_
_
_
_
_
HISTORIAS DE UN TÍO ALTO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Trabajo duro ante talento

Joakim Noah lucha por un rebote con Chris Bosh
Joakim Noah lucha por un rebote con Chris BoshKAMIL KRZACZYNSKI (EFE)

En una esquina, el temible campeón: un distinguido guerrero de músculos cincelados que nació para estar en este ring. En la otra, su pendenciero contrincante: un desgraciado fibroso y huesudo que llegó aquí porque pudo llevar su cuerpo más allá de lo que cualquiera pensaba que era posible. Es un argumento de Hollywood que se ha usado con tanta frecuencia que se ha convertido en una parodia de sí mismo. Tanto es así que podrían pensar que tendríamos un dilema si alguien nos preguntase qué bando elegiríamos. Sin embargo, no podemos evitarlo: animamos al más débil.

Los batalladores Bulls de Chicago, enzarzados en una serie de playoff de segunda ronda con los poderosos Heat de Miami, son el más débil. Se suponía que los Bulls, a los que se daba por muertos sin Derrick Rose, caerían eliminados fácilmente en estos playoffs. Pero los Bulls están lejos de caer eliminados fácilmente. De hecho, los Bulls son el equipo contra el que nadie —especialmente los Heat— quiere jugar. Y nosotros, los curritos que hemos conseguido unos asientos junto al ring, estamos encantados. Queremos que los currantes Bulls derroten a la colección de talento que son los Heat.

Tendemos a animar al más débil, a los batalladores Bulls antes que a los Heat

Pero, ¿por qué? Porque queremos creer en el libre albedrío. Vamos a hablar de la clase de cumplidos que nos gusta recibir. Les daré dos opciones. Opción 1: “Esto es fantástico. Veo que has trabajado duro y durante mucho tiempo en ello”. Opción 2: “Esto es fantástico. Veo que te ha resultado fácil”.

La elección es evidente. Todos queremos creer que somos muy trabajadores. Lo raro en esto es que la capacidad para trabajar duramente es un atributo como, pongamos por caso, la capacidad de coger un pase largo de 20 metros, driblar dos veces y machacar con la ferocidad de un gato salvaje. Sin embargo, no queremos pensar que el trabajo duro sea un atributo. Queremos pensar que lo genera uno.

Por eso nos identificamos con Joakim Noah, que es incapaz de saltar, pero que es capaz de jugar duro. Disfrutamos con el rostro serio del entrenador principal Tom Thibodeau, confiados en que nos comportaríamos como él en los tiempos muertos. Esperamos que los Heat sean vencidos porque, ¿cómo se atreven a tener tanto talento? Animamos a los Bulls porque estamos convencidos de que el esfuerzo es bueno mientras que la facilidad es mala; se debería aplaudir ese esfuerzo porque el talento es vago.

Hacemos esto porque queremos creer que nuestros cerebros son los motores de nuestro éxito. Hacemos esto porque queremos pensar que siempre seremos capaces de trabajar más duro que el tipo de al lado. Hacemos esto porque creemos que el talento es arbitrario, pero el esfuerzo es un amigo de confianza. Hacemos esto porque queremos creer en nosotros, y no en nuestros padres. O a lo mejor porque estamos cansados de oír hablar de LeBron James. ¿Qué sé yo? Solo espero que piensen que escribir esto ha llevado mucho trabajo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_