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Un festín camino de la final

España abruma a Serbia (88-69) con hambre y talento y mañana luchará por reeditar el oro de Perugia de 1993

Faustino Sáez
Ouviña y Torrens se abrazan tras la victoria.
Ouviña y Torrens se abrazan tras la victoria.FRANCOIS LO PRESTI (AFP)

Un hambre sin límites. Un talento excelso. España luchará por el trono europeo tras un campeonato que han ido devorando a bocados, con un baloncesto tan intenso como feliz. Después de cinco europeos consecutivos sin bajarse del podio (cuatro bronces y una plata entre 2001 y 2009), España patinó en la cita de 2011 y su noveno puesto le costó además perderse la cita olímpica de Londres. Dispuestas a resarcirse de aquel mal sueño las chicas de Mondelo llegaron lanzadas a Francia y con ocho victorias en ocho partidos se han presentado en la final mezclando un anhelo desmedido y un potencial inagotable. Un festín pantagruélico ante Serbia llevó a las de Mondelo a la lucha por el oro en otra exhibición de ambición y clase.

ESPAÑA, 88 - SERBIA, 69

España: Domínguez (5), Gil (2), Xargay (13), Torrens (11) y Lyttle (22) --cinco inicial--; Nicholls (5), Lima (2), Ouviña (19), Palau (2), Aguilar (3), Valdemoro (2) y Casas (2).

Serbia: Radocaj (7), M. Dabovic (-), A. Dadovic (4), Milovanovic (7) y Vulic (2) --cinco inicial--; Matic (3), Cado (10), Krnjic (2), Jovanovic (-), Butulija (15), Ajanovic (4) y Rad (15).

Parciales: 19-7, 29-21, 21-14, 19-27.

Árbitros: Aare Halliko (EST), Moritz Reiter (ALE) e Ilona Kucerova (RCH). Eliminaron a M. Dabovic por faltas personales.

4.500 espectadores en el Pevele Arena de Orchies.

La defensa de ayudas de España atajó desde el salto inicial la anunciada polivalencia del perímetro serbio evidenciando su inagotable codicia ganadora. La dirección de Silvia Domínguez, los puntos de Alba Torrens, el poder intimidador de Sancho Lyttle y los grilletes de Marta Xargay impulsaron al conjunto español hasta un parcial de 10-0 con el que presentaron credenciales y candidatura a la final. Incapaces de escapar de la tela de araña de España, la primera canasta de las de Marina Maljkovic, hija de Boza, tardó seis minutos en llegar y su famélica producción anotadora tan solo alcanzó los siete puntos en el primer acto (19-7). Un anuncio del abismo que separó a ambos equipos desde los primeros compases y hasta el final.

“Disfrutar y competir; sin presión, pero con ambición”, marcaba el ideario de Mondelo para las semifinales y sus jugadoras no tardaron en ponerlo en práctica. El espíritu y el hambre de las españolas abrumó a su rival hasta el zarandeo (27-10, m. 12). Llegaron a Francia para reivindicar el estatus perdido y -con un camino minado por delante que se iniciaba ante el último campeón continental, Rusia- las españolas lucieron talento y vigor competitivo desde el primer día y lo elevaron a la máxima potencia ante Serbia. Aupadas de nuevo por sus dos puntales, Sancho Lyttle y Alba Torrens -22 puntos,11 rebotes (su sexto doble doble en ocho partidos) y 3 asistencias de la pívot y 11, 4 y 2 de la alero al descanso-, las de Mondelo rompieron el encuentro en un santiamén instalando la diferencia en la frontera de los 20 puntos (35-15, m. 15). Apenas Milovanovic y Butulija encontraban algún resquicio anotador para capear el temporal y solo Ajanovic mantenía el pulso en la desigual batalla reboteadora (23-14, al descanso). Poco argumento para contener semejante embestida.

Mientras la rotación de Maljikovic se convirtió en un galimatías indescifrable en busca de un interruptor que no aparecía, el banquillo español saltaba a la pista elevando en cada vuelta de tuerca el listón competitivo. “No es necesario defender tanto”, se permitió aconsejar Mondelo, preocupado por dosificar el esfuerzo de las suyas. Deseosas de participar en la fiesta nadie desentonaba en sus apariciones episódicas. Siempre con Lyttle al frente. La pívot de origen caribeño -máxima anotadora, reboteadora y recuperadora del torneo- se convirtió en un muro inabordable para Serbia, incapaz de sobreponerse al ataque español que caía como una granizada sobre el aro rival. A pesar del desacierto desde el perímetro, España marcaba la pauta a su antojo con una hiperactividad febril e incansable. Nunca faltó la presión, nunca bajó el ritmo.

España buscará reeditar el oro conquistado en 1993 en Perugia

Ni rastro del descaro que llevó a las serbias a convertirse en la sorpresa del campeonato tras colarse in extremis en la segunda fase. Delante de ellas tenía a un rival que se ha barnizado en optimismo a base de actitud y aptitud desde el primer día. Rusia, Italia, Suecia, Eslovaquia, Montenegro, Turquía y la República Checa quedaron en el camino y Serbia se añadió a la lista sucumbiendo con estrépito y sin respuesta (54-28, m. 24). Marta Xargay y, sobre todo, Cristina Ouviña -19 puntos- se destaparon en la rotación de Mondelo elevando la renta hasta los 27 de ventaja coincidiendo con la bocina que cerraba el tercer cuarto (69-42).

La distancia permitió pronto a Mondelo gestionar con mimo sus recursos y la semifinal se convirtió en un banco de pruebas para la cita del domingo en la que España buscará reeditar el oro de 1993 en Perugia. El último listón a superar será la anfitriona, Francia, que se deshizo (57-49) de Turquía.

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Sobre la firma

Faustino Sáez
Es redactor de deportes del diario EL PAÍS, especializado en baloncesto. Además del seguimiento de ACB y Euroliga, ha cubierto in situ Copas, Final Four, Europeos y Mundiales con las selecciones masculina y femenina. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS.

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