Wiggo viste de rosa a un amigo siciliano

En el Sky, equipo británico, tan británico como la Union Jack o los sandwiches con pepino y apio, el único ciclista británico este Giro es el caballero sir Bradley Wiggins, su líder. En su banda hay un español, dos colombianos, un estadounidense, un alemán, hasta un bielorruso y dos italianos. Cada uno tiene una bandera y un cometido: el del alemán, un gigante al que le gusta lucir calcetines hasta la rodilla en el podio, es meterse a Wiggo en el bolsillo los días de viento; el de los colombianos, los fabulosos Urán y Henao, encadenarlo en las montañas; el del español, y navarro de la escuela Banesto, Zandio, recordarle pese a su barba de dónde era Indurain, su guía e inspiración. El de los italianos, marcar la diferencia, ganar la batalla publicitaria, como ayer ocurrió en la muy turística e italiana isla de Isquia, frente a Nápoles, donde Wiggo comenzó a ganar el Giro poniendo en lo más alto de la clasificación a su amigo, gregario y compañero Salvatore Puccio, un joven siciliano (23 años, toda su carrera profesional, dos años, en el Sky) que salió vestido de rosa de la contrarreloj por equipos.

Con el regalo lógico —Wiggo podría haber reclamado el liderato para él pues gracias a su dirección, su plato redondo, su cambio manual, su postura tan estudiada en el Retül, su equipo sacó en 17,4 kilómetros 14s al Astana de Nibali y 25s al Garmin de hesjedal— no solo evita el sir la presión del rosa tan pronto, sino que logra el apoyo de la afición estos días que el Giro se sumerge en la bota profunda.

Segundo, a 9s, quedó, gran prestación, el Movistar, el gran émulo del Sky, que corrió con ocho prácticamente, pues en el calentamiento se dio Cobo un buen golpe en la rodilla y se descolgó desde el principio.

Primeta etapa: 181 elevado a la 25=Wiggo en rosa