_
_
_
_
_

Adiós a Primera tras 16 años

El Mallorca golea al Valladolid, pero el triunfo del Celta le condena al descenso

Los jugadores del Mallorca, ya descendidos, al final del encuentro.
Los jugadores del Mallorca, ya descendidos, al final del encuentro. Montserrat T Diez (EFE)

La noche del 29 de abril de 1998 fue una de las más tristes para el mallorquinismo. Recién ascendido a Primera, el equipo que entonces dirigía Héctor Cúper cuajó una temporada espléndida que culminó con la disputa de la final de la Copa del Rey ante el Barça de Figo y Rivaldo. Tras aguantar toda la prórroga con nueve jugadores, el Mallorca cayó en la tanda de penaltis y dejó escapar la ocasión, que entonces se antojaba irrepetible, de conquistar un título grande. Hubo lágrimas aquella noche en Mestalla, pero aquel equipo, que fue bautizado como la “ensaimada mecánica”, estaba comenzando a escribir las páginas más brillantes de su historia.

Ayer, 16 temporadas después y tras un curso de suspenso total, el Mallorca volvió a enfilar el camino hacia Segunda. Otra vez el llanto desconsolado. El conjunto de Gregorio Manzano cumplió con la papeleta de vencer al Valladolid con goles de Alfaro, Martí, Gio y Javi Márquez. Nunca este año había anotado cuatro tantos el equipo balear, pero el triunfo del Celta frustró sus remotas aspiraciones de permanencia. En ningún momento de la tarde salió de los puestos de descenso, igual que no lo ha hecho desde la jornada 20. Al término del encuentro decisivo, hubo bronca y aplausos a partes iguales, tanto para los jugadores como para el palco.

MALLORCA, 4- VALLADOLID, 2

Mallorca: Aouate; Hutton, Geromel, Bigas, Luna; Martí (Pina, min.88), Javi Márquez, Tissone; Alfaro (Pereira, min.84), Giovani (Nsue, min.74) y Víctor. No utilizados: Miño, Nunes, Kevin, Fontás, Arizmendi.

Valladolid:Jaime; Rukavina, Rueda, Valiente, Peña; Álvaro Rubio (Baraja, min.66), Víctor Pérez; Ebert (Rama, min.75), Bueno (Lolo, min.71), Omar y Larsson. No utilizados: Dani Hernández, Pesca, Óscar, Quique.

Goles: 1-0. M. 17. Alfaro. 1-1. M. 29. Bueno. 2-1. M. 42. Martí. 3-1. M. 57. Gio, de jugada personal. 4-1. M. 68. Javi Márquez.4-2. M. 70. Omar.

Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Bigas, Geromel y Javi Márquez.

Iberostar Estadi: 20.682 espectadores.

A uno de sus mejores arranques ligueros, con cuatro victorias y dos empates, le siguió una caída en picado sin precedentes. Ni la garra de Caparrós en la primera vuelta, ni la psicología de Manzano en el tramo final han sido suficientes para exprimir a una plantilla con graves carencias defensivas: el Mallorca ha marcado un gol más que en todo el curso pasado (43), pero ha encajado veintiséis más (72). La dirección deportiva no acertó al suplir la baja de puntales de la zaga como Iván Ramis, Chico y Cáceres, y esta vez ha sido víctima de la arriesgada apuesta del equipo vendedor, que en el pasado le reportó resultados más que aceptables y algún éxito sonado, aunque también algún final de temporada de infarto. En 2005 y 2011 esquivó el descenso en el último suspiro, un serio aviso de lo que estaba por llegar.

En los últimos tres años, el Mallorca ha estado en manos de Lorenzo Serra Ferrer, su máximo accionista. La permanente batalla entre diferentes facciones del consejo de administración no impidió que el club superase con éxito un concurso de acreedores. Con un aprobado en la gestión empresarial, en el debe de Serra Ferrer quedará la parcela futbolística, de la que, como director deportivo, es el último responsable.

Lejos quedan la Supercopa del 98, con la que el Mallorca se quitó la espinita de la derrota copera ante el Barça, los dos terceros puestos en Liga en las temporadas 98/99 y 00/01 (con Cúper y Aragonés en el banquillo) y la consecución de la Copa del Rey de 2003, que supuso la consagración de Samuel Eto’o como ídolo eterno en la isla. El estadio de Son Moix, estrenado con el nuevo milenio, cuando se quedaron pequeñas las gradas de piedra del Lluís Sitjar, recordará los goles del camerunés y también los de Dani Güiza, pichichi en 2008. También la visión de juego del Caño Ibagaza, la finura de Valerón, la zurda del venezolano Arango, la rebeldía sin causa de Diego Tristán, el empaque de los veteranos Engonga, Nadal y Soler y las paradas de los argentinos Carlos Roa y el Mono Burgos. Y a la espera de mejores días, se guardarán en las vitrinas de la memoria las grandes noches europeas: la final de la última Recopa de la historia, perdida en el Villa Park de Birmingham ante el Lazio de Nedved y Vieri, y el debut en la Liga de Campeones, con victoria sobre el Arsenal, el día en que cayeron las Torres Gemelas.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_