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Felipe Reyes toma el Palau

El Madrid, de la mano de su capitán y de un resucitado Mirotic, supera a un Barça exhausto (72-84) y dispondrá de dos opciones para conquistar el título

R. ÁLVAREZ
Reyes intenta superar la defensa de Wallace
Reyes intenta superar la defensa de WallaceEFE

Felipe Reyes se adueñó del Palau Blaugrana y dio un nuevo giro a una final tan espesa como cambiante. Se le pone de cara al Real Madrid, que salió por la puerta grande tras haber sido superior a lo largo de casi todo el encuentro. Eso no significaba mucho, tal como quedó demostrado en los dos duelos anteriores. Pero, con la lección bien aprendida, con el impulso que le dio su capitán, insuperable en el interior de la zona, el Madrid no falló esta vez en la hora suprema. Finalmente la mano ejecutora, el hombre que remató al Barcelona fue Mirotic. El pívot montenegrino estuvo fuera de onda en los tres primeros cuartos y sumó muy pronto su cuarta falta. Pero en los tres últimos minutos, todavía con el Barça amenazante tras un triple de Navarro (68-72), Mirotic se destapó. Respondió con otro triple y sumó 12 de sus 18 puntos en ese último cuarto.

Barça Regal, 72 - R. Madrid, 84

Barcelona Regal: Marcelinho Huertas (0), Navarro (20), Ingles (0), Wallace (8), Tomic (10) —equipo inicial—; Sada (3), Jasikevicius (13), Todorovic (2), Mavrokefalidis (2), Wallace (8), Oleson (7) y Lorbek (7).

Real Madrid: Llull (12), Rudy Fernández (8), Suárez (0), Mirotic (18), Begic (8) —equipo inicial—; Draper (0), Felipe Reyes (20), Sergio Rodríguez (2), Carroll (5), Darden (7) y Slaughter (4).

Parciales: 13-17, 22-24, 15-15 y 22-28.

Árbitros: Arteaga, Pérez y Jiménez. Eliminado Mavrokefalidis por cinco faltas.

7.562 espectadores en el Palau Blaugrana.

No pudo el Barcelona con ese Mirotic en estado de gracia, de la misma que no fue capaz de controlar en ningún momento del partido a Felipe Reyes. Su labor deshizo por completo la oposición de Wallace, de Lorbek, de quien se le pusiera por delante. Sumó 20 puntos, cinco rebotes, cuatro de ellos en ataque, y recibió siete faltas. Fue la clave. También fue decisivo el desfondamiento del Barcelona. Volvió a encomendarse a Navarro. Y el capitán azulgrana respondió hasta que, tal vez reventado, se paró de golpe. Faltaban apenas cuatro minutos. Falló dos tiros libres, algo rarísimo en él. Y se quedó más solo que la una. En esta ocasión no salió al rescate ninguno de sus compañeros. La situación coincidió además con varios triples consecutivos del Madrid, precisamente después de una horrorosa serie que le hizo llegar al último cuarto con solo dos aciertos en 16 intentos.

La serie ha adquirido un sesgo asfixiante, opresivo. No hay quien encienda los partidos. Jasikevicius saca alguna chispa, Llull oxigena con alguna de sus arrancadas. Son acciones tan esporádicas que no producen un mínimo efecto liberador. La tónica es el vaivén de los ataques rumiantes, el bucle inacabable en la circulación del balón, a menudo urgido por el fin de la cuenta de posesión. El Barcelona solo anotó tres tiros de campo en el primer cuarto. Lo demás, llegó desde la línea de tiros libres. Y no le fue del todo mal. El Madrid abrió una primera brecha (8-15), pero sin adquirir ritmo, sin encontrarse a gusto. Lo peor es que algunos de los mejores jugadores sufren en sus carnes la espesura del forcejeo, caso de Mirotic y Tomic, ambos con tantos problemas para moverse y lanzar como para evitar las faltas que hipotecaron sus minutos de juego.

El Barcelona le dio la vuelta a la tortilla gracias a la irrupción de Jasikevicius. El lituano es uno de los pocos que no parece pensárselo dos veces y que busca sus tiros de una manera decidida. Él puso por delante al Barcelona (23-21).

Puestos a forcejear en el interior de la zona del Barcelona, se demostró que Felipe Reyes es el arma más efectiva del Madrid. Si recibe a dos, tres metros, hace valer su juego de espalda o su estupenda coordinación de pies y tronco para definir. Eso, cuando no se gana la vida por su cuenta, a base de cazar rebotes de ataque. Así, volvió a sufrir lo indecible el Barcelona. Hasta tres rebotes consecutivos llegó a cazar el Madrid en una misma jugada hasta que se salió con la suya. Además, también se mostró mucho más certero en el rebote defensivo.

Cuando peor lo pasaba, el Madrid quiso cambiar de tercio a base de triples. Se obcecó. Hasta que Laso, se supone, les hizo ver a sus hombres que el Barcelona había acumulado un montón de faltas nada más empezar el segundo cuarto. Era más rentable penetrar o buscar el juego interior. Así lo hizo y así abrió de nuevo otra brecha de ocho puntos (29-37), tras un precioso alley oop de Slaughter gestado con un estupendo pase en escorzo de Rudy Fernández.

El Barcelona sufrió muchísimo, siempre a remolque, incapaz de echarle el lazo a Felipe Reyes, con muchos problemas en la dirección de su juego, perdido Marcelinho, que solo jugó seis minutos y medio, e incómodo Sada. Tomic, Lorbek, y mucho menos Wallace lograron imponer el dominio en la zona que se les presupone. El resurgimiento de Mirotic al final, acabó de decantar el partido y escoró la final hacia Madrid. Le falta una victoria y tendrá dos oportunidades; la primera, el domingo, de nuevo en el Palau.

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Sobre la firma

R. ÁLVAREZ
Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona, se incorporó a EL PAÍS en 1988. Anteriormente trabajó en La Hoja del Lunes, El Noticiero Universal y el diari Avui.

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