no coge ritmo y no tiene la opción de dominarle y tirarle ganadores. Segundo, si la mete, con su peso de pelota, se abre la opción de dominar porque le vuelve una pelota a media pista, fácil”, sigue. “Hablamos de cometer errores por ambición. Esos errores implican que está atacando más, que deja menos opciones y que puede llevar el partido más fácil”.

Arrese no es el único extenista que se ha felicitado viendo a Nadal fallar por un exceso de agresividad. Tomás Carbonell, un exjugador con un fino sentido del análisis, observó lo mismo en Indian Wells. El tenis, sin embargo, es un deporte de vasos comunicantes. Todos los competidores sueñan con jugar largo. La realidad les enfrenta a un juego de espejos en el que su contrario intenta exactamente lo mismo. El ganador de esa lucha tiene la opción de entrar en la pista con el horizonte despejado para decidir cómo, cuándo y dónde acabar el peloteo, porque su rival está aculado contra la valla. Desde que abrumó (6-0 y 6-2) a David Ferrer en la final de Acapulco, Nadal es ese hombre. Su apuesta ha funcionado contra el número cuatro y contra Roger Federer. Falta ver si podrá mantenerla contra Noval Djokovic o Andy Murray… pero, por ahora, el mallorquín disfruta. Igual que en sus mejores momentos, ha abandonado la trinchera.

“El tobillo ha sobrevivido”

Mientras remonta en su debut (4-6, 6-1 y 6-4 ante el ruso Youzhny), no hay lágrimas en el rostro del serbio Novak Djokovic, como hace diez días, cuando se hace polvo un tobillo durante la Copa Davis, pero sí que se le ven extraños movimientos, entre prudentes y doloridos. Tras la victoria, que le cruza hoy con el argentino Juan Mónaco, este es su diagnóstico: “El tobillo ha sobrevivido”. “Veremos cómo está mañana \[por hoy\]”, continúa; “pero no estoy a mi máximo nivel. Es frustrante”.

El número uno afronta una gira de tierra intrigante. Brillante vencedor del Abierto de Australia, no disputó ninguna de las grandes finales de la gira de cemento estadounidense (los masters 1000 de Indian Wells y Miami), se hizo daño en el tobillo defendiendo los colores de su país y en consecuencia preparó en malas condiciones la etapa más importante del año para él. El 26 de mayo empieza Roland Garros. Ese es el único grande que le falta. Nadal, el rey de París, no se somete al examen de los cinco sets desde hace un año... y Nole sabe que es su gran oportunidad para completar el Grand Slam.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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