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San Mamés revive ‘el espíritu de Gainza’

El Athletic sella prácticamente la permanencia y el Mallorca se hunde con dignidad

Aduriz remata un balón que supone el primer gol del Athletic
Aduriz remata un balón que supone el primer gol del Athleticalfredo aldai (EFE)

En el pequeño bar, pequeñísimo, que hace esquina con el último tramo de la calle que conduce al escudo de San Mamés, una foto histórica preside la pared frontal. De izquierda a derecha, aparecen Yashin, La araña negra; Zamora, El divino, y un jovencísimo Iribar, El Chopo, sujetando, en lo alto a la vieja, el mejor trofeo del fútbol. Debajo de la fotografía, en el pequeñísimo mostrador un matrimonio de cierta edad apura una ración de queso con buen vino, ataviados ambos con la camiseta del Athletic, pero con una pequeña particularidad. En la espalda se lee: “Peña Gainza de Minglanilla”, localidad de Cuenca. En el pequeñísimo bar se había dado cita la historia. Desde hace meses, San Mamés es una pasarela sentimental, como si los hologramas de Unamuno, Pichichi, Zarra, Bata o Gainza pulularan por los aledaños, resistiéndose a echar el cerrojo al portón de la Catedral, lo que inexorablemente ocurrirá en apenas un mes.

El nombre de Gainza en aquella espalda no era casual. El gamo de Dublín, cuando era ya exjugador y exentrenador, aunque seguía adoctrinando a jugadores y entrenadores desde las cristaleras de Lezama, repetía a quien quisiera escucharle que cada año que el Athletic se mantenía en Primera, al terminar la Liga, sacaba una botella de champán del frigorífico y brindaba por ello. Le acusaban de derrotista, de conservador, de pesimista en una ciudad que aún vivía los ecos de las gabarras de los ochenta.

ATHLETIC, 2 - MALLORCA, 1

Athletic: Iraizoz; Iraola, San José (Iturraspe, m. 45), Ekiza, Aurtenetxe; Gurpegui, Herrera, De Marcos; Susaeta, Aduriz (Llorente, m. 54) y Muniain (Ibai Gómez, m. 70). No utilizados: Raúl, Ramalho, Castillo y Toquero.

Mallorca: Aouate; Hutton, Geromel, Fontas, Ximo; Martí (Nsué, m. 67), Pina, Tissone; Giovani, Casadejús (Arizmendi, m. 57) y Hemed. No utilizados; Miño, Márquez, Nunes, Alfaro y Kevin.

Goles:1-0. M. 15. Centro de Aurtenetxe y cabezazo de Aduriz. 2-0. M. 79. Llorente, tras jugada de Susaeta. 2-1. M. 80. Giovani, de libre directo.

Árbitro: Hernández Hernández. Expulsó a Fontas (m. 24) y a Ximo (m. 90) por doble amonestación. Mostró tarjetas amarillas a Aduriz, Martí, Herrera, De Marcos, Gurpegui, Hutton e Iraola

Unos 40.000 espectadores en San Mamés.

Probablemente, ninguno de los protagonistas de la agonía de ahora había nacido cuando Gainza decía esas cosas. Ni los del Mallorca, en los últimos estertores de una improbable resurrección ni los del Athletic, empeñados en descubrir la calma en los tres últimos partidos tras una temporada sombría.

Y encontraron pronto el hueco de la tranquilidad, en un centro de Aurtenetxe que Aduriz cabeceó a placer entre dos dormidos centrales. Y se suponía que el hueco se convertía en una suite cuando el árbitro convirtió un despeje con el pecho de Fontás en mano dentro del área con el consiguiente penalti y la consiguiente expulsión porque ya estaba amonestado. El Mallorca con 10, perdiendo, asustado y sobre todo irritado porque la injusticia con hambre duele más. Pero a Aduriz se le convirtió la suite en el cuarto de la limpieza y Aouate le despejó el disparo con la sangre fría que acostumbra. Su rechazo acabó en los pies de Muniain, que marcó gol, pero el árbitro, en su particular juego de injusticias complementarias, lo convirtió en fuera de juego que no era sin necesidad de cinta métrica.

El Mallorca fue encomiable desde entonces. No estuvo acertado porque sus garras hace tiempo que pasaron por la pedicura. Pero la necesidad oficia milagros. La amenaza de Giovani era constante y Hemed, aunque desafortunado, acostumbra a llevar cartuchos de gol incluso cuando pasea por el campo. Pero cuando más creía en el indulto a los condenados, marcó Llorente, el denostado, el silbado cuando sustituyó a Aduriz, despedido con aplausos de un público puesto en pie, como quien despide al cirujano que te ha salvado la vida. Quedaba Giovani, el fino estilista, que quería mantener las constantes vitales del Mallorca ejecutando una falta maravillosa que se fue a la red.

Las luchas por evitar los descensos son asignaturas de cardiología. Los éxitos se estudian en maternidad. Y San Mamés, a apunto de defunción estructural, se apuntó a la asignatura más difícil. El Mallorca, a punto de ser desahuciado de Primera, se agarró al milagro del santo, por muy rojiblanco que fuera. “¡Pita ya, árbitro, pita ya!”. Se escuchaba en San Mamés, que sufría un ataque de nervios en toda regla. Rugía como en la lucha por un título. El título de Piru Gainza, el que solo él se atrevió a decir que lo celebraba con champán... aunque todos lo hicieran. Fiesta en Minglanilla, provincia de Cuenca.

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