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Vettel se queda solo

Una avería en el alerón trasero del Ferrari de Alonso despeja el camino del alemán, que se afianza al frente del Mundial tras ganar por delante de los dos Lotus

Oriol Puigdemont
Sebastian Vettel celebra la victoria en Bahréin
Sebastian Vettel celebra la victoria en BahréinClive Mason (Getty)

Pocas poles han sido tan efímeras como las que acumula Mercedes en los dos últimos grandes premios de este Mundial, un curso que comenzó con cinco escuderías en un suspiro, que se va aclarando poco a poco y que anuncia una gresca entre Red Bull, Lotus y Ferrari, siempre que las calamidades no se le acumulen a la marca de Maranello. Si hace una semana fue Lewis Hamilton quien se vio obligado a claudicar en Shanghái, en Bahréin fue Nico Rosberg, su compañero, el que tuvo que enfrentarse al principal hándicap del bólido que ambos conducen, los neumáticos. El alemán solo pudo plantar batalla durante tres giros, los que tardó Vettel en echársele encima y abrasarle, lo mismo que hizo Fernando Alonso dos más tarde gracias al extra de velocidad que ofrece el alerón trasero móvil.

El asturiano se encomendó al DRS para atar en corto al tricampeón y terminó condenado por este sistema, que se le quedó abierto nada más superar al Mercedes y le obligó a enfilar el carril de los garajes (séptima vuelta), para que un ejército de mecánicos se lo desbloquearan a la fuerza. Gracias a una trabajada remontada, Alonso cruzó la meta el octavo después de mantener un pirotécnico intercambio de golpes con Sergio Pérez, que al final cayó del lado del mexicano de McLaren.

La carrera se convirtió en un placentero recreo para Vettel, que martilleó el cronómetro hasta cruzar la meta con nueve segundos de ventaja. En el podio se le sumaron Raikkonen y Grosjean, la pareja de Lotus, que completaron un trío idéntico al de hace un año. Con este resultado, la principal apuesta de Red Bull se convierte en el primer miembro de la parrilla que es capaz de repetir victoria —ya se impuso en Malasia—, a la vez que afianza su liderazgo en el campeonato.

Los precedentes apuntaban irremediablemente a un desfallecimiento más o menos temprano de Mercedes, pero el gatillazo le sobrevino a Rosberg incluso antes de lo que él se esperaba. Lejos de beneficiarse de su privilegiada plaza en la arrancada, formó una caravana de coches tras él que no comenzó a despejarse hasta que Vettel y Alonso le pasaron.

En ese momento (quinto giro), la hinchada se frotaba las manos a la espera del esperado mano a mano entre los dos favoritos. La persecución, sin embargo, apenas duró tres minutos, los que tardó el ovetense en darse cuenta de que corría con el alerón trasero abierto y sin posibilidad de cerrarlo, lo que provocó su entrada al taller y la espantada del Niño Maravilla de Red Bull. Como era de esperar, Vettel sacó tajada de la desgracia de su oponente y dio todo un recital de control y poderío, una lectura avalada por la vuelta rápida que se inventó en el antepenúltimo paso por meta, todo un mensaje para navegantes.

El incontestable triunfo que Alonso había obtenido el domingo anterior en China reanimó a La Scuderia, que llegó a la cuarta prueba convencida de poder ofrecerle el prototipo que reclama desde que firmó su primer contrato. A pesar del confeti, el bicampeón español no hizo más que repetir que su F138 aún no es el bólido de referencia, un estatus que, según él, es del RB9. “Nadie esperaba un dominio tan evidente por nuestra parte”, reconoció Baby Schumi después de ganar el 28º gran premio, lo que le permite superar a Jackie Stewart y le coloca como el sexto piloto más fructífero de la historia. Habrá que esperar tres semanas para ver cómo unos y otros llegan a Montmeló, por más que el endiablado ritmo de giro que Vettel exhibió dejara pasmado al paddock.

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