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La Rosaleda se rinde a Pellegrini

El Málaga homenajea a su técnico con una victoria (3-1) que complica el futuro del Deportivo

Demichelis abraza a Pellegrini al final del partido.
Demichelis abraza a Pellegrini al final del partido.Jorge Zapata (EFE)

Puede que el Málaga recuerde estas últimas temporadas durante años, puede que el Deportivo haga lo propio con este partido, con una oportunidad pintiparada para rubricar una continuidad en Primera que se antoja esencial para superar los avatares del procedimiento concursal en el que está inmerso. Difícil tener un partido tan de cara ante un rival tan relajado y en un momento tan decisivo. Lo dejó pasar el equipo coruñés y ahora tendrá que sentenciar la permanencia en casa ante la Real Sociedad en la última jornada, una de esas citas sin vuelta atrás que tanta tiritona causan en Riazor. Para el Málaga el curso se ha sellado con un notable alto que roza el sobresaliente si se considera su camino en Europa, escenario del que sólo le separa una decisión que no tiene que ver con lo futbolístico. Si por eso fuera, va sobrado, armado por el ingeniero Pellegrini, homenajeado repetidamente por la grada, que le tiene en un merecido pedestal. A él y a futbolistas como Demichelis, Joaquín o Isco, que dejó una última muesca en Málaga con un gol ante el fragor popular que le pidió sin cesar que se quede en casa.

El Málaga, que debía certificar sobre el campo su clasificación europea, se tomó el partido como un cómodo relax primaveral. Confiado en su pegada obvió el esfuerzo en las transiciones defensivas y acomodó el partido para que el Deportivo pudiese desplegar toda su ambición, todo el hambre que le dio conocer que desde que la pelota empezó a rodar el Zaragoza perdió en campo del Betis y una victoria en La Rosaleda suponía seguir un año más en Primera. Se acható el Málaga por más que Pellegrini dispusiera un once de gala para decir adiós, olvidó la presión y las ayudas, dejó pista libre a Valerón. Comenzó, en definitiva, a padecer. Fue entonces, durante casi toda la primera parte, cuando el Deportivo se sintió superior, pero no supo llegar al gol.

MÁLAGA, 3; DEPORTIVO, 1

Málaga: Caballero; Jesús Gámez, Demichelis, Weligton, Eliseu; Toulalan, Iturra (Camacho, m. 58); Joaquín (Duda, m. 86), Baptista, Isco; y Saviola (Seba Fernández, m. 65). No utilizados: Kameni, Sergio Sánchez, Antunes y Santa Cruz.

Deportivo: Aranzubía; Silvio (Salomao, m. 69), Aythami (Álex Bergantiños, m. 82), Zé Castro, Ayoze (Nelson Oliveira, m. 65); Juan Domínguez, Abel Aguilar; Bruno Gama, Valerón, Pizzi; y Riki. No utilizados: Lux, Laure, Kaká y Jesús Vázquez.

Goles: 1-0. M. 44. Saviola. 2-0. M. 64. Baptista. 2-1. M. 74. Salomao. 3-1. M. 79, Isco.

Árbitro: Delgado Ferreiro. Amonestó a Juan Domínguez.

La Rosaleda. 30.000 espectadores.

No cesó en llegar al área con soltura el Deportivo, pero cada una de sus dudas en ese terreno sirvió para gestar el renacimiento del Málaga, que estaba apostado esperando la suya, una acción en la estrategia, un golpe de talento, quizás un error del rival. Encontró esos tres condicionantes en uno, en una atolondrada acción de Aythami, que forzó una falta innecesaria en la última jugada antes del descanso cuando Toulalan tenía la pelota y daba la espalda a Aranzubía en una acción que parecía inocente. Joaquín recogió el obsequio y lo convirtió en un preciso centro que Saviola convirtió en gol tras arrancar al filo del fuera de juego.

Ese postrero desastre convirtió el partido del Deportivo en una contrarreloj. Y el Málaga aclaró conceptos en el receso. Pellegrini debió de hacerle ver a sus mediapuntas que el partido circulaba en dos direcciones y que sólo estaban tomando una de ellas. Al Deportivo se le oscureció el panorama en la salida de la pelota. Pero el marcador le obligaba. Para entonces se topó con menos campo abierto, con un rival más cerrado y proclive a tapar agujeros. Desgranó de nuevo sus oportunidades el equipo de Vázquez. Lo hizo Riki, equivocado al definir un gran centro de Pizzi con un testarazo que se le fue junto al palo cuando estaba libre de marca. Era el empate, media vida para el Deportivo cuando La Rosaleda comenzaba su fiesta fin de curso. Y al baile de apuntó Baptista.

El Depor encontró el gol en acrobacia de Salomao, pero destapado como estaba la lógica se impuso para regalar el espacio que Isco necesitaba.

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