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El Atlético abre el área al campeón

El Atlético regala dos goles al Barça, que remonta la ventaja de Falcao con goles de Alexis y Gabi en propia puerta cuando se queda con 10 en los últimos 25 minutos

Ladislao J. Moñino
Piqué, Busquets, Cesc, Jordi Alba y Bartra
Piqué, Busquets, Cesc, Jordi Alba y BartraCRISTOBAL MANUEL

A cinco días de disputar la final de Copa y con el pasillo como único indicio del Barça campeón, fue el Atlético quien puso cara de serio en un partido de objetivos cumplidos, con poca tensión guerrera para meter la pierna. Uno, ya con el título en el bolsillo, dimitió de algo más que dar por inercia los trazos que dibujan su fútbol. Con todo, eso le dio para ganar con dos jugadas en las que se mezclaron la fortuna y algunos problemas que ha enseñado la defensa rojiblanca en los despejes cuando hay barullos en el área. Empató y se puso por delante el Barça con 10 jugadores en el campo porque Messi tuvo que abandonar el terreno pasada la hora de juego. Mal síntoma para el Atlético y otro desencanto para la hinchada, que ya vio cómo el Madrid con una cara b se llevó los tres puntos del Calderón.

ATLÉTICO, 1 - BARÇA, 2

Atlético: Courtois; Juanfran, Miranda, Godín, Insúa; Gabi, Tiago; Adrián (Óliver, m. 75), Koke, Arda (Cebolla Rodríguez, m. 62); y Falcao (Diego Costa, m. 67). No utilizados: Asenjo; Filipe Luis, Cata Díaz y Raúl García.

Barcelona: Pinto; Alves (Bartra, m. 42), Piqué, Adriano (Villa, m. 60), Jordi Alba; Cesc, Song (Busquets, m. 59), Iniesta; Alexis, Messi y Tello. No utilizados: Masip; Xavi, Thiago y Pedro.

Goles: 1-0. M. 52. Falcao, con la puntera. 1-1. M. 71. Alexis. 1-2. M. 79. Gabi, en propia puerta.

Árbitro: Pérez Montero. Mostró cartulina amarilla a Alexis.

Unos 48.000 espectadores en el Vicente Calderón.

El Atlético, con el partido que le pondrá la nota final de la temporada, se dedicó a ensayar el tapón que le prepara al Madrid. Descoordinación, falta de contundencia o como se le quiera llamar a los motivos de los dos goles, esos errores condenan a cualquier equipo ante una final. Se preocupó el equipo de Simeone por no romperse en el repliegue, por mantener las líneas para no ser desbordado por la circulación del Barça, más chata aún de lo que se ha visto a lo largo del curso por eso de haber finiquitado ya la Liga. Bajaban Adrián y Arda hasta la altura de los laterales para acentuar esa falta de profundidad que ha caracterizado al equipo de Tito Vilanova en muchos momentos de la temporada. Jugó Adrián pegado a la banda derecha, lo que de primeras le da simetría al equipo, que con su once más habitual suele dejar toda la banda para Juanfran. Estuvo Adrián en esa versión curroromerista, enseñando en velocidad y errando algunos pases claros. Quiere la grada del Calderón verle revivir sus mejores momentos de la campaña anterior, pero se consume la presente y Adrián no ha vuelto a emerger tan decisivo como fue.

No hizo daño el Barça al Atlético en toda la primera mitad. Jugó Song en el puesto de Busquets y acusó un síndrome habitual en algunos de los últimos fichajes. Dio esa sensación el camerunés que han padecido otros antes que él, de que intenta jugar un fútbol que le cuesta entender para dinamizarlo. Perdió unos cuantos de esos balones que penalizan demasiado a la hora de elegirlo como un futbolista adecuado para el estilo del campeón. Sin fluidez, hubo poco Messi y nada de Alexis, otro que no acaba de ponerse a la altura que demanda el precio pagado. Marcó el gol del empate, pero no es un futbolista al que haya que medir por su acierto con la portería. Llegó del calcio a la Liga con fama de driblador empedernido y de eso ha enseñado poco en dos años. Al otro lado, Tello, el otro ala encargado de darle profundidad trazó algunos de esos regates de muestrario fijo y otra de sus roscas cruzadas a media altura que fue, junto a otro disparo de Messi alto, lo mejor que hizo el Barça en el primer tiempo. No estuvo muy exigido Insúa, que estrenaba titularidad, ni tampoco se prodigó en exceso en ataque.

El Calderón volvió a ver cómo uno de los dos grandes, con poco, volteaba el marcador

Se sintió cómodo el Atlético con un rival a medio gas, le controló con el trabajo de anticipación de Gabi en muchas ocasiones, pero le aparecieron de nuevo las dificultades en la elaboración del juego. Tiago agilizó los primeros pases, pero no hubo imaginación en los últimos 20 metros ni tampoco demasiada precisión para verticalizar con precisión cuando hubo algún robo de pelota claro. Esa fue la receta que buscaba Simeone y solo la encontró en una jugada al poco de iniciarse el segundo tiempo. Bartra, con el mismo síndrome que Song, perdió una pelota en el centro del campo ante Falcao, que culminó él mismo después de una contra trastabillada. Marcó el colombiano con un punterazo el 1-0 y su gol 28º en el campeonato liguero. Otra vez, como en el Camp Nou, como ante el Madrid hace dos semanas, el Atlético se puso por delante. Y otra vez volvió a ver cómo uno de los dos grandes, con muy poco, le daba la vuelta al marcador.

Empató Alexis con un tiro manso después de un barullo y se descompuso el equipo de Simeone, que ya había dado entrada a Diego Costa y al Cebolla Rodríguez. No volvió a tener el control del juego hasta que entró Óliver Torres, aclamado de nuevo por la hinchada. De nuevo el chico, en tres balones, le pegó esa patada en la puerta que reclama el técnico para los chicos que vienen de la cantera. El puntapié de Óliver no tiene que ver con la recuperación, sino con jugar al fútbol con la pelota, haciendo algo distinto, algo de lo que carecen todos los jugadores del primer equipo: imaginación y técnica para pasar. Enchufado como estaba el Atlético con Óliver se desmoronó con el tanto de Gabi en propia puerta, injusto con el capitán, pero admonitorio con un equipo al que su hinchada pidió que saltara al campo a saludar como despedida antes de la final de Copa.

“El mejor con diferencia”

L. M./ Madrid

La celebración por la consecución del título de Liga fue austera y en tierras extrañas, aunque no por anunciada se borraron las sonrisas o se negaron los saltos. “Algunos ya nos reunimos anoche. La hemos disfrutado y celebrado más de lo que la gente se piensa”, reivindicó Piqué.

Un campeonato que tiene un nombre propio, Tito, por mucho que el susodicho evite acaparar las miradas—“No me gustan los personalismos”, dijo—, pues él fue la imagen del cambio: “Somos herederos de una idea, pero hacer la transición no es fácil”, desveló el director deportivo, Andoni Zubizarreta. “Teníamos claro que teníamos que sumar puntos desde el principio, porque otros venían de una buena pretemporada y a veces cuesta cogerle el ritmo a la competición. Eso nos daría una ventaja. Y así fue. Cuando todo el mundo dio la liga por ganada, mantuvimos la calma. Y la distancia. Si en algún momento hubiéramos pensado que la teníamos ganada nos hubiera costado más hacerlo”, dijo el técnico, quien confesó no había visto el partido del Madrid la noche anterior. “Me iba a dormir y vi que estaban empatados. Estaba en casa solo con Montse y nos abrazamos”. Pese al golpe tras la eliminación de la Champions, el entrenador lo tiene claro: “Somos el mejor equipo de esta Liga. Y con diferencia”.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.

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