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Desafío en la cumbre

Serena y Sharapova se jugarán el trono femenino en la final de Madrid tras deshacerse de Errani (7-5 y 6-2) e Ivanovic (6-4 y 6-3) respectivamente

Alejandro Ciriza
Sharapova,durante el partido ante Ivanovic
Sharapova,durante el partido ante Ivanovic Juan Carlos Hidalgo (EFE)

El guion se cumple, la cita está fijada. Serena y Sharapova, las dos grandes dominadoras del circuito femenino esta temporada, se batirán mañana en la pista central de la Caja Mágica por la corona mundial. Cumplió la número uno, la estadounidense, que venció en el primer turno a la italiana Errani (7-5 y 6-2), y solventó también la rusa, la aspirante a asaltar el trono, su careo con Ivanovic, a la que derrotó (6-4 y 6-3) tras un hermoso duelo de pegadoras.

Aprieta Errani, la siete del mundo, en la primera manga a Serena. Empuja en el marcador y desenfunda sus mejores armas. Remolonea un poco la reina, pero enseguida se da cuenta de que la cosa va en serio. Hay un intercambio de breaks y cierto descontrol sobre la arena. No le gusta a Serena, advertida tras el susto que le propinó Anabel Medina en cuartos. Decide acelerar. Sube revoluciones y pega con violencia desde el fondo de la pista. Afila además los restos. Su adversaria la lanza dos dejadas consecutivas que ella contempla con una afrenta. Remacha la pelota con rabia, fija la mirada en Errani y explota: “¡Come ooon!”, antes de sellar el set.

Gladiadora, la boloñesa vuelve a plantear batalla en el segundo. Cuenta con dos bolas de break, pero su contrincante no admite hoy sobresaltos. Un derechazo, un ace demoledor y un passing soberbio le devuelven la autoridad. También la confianza. Se crece, se gusta. Saca el mazo y erosiona a la italiana, que poco a poco recula. “¡Forza Sara, forza!”, le animan desde la grada. No hay reacción. No la permite Serena, que traza algunas señales de que su mejor tenis vuelve. Nada de jugar al trantrán. Una doble falta, seguida de un break, terminan por descomponer a Errani. El resto, un ciclón, un ejercicio arquitectónico de Serena con los ángulos y las líneas. Finiquitado.

Sharapova sale a continuación al escenario. Le reta Ivanovic, ubicada en el 16º peldaño del ranking, en busca de aquella tenista que ocupó el primero en 2008. Una bandera de Serbia colgada en el graderío estimula su libido competitiva. La rusa acepta el peloteo que le propone su rival desde el fondo de la pista y comienzan los cañonazos desde la línea. Más poderosos los de la rusa, más sutiles los de la jugadora balcánica, muy inspirada tras dejar ayer a Kerber, seis del mundo, en la cuneta. Plantea problemas a Sharapova, pero sus bolas pierden precisión cuando se aproxima el umbral decisivo de la primera manga. Se la adjudica la rusa, pelo platino y unos alaridos que despiertan el murmullo de la Caja Mágica, intimidatorios para cualquiera. También para Ivanovic, que con 3-3 en el segundo set comete dos dobles faltas y propicia el break. Alfombra roja para Sharapova. Un globo espectacular, saque punzante y besos hacia la grada tras pedir hora para la final. Otro garabato en la cámara que le apunta tras el partido. El trono está a su alcance, a una sola victoria. Y, al otro lado de la red, Serena.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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