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Ferrer, ante una oportunidad única

El alicantino, que nunca ha jugado una final grande, llega a semifinales, donde le espera Tsonga, vencedor de Federer

Juan José Mateo
Ferrer golpea ante Robredo.
Ferrer golpea ante Robredo.PATRICK KOVARIK (AFP)

A la puerta del vestuario, un revuelo de abrazos, de celebraciones y un puñado de silencios. David Ferrer acaba de descarrilar 6-2, 6-1 y 6-1 a Tommy Robredo en cuartos, ha evitado a Roger Federer en semifinales, porque el suizo cae 7-5, 6-3 y 6-3 ante el francés Tsonga y, en consecuencia, ha dado un paso de gigante para disputar su primera final grande con 31 años. Nadie en su equipo quiere hablar. El grupo de trabajo del alicantino olfatea una oportunidad única, sabe que es ahora o nunca, y levanta paredes con las que proteger al tenista.

Lo mismo intenta Robredo, el indomable, para detener lo que luego se demuestra inevitable: tras tres remontadas consecutivas desde 0 sets a 2, el español se inclina en 1h25m. Este es un tenista lanzado, en un momento dulce y con un cuadro como un caramelo. Sin haber pasado ninguna apretura en el torneo, libre de preocupaciones, avanzando siempre con el paso seguro de los gigantes, llega a las semifinales, donde le espera Ali hecho tenista, "¡Tsonga! ¡Tsonga!", que grita la grada mientras derriba a derechazos a un Federer gris.

En lugar del suizo, que le domina 14-0 en los duelos particulares, le espera el francés, contra el que manda 2-1

Robredo, el remontador, un cabeza dura, pone a prueba los argumentos de Ferrer: una derecha va como un tiro, unas piernas que parecen calzar patines en lugar de zapatillas, la confianza que da no haber perdido ni un solo set en lo que va de torneo. Con casi más de siete horas de juego en las piernas que su contrario, al catalán pronto se le acaban las pilas. Ferrer le exprime. Aplica su tradicional receta de altísimo ritmo de juego para ahogar a Robredo. Siempre pone una pelota más, siempre exige otro esfuerzo, siempre pide más, más y más a su contrario, que acaba sacando bandera blanca. Cuando el partido entra en la tercera manga, Robredo ya apenas se mueve. Sus recuperaciones son agónicas. Sus desplazamientos, una tortura. Ferrer le ha roído las piernas con su tenis de metrónomo.

El alicantino jugará las semifinales por tercer grande seguido. Lleva año y medio llamando a la puerta de su primera final, perseverando, intentándolo pese a uno y mil disgustos. Este es un tenista capaz de aceptar las dificultades y de digerir las derrotas para encontrar en ellas una motivación. "Feliz cumple", firma tras su victoria Roland Garros es su sueño de niño. Nunca lo ha tenido más cerca: le espera Tsonga y no Federer. Es decir: un tenista con el que gana 2-1 los duelos particulares en lugar del genio con el que los perdía 14-0.

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Sobre la firma

Juan José Mateo
Es redactor de la sección de Madrid y está especializado en información política. Trabaja en el EL PAÍS desde 2005. Es licenciado en Historia por la Universidad Complutense de Madrid y Máster en Periodismo por la Escuela UAM / EL PAÍS.

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