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Nadal enciende la máquina

El español encuentra en Raonic la víctima perfecta para poner a prueba su nivel y jugará la final del Godó ante Almagro

Nadal devuelve la pelota ante Raonic.
Nadal devuelve la pelota ante Raonic.JOSEP LAGO (AFP)

Que la final del Open Banc Sabadell la disputen dos españoles es algo habitual en los últimos años. En cuatro de las últimas cinco ediciones ha sido así. Pero la contundencia con que Rafael Nadal y Nico Almagro se clasificaron para la última ronda (16.00, La1) rompe algunos moldes y augura un gran final a la temporada de tierra batida, que concluirá en Roland Garros. Nadal se impuso al canadiense Milos Raonic (6-4 y 6-0) en 1h 12m, mientras que Almagro necesitó solo 51 minutos para anular al alemán Philip Kohlschreiber: 6-2, 6-0.

Para Almagro la final es un gran reto. No se trata solo de ganar el que sería el mejor título de su carrera, a los 27 años, sino de romper un maleficio que le ha llevado a perder los nueve enfrentamientos —siete en tierra— contra Nadal. “¿Por qué no puedo ganarle?”, se preguntó el murciano después de entrar por primera vez en la final. “Cada vez que hemos jugado he estado un poquito más cerca de la victoria”.

A pesar de que Almagro mostró su mejor cara, enfrentarse a Nadal es otra historia. La consistencia que mostró ante Kohlschreiber, su solidez mental, la calma en cada punto, la sonrisa, todo puede resquebrajarse. Porque, por primera vez desde que regresó al circuito tras su lesión, Nadal pareció encontrar aquellas sensaciones que perdió en los siete meses de lesión. Su semifinal marcará un punto de inflexión esta temporada. El mallorquín vuelve a sentirse el jugador que era. “Ha sido un partido muy positivo”, reconoció Nadal. “He entendido muy bien cómo debía jugar a Raonic y lo he ejecutado con muy pocos errores, cambiando bien el ritmo con el revés cortado, con passings que han vuelto a funcionar y dominando los puntos”. Nadal no había conseguido ofrecer su mejor tenis. Cuando ganó a Federer y a Del Potro en Indian Wells, no fue necesario. Y cuando Djokovic le superó en Montecarlo, no estaba rodado. Ni siquiera los tres primeros partidos en Barcelona permitían augurar un salto en su nivel. Pero se produjo en la semifinal.

El día en el Godó no invitaba al optimismo. Llovió toda la mañana y el programa se retrasó hasta pasadas las cinco. La pista estaba húmeda, un poco lenta. Tras los dos primeros juegos, la confianza del balear fue creciendo en progresión geométrica. La máquina se puso en marcha. Pudo vérsele intentando aquellos golpes imposibles tan habituales en él. Por primera vez, probó dejadas, boteprontos, buscó las líneas con insistencia y todo le salió. Y lo hizo ante Raonic, que a los 22 años apunta al top-ten. Nadal parece a punto para encarar a Djokovic, Murray, Federer y Ferrer en su camino hacia el octavo título en Roland Garros.

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