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Épica siciliana en la nieve

Giovanni Visconti da al Movistar su segunda victoria en la gran etapa del Galibier al culminar en solitario una larga fuga

Carlos Arribas
Visconti, durante la ascensión al Galibier.
Visconti, durante la ascensión al Galibier.D. D. ZENNARO (EFE)

La épica en ciclismo es terreno patinante, tan insidioso y traicionero como el falso sol que encendió sin calentar, falsas ilusiones de primavera, la entrada en Francia del pelotón del Giro camino del Galibier. La épica, les dicen los mánagers a sus corredores que se quejan porque ahí fuera nieva y hace frío, es precisamente lo que garantiza tu supervivencia, tu oficio, la admiración. La épica, le añaden, es lo que hace diferente al ciclismo, nuestra seña. La épica, continúan, es sencillamente el desafío inhumano en que os empeñáis y cuyo logro os hace más humanos, aún, más vulnerables. Épica puede ser caerse y levantarse, ganar herido e insultando al dolor por estúpido.

Épica fue Charly Gaul cargado de anfetaminas, un doping que le permitía a su espíritu llegar a donde su cuerpo no le permitía, bajo la nieve del Monte Bondone un Giro que ganó. O Marco Pantani, cargado de EPO, un doping que le permitió llegar allí dónde ni su imaginación osaba, ni los sueños de sus aficionados, derrotando la niebla, el frío, la bruma glacial del descenso del Galibier para ganarle a Ullrich el Tour del 98. Épico no fue Lance Armstrong triturando con una tricotosa entre las piernas todas las montañas y todos los rivales durante siete Tours consecutivos. La épica reclama una figura trágica, condenada al fracaso definitivo, desesperadamente humana por eso. La muerte joven y acelerada de Pantani fue la culminación de toda su carrera. La retirada de Armstrong desde un podio, más que la revelación de su EPO, su mirada maquinal, su falta de sentimientos expresos, le impidieron por siempre acceder a la categoría, gozar de la veneración que se rinde a quienes fallan y se levantan, a los que mueren inevitablemente.

CLASIFICACIÓN DE LA 15ª ETAPA

1. Giovanni Visconti (Italy / Movistar) 4:40:48"
2. Carlos Betancur (Colombia / AG2R) +42"
3. Przemyslaw Niemiec (Poland / Lampre)
4. Rafal Majka (Poland / Saxo - Tinkoff)
5. Fabio Duarte (Colombia / Colombia) +47"
6. Michele Scarponi (Italy / Lampre) +54"
7. Vincenzo Nibali (Italy / Astana)
8. Cadel Evans (Australia / BMC Racing)
9. Mauro Santambrogio (Italy / Vini Fantini)
10. Rigoberto Uran (Colombia / Team Sky)

Épicos son los grandes campeones, y se les honra con gigantescos titulares, y también los grandes gregarios, a los que se recompensa con una nota a pie de página, una cita, o cualquier ciclista que corra una carrera algún día de su vida. Épico fue José Luis Arrieta, hombre de equipo toda su vida, en el mismo Galibier dos veces. Una vez, en fuga táctica, pasó el primero por la cima, se llevó a casa la placa del Trofeo Desgranges. Otra vez, justamente aquel día en que los ciclistas no tenían dedos para poder abrocharse el chubasquero antes del descenso en que Pantani voló, Arrieta se retiró congelado, en una ambulancia que le ayudó a recuperarse de una hipotermia en julio. La tercera vez que Arrieta triunfó en el Galibier lo hizo guiando el coche del Movistar, calentito y nervioso hablando sin parar al pinganillo. Fue este domingo. Por delante, en bicicleta sufriendo su chico, Giovanni Visconti, siciliano de Palermo, apellido de noble y artista, moreno y negra mirada de hombre de la tierra de la luz que deslumbra, el último de una fuga montada en el Mont Cenis, junto al enorme lago helado entre paredes de nieve.

CLASIFICACIÓN GENERAL

1. Vincenzo Nibali (Italy / Astana) 62:02:34"
2. Cadel Evans (Australia / BMC Racing) +1:26"
3. Rigoberto Uran (Colombia / Team Sky) +2:46"
4. Mauro Santambrogio (Italy / Vini Fantini) +2:47"
5. Michele Scarponi (Italy / Lampre) +3:53"
6. Przemyslaw Niemiec (Poland / Lampre) +4:35"
7. Carlos Betancur (Colombia / AG2R) +5:16"
8. Rafal Majka (Poland / Saxo - Tinkoff) +5:20"
9. Domenico Pozzovivo (Italy / AG2R) +5:57"
10. Benat Intxausti (Spain / Movistar) +6:21"

Visconti se quedó ya solo delante en el Télégraphe, cuando aún engañaba el sol —ventana meteorológica le llaman los montañeros, que se apresuran a ajustar la escalada, a este efecto: los hombres del tiempo ya habían anunciado que a las cinco cerrarían la nubes y llovería nieve a por encima de los 2.000 metros— y aunque nunca tuvo mucho más de dos minutos sobre el pelotón tranquilo del Astana de Nibali de rosa, al que solo molestaron revoloteantes tipos clasificados del octavo para atrás que se marcaban y anulaban mutuamente, superó sin problemas el muro psicológico de los 2.000 metros, allí donde muchos sin saber por qué dejan de respirar, y fue capaz de llegar a la meta victorioso entre copos de nieve que ya revoloteaban traviesos. En la meta, fijada a poco más de 2.400 metros porque más no se podía subir (la cima son 2.641 metros) en el lugar llamado Les Granges du Galibier, le esperaba el monumento a Pantani, la épica, de vida corta y excesiva, nacido un 13 de enero de 1970, 13 años justos antes que Visconti, y muerto el día de San Valentín de 2004. A Pantani, el Galibier y su muerte le hicieron mito; a Visconti, que no tiene la misma alma trágica (no es escalador: solo los escaladores son ciclistas plenos) y que lleva carrera de ciclista de momentos, el Galibier y el frío le han devuelto la estima perdida. Y un poco de orgullo. La épica, claro.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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